viernes. 29.03.2024

La felicidad fue redonda

Pasado el Mundial de Fútbol, los colombianos no podemos borrar una sonrisa que nos dejó en el rostro la brillante actuación de la Selección Colombia.

El fútbol es la recuperación semanal de la infancia. Javier Marías.

Pasado el Mundial de Fútbol que durante un mes nos alejó de las desgracias y tragedias cotidianas del mundo, los colombianos no podemos borrar una sonrisa que nos dejó congelada en el rostro la brillante actuación de la Selección Colombia. Uno de los efectos más notables es que el escudo de la Federación Colombiana de Fútbol, que siempre habíamos visto con cierta apatía, lo hemos terminando amando y viéndole un extraño parecido a una carita feliz sobre un corazón rojo, como muestra la imagen que acompaña el presente texto.

En el fútbol a diferencia del ciclismo, en donde se han escrito páginas gloriosas y conquistado grandes competencias, habíamos tenido equipos de talla mundial como Millonarios en los años 50 (de donde salió el fallecido jugador argentino Alfredo Di Stéfano al Real Madrid), talentosos futbolistas destacados en equipos de liga, pero la Selección no pasaba de algunas gestas puntuales, como el famoso 4 – 4 contra la entonces Unión Soviética en Chile 62, en donde un colombiano (Marcos Coll) anotó el único gol olímpico hasta el momento en todos los campeonatos mundiales, o el 5 – 0 contra Argentina en Buenos Aires en 1993, o quizás el 1 – 1 con Alemania en Italia 90, único partido que no pudo ganar el que sería campeón del mundo, bello encuentro de fútbol.

Pero todo eso se ha convertido en una serie de anécdotas bonitas que han sido superadas en un mes por un grupo serio, disciplinado, talentoso y alegre que dejó la mejor impresión entre propios y extraños. Como diplomático es muy satisfactorio, que buena parte de las conversaciones que he tenido recientemente con colegas y extranjeros ha sido destacar a Colombia, como equipo y por extensión como país.

Se interpreta que el triunfo deportivo es otra muestra de la buena salud de Colombia en muchos aspectos. Si como sociedad, seguimos la senda de nuestra selección manteniendo la ética del trabajo, la constancia, discreción a la hora de tomar triunfos y derrotas, vamos a llegar muy lejos como nación.

El número 10 de nuestro equipo merece capítulo aparte. James, nombre que debe leerse en español y no en inglés, es un deportista con el mundo a sus pies cual pelota de barrio, que acaba de ser reconocido como mejor jugador del mundial, así no le hayan dado el trofeo. Un rey sin corona, pero rey popular y que acaba de ser fichado por uno de los mejores clubes del mundo, el Real Madrid de España. Imagino legiones de niños en el mundo que comienzan a pedir a sus padres una camiseta amarilla que diga Colombia en el pecho y en la espalda lleve el rótulo de James, como despedida de la mejor carta de presentación.

Otro colofón a esta historia es que se está moviendo la idea que Colombia organice el Campeonato Mundial de Fútbol 2026, ojalá se concrete. El país tiene la infraestructura hotelera y de estadios para albergar un torneo de estas características, de hecho, ya organizó con éxito el campeonato Sub 20 hace apenas unos años. Sería un acicate para mejorar la infraestructura de vías en el país, una de las tareas pendientes de las administraciones públicas.

El futuro del fútbol colombiano se aprecia como terreno fértil para las sonrisas. Por el momento, todo tiempo presente resulta mejor que el pasado.

La felicidad fue redonda
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