Dichosos aquellos que entienden que la mejor riqueza para atesorar en la vida es el tiempo. Lo material se reemplaza con lo material; pero ¿con qué reemplazas el tiempo que desperdiciaste y que nunca volverá?
Por allá entre los años 65 y 8 A.C. acuñó Quinto Horacio Flaco, un análisis sobre esta idea en su Oda a Leucónoe que entre algunos de sus versos decía:
“No pretendas saber, pues no está permitido,
el fin que a mí y a ti, Leucónoe,
nos tienen asignados los dioses,
ni consultes los números Babilónicos.
Mejor será aceptar lo que venga,
ya sean muchos los inviernos que Júpiter
te conceda, o sea éste el último,
el que ahora hace que el mar Tirreno
rompa contra los opuestos cantiles.
Sé mesurada, filtra tus vinos
y adapta al breve espacio de tu vida
una esperanza larga.
Mientras hablamos, fluye el tiempo envidioso.
aprovecha el día. Captúralo.
No te fíes del incierto mañana.”
También la Biblia en el Libro Eclesiastés 3: 1-21 aborda esta temática: “Todo tiene su tiempo bajo el cielo…”
La pregunta que quisiera trasmitirle para autoevaluación querido lector es: ¿aprovecha usted su tiempo?
Una sola respuesta tenemos segura en la vida desde el momento de nacer y es que no somos eternos. Que la vida es un regalo y debemos ser agradecidos con lo mucho o lo poco que tenemos, aclarando que el entendido de la frase anterior es una mera cuestión de perspectiva.
Todos tenemos un destino que cumplir, que nos es dado por autoridad divina. De nosotros depende cómo será escrita nuestra historia en el libro de la vida, encender una llama que no pueda ser apagada.
No contemos la vida por los años, contemos la vida por los hechos, las experiencias que tuvimos, el legado que creamos y lo que pudimos aportar al mundo y a la humanidad.
Inevitablemente un día despertaremos y tendremos más tiempo vivido que tiempo por vivir.
Para Horacio la mesura y la moderación debían regir la vida de Leucónoe, pero no para preocuparse por el futuro que le estaba prohibido conocer, sino para saber aprovechar la juventud y lo mejor de la vida. Escoge el vino añejo, ese sobre el cual el tiempo ha tenido efectos positivos y en ese breve espacio presente y real en el que te encuentras realmente vivo, mantén a futuro una esperanza larga de vida, aunque esta sea incierta.
Aprovechemos nuestro tiempo, y tallemos nuestro nombre en las estrellas que nunca dejan de brillar y se perciben mayor claridad en las noches más oscuras y no dejan de existir a pesar de las noches más nubladas.
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Oreste del Río Sandoval es ministro consejero en temas Políticos y Económicos de la Embajada de Panamá en Emiratos Árabes Unidos.