martes. 19.03.2024

Las comidas que anhelamos

"Yo también echo menos de menos ciertos productos. Pero, si soy sincera, tengo más ganas de comer una paella de mi padre o tortilla de mi madre por el sabor a hogar que tienen que por el ágape que suponen"

Hace más de un año que comparto experiencias como expatriada en el Golfo con vosotros y todavía no había hablado de este tópico, de las comidas que anhelamos cuando vivimos lejos de nuestra tierra.

Esta semana una compatriota publicó en el grupo facebook de 'Españoles en Qatar' una noticia que causó sensación entre toda la comunidad: Carrefour ha introducido, entre su línea de productos, alimentos españoles que hasta ahora no podíamos adquirir en el país. Y no es que no los comiéramos aquí sino que cada viaje desde España volvíamos con las maletas cargadas, cada cual con sus preferencias. Es muy gracioso ver las despensas de mis paisanos (intuyo que algo similar sucederá en las de los latinos). Además de alcohol, suelen almacenar latas y latas de berberechos, mejillones, almejas y otros. Colacao, tomate frito, queso manchego y hasta lentejas de España he llegado a ver. Por supuesto, no suele faltar una cierta cantidad de un animal cuyo consumo es totalmente haram.

Yo también echo menos de menos ciertos productos. Pero, si soy sincera, tengo más ganas de comer una paella de mi padre o tortilla de mi madre por el sabor a hogar que tienen que por el ágape que suponen. Y no comer cerdo no me supone ningún trauma. Es más, fui vegetariana durante seis años y nunca lo eché en falta.

Recuerdo una escena en la película de Elvira Lindo 'La vida inesperada', en la que Javier Cámara interpreta a un expatriado en Nueva York. Cuando su primo llega de visita lo primero que hace es ofrecerle el paquete que le envía su madre desde España. Colacao y jamón le lleva, entre otros productos. La escena es entrañable, como lo es toda la película. Pero yo me pregunto, ¿realmente le emociona el sabor a chocolate en la leche o es lo que este representa? ¿No será que anhelamos las sensaciones que experimentábamos al tomar ese colacao?

¿Son estos sabores un anclaje emocional? Sí, quizá nos entusiasmemos pensando que ahora podemos comprar en el país latas para preparar aperitivos. Pero es posible que lo que queramos sea conectarnos con otros momentos vividos, con algunos aperitivos de nuestro pasado. Otros tiempos que fueron buenos y que nuestra memoria ha convertido en todavía mejores. Sí, la paella de mi padre no es solo esa paella. Supone domingos de reencuentros y celebraciones. Mis padres y mi hermano alrededor de la mesa y, a veces, más comensales con los que disfrutar y compartir. Estoy convencida de que esta es la primera razón por la que anhelamos los productos a los que es difícil acceder aquí. Son anclajes emocionales.

El segundo motivo es es la atracción por lo difícil y más todavía por lo prohibido. El hecho de que el alcohol y el cerdo estén censurados los convierte en productos apreciados.

La experiencia gastronómica en sí es -creo yo- la última de las razones por las que anhelamos ciertos alimentos.

Y dicho eso, y tras haberme puesto un poco ñoña por lo del sabor a casa que nos traen ciertas comidas, voy a lanzar una petición por si me oyen los señores de Carrefour. O de cualquier otro punto de distribución. O los de las heladerías. Por favor, traigan horchata al país. O elabórenla, que es muy fácil. Todavía no sé cómo puedo seguir viviendo en un país donde no se vende ni se sirve esta delicia de bebida. Ahí lo dejo. 

Las comidas que anhelamos
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