jueves. 28.03.2024

Descansando en Salalah

"Omán invita a quedarse una temporada. Además, esta zona del sur, con su microclima particular, ofrece un contexto estupendo para descansar de nuestra vida en el desierto"

Cinco días son los que estoy disfrutando en Salalah, en un rincón paradisiaco al sur de Omán. Me lo tomo como uno de mis últimos caprichos de esta temporada, de mi vida en Qatar.

Es la segunda vez que viajo a Omán y ambas he tenido la sensación de que este país es muy diferente a Qatar y a lo que yo conozco de Emiratos. Que Salalah sea distinto se podía esperar. Es una ciudad pequeña, situada en un entorno delicioso (comparado con el árido desierto), extendida de manera longitudinal entre una banda de playas y otra de montañas. Esas montañas reverdecerán en pocas semanas y convertirán estos paisajes en un enclave único donde poder disfrutar de la naturaleza lejos de las temperaturas infernales a las que nos tiene acostubrados el Golfo. Supongo que habría sido mejor escoger otra fecha para poder visitar parajes, wadis y montañas. Pero justamente en ese florecido verano no se puede bucear, de hecho, a finales de mayo, concluye la estación.

A lo largo de varias inmersiones he podido disfrutar de la belleza que ofrece este Océano Índico en su interior, un mar más agitado que el Golfo en el que vivo o que mi Mediterráneo natal. Y sobre las inmersiones, la versión oficial es que he disfrutado totalmente de todas las sesiones de buceo. La realidad es que he sufrido percances de novata. Nada peligroso porque siempre me mantengo pegada al instructor, pero he tenido momentos desagradables, como cuando vomité dos veces, el primer día. El vaivén del barco había revuelto mi estómago, que cada vez me dolía más y sucedió buceando. No me puse nerviosa porque sabía que no corría peligro (al contrario de lo que anuncia la creencia popular). Bueno, no voy a darle más importancia a esto, prefiero quedarme con el recuerdo de todos los bancos de peces que paseaban, casi danzando, delante de nosotros; de las morenas y de su cara de mala uva; de la vegetación marina y hasta de las tortugas. Y sí, han valido la pena los descensos.

De la ciudad, hemos visitado el zoco, que mantiene su sabor tradicional y a la vez ha sabido adaptarse a la demanda de los turistas, tanto en su forma como en sus productos. Cada zoco es diferente. A este lo definían unas callejuelas ortogonales y los puestos menos ostentosos que en otros lugares. Además de los productos típicos, como pashminas, figuritas de camellos o imanes con el nombre del país, había muchos puestos donde vendían los típicos gorros omaníes. También abundaban las fragancias con base de aceite y el incienso, la mayoría de ambos, con una base de fragante oud, que perfumaba todo el recinto.

La segunda mitad de estos días la estoy disfrutando con mi amiga y tocaya, que ha venido desde Doha. Y menos mal, porque hasta que llegó ella, todo lo que hice fue descansar. Parar, respirar, relajarme, dejarme sentir y descansar. Tomando el sol en la playa, leyendo en la piscina o fumando shisha en la terraza del hotel. Mi cuerpo y mi mente solo pedían un descanso. ¿Y no os pasa a quienes vivís en el Golfo que os sentís cansados a menudo? Este es un tema de conversación recurrente entre nosotros. Y existen muchas hipótesis que tratan de explicar este hecho. Que trabajamos muchas horas, que el calor nos agota, que no convivimos con la naturaleza, que el tráfico nos desgasta, que nuestros empleos nos consumen... El caso es que la sensación de cansancio nos suele perseguir a casi todos.  Por eso me voy a tomar un descanso en breve, un descanso largo.

Y volviendo, a Salalah, estos dos viajes han sido suficientes para que Omán me haya cautivado. Y no descarto en un futuro (más bien, lejano) trabajar una temporada en Mascate. Dicen quienes han vivido allí que la vida es más suave y más tranquila. Cuenta la leyenda que los omaníes, por lo general, son más afables que los naturales de otras nacionalidades. Los sueldos, más bajos que en Qatar o Emiratos, pero la calidad de vida es más alta. El día a día, menos duro. Además, hay montañas, más naturaleza y más espacios verdes.

Cuando visito un lugar, suele venir a mi mente uno de dos pensamientos. Una veces, "yo aquí no viviría". Otras, el contrario. Omán es de los que invitan a quedarse una temporada. Además, esta zona del sur, con su microclima particular, ofrece un contexto estupendo para descansar de nuestra vida en el desierto.

Y así ha sido mi escapada a Omán. ¿Tú lo conoces? ¿Vives allí? ¿Qué tal es tu experiencia? 

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En la imagen superior, plena naturaleza y verdor en Salalah. (The breathtaking 'Jungle of Arabia)

Descansando en Salalah
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