sábado. 20.04.2024

Enamoradas de lo árabe

"La comida. Apreciar la gastronomía local es una cuestión que engloba a los amantes de lo árabe, a los indiferentes y a muchos de los quejumbrosos"
Los templos siempre tienen una especial atracción

Hoy me apetece escribir sobre un perfil de persona (por lo general, féminas) que llega a Qatar con gran avidez por conocer la cultura árabe. Hágase extensible al resto de países de Oriente Medio. 

Estadísticamente son pocas. La mayoría se quejan. De la vida aquí, del desierto, de las restricciones que impone el dress code, del idioma, de las costumbres, del clima y otra vez, del puñetero desierto.

Por haberme cruzado con una mayoría de personas con este perfil que son mujeres, voy a escribir en femenino, pero me refiero a ambos sexos. Aunque voy a exponer la parte graciosa del asunto, yo creo que existe una explicación y es que las mujeres solemos tener más empatía y estamos más dispuestas a entender y a amar a los «diferentes». 

La persona en cuestión aterriza buscando amigos árabes, deseosa de profundizar en la cultura musulmana. Cuando lo consigue, expone mil preguntas y curiosidades, es cuidadosa al demandar información pero a veces, indiscreta. Y suele exclamar «¡oh, qué interesante!»; «me encanta conocer otras culturas»; «¡qué parecidos somos todos los mediterráneos, los de las dos riberas!». Suelen tener un momento de éxtasis al descubrir la influencia en nuestra lengua del árabe. Pues claro, fueron ocho siglos de convivencia, amor y desamor en parte de la Península Ibérica, ¡cómo no iban a dejar huella! Encuentran hábitos, costumbres y comidas que adquirimos por ósmosis durante aquellos siglos y se sienten entusiasmadas.

La segunda característica es que les interesa el idioma. El árabe les suena bien y las apasionadas más radicales deciden estudiarlo. Insisto, deciden…

Sienten atracción por los o las árabes. Esto es algo que sus amigas nunca llegan a entender y quizá tampoco ellas mismas. Por parte de los chicos, también se despierta una especie de atracción, es fácil sentirse seducido por lo prohibido y el hijab o la abaya no lo impiden. Una vez me dijo un compañero de trabajo que la abaya era como un papel de regalo, que hace más interesante a lo que hay dentro y estimula la imaginación. Dicho sea desde el respeto, claro. Un amigo me explicó cómo se sitió hipnotizado por una chica que vestía abaya y al caminar, se deslizaban, como en un baile, las telas de sus vestidos, dejando adivinar los color de éstos.

Se produce una atracción especialmente por los autóctonos. Y esto se amplía no solo a las más enamoradas de lo árabe sino a un mayor grupo de señoras occidentales. Y es que el traje nacional, ese aroma a perfume y a incienso y las barbas recién perfiladas, pues tiene su punto. Dicho sea desde el respeto, claro.

La comida. Apreciar la gastronomía local es una cuestión que engloba a los amantes de lo árabe, a los indiferentes y a muchos de los quejumbrosos. Cuando las descubren se preguntan cómo podían haber vivido hasta ahora sin hummus, motabel, kofta, shawuarma y demás platos típicos de Oriente. Por cierto, aquí no hay couscous, este ágape se quedó en el norte de África

Hablando del norte de África, cuando las apasionadas de lo árabe van profundizando, descubren cuán diferente es el Magreb de Oriente Medio; que el Golfo no tiene nada que ver con el Levante del Mediterráneo y que cada país y cada zona son diferentes entre sí. En cuanto a costumbres, rasgos físicos, forma de hablar el árabe, maneras de vivir el Islam, vestimenta, etcétera, etcétera. 

Para terminar con las características de estas enamoradas, suelen compartir la intención de escribir un libro sobre sus vivencias en este lado del mundo. Algunas lo empiezan y existen, incluso, quienes lo culminan. Yo quiero mandarles a ellas –y a ellos- un abrazo por la actitud que denotan. Porque pueden resultar cansinas en algún momento para quienes están a su alrededor, pero esta inquietud por descubrir todo lo árabe es positiva. Disfrutan de su vivencia, desarrollan una actitud de tolerancia, aprenden, comprenden y empatizan. 

Y, como toda pasión, decrece con el tiempo y con las experiencias. Puede llegar a convertirse en indiferencia, en hastío o en amor. Sin duda, será un sentimiento más profundo, sereno y pausado. Vivir en una eterna pasión y estado de entusiasmo desmedido es agotador y lo sé porque yo era una apasionada de todo lo árabe.

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Enamoradas de lo árabe
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