sábado. 20.04.2024

Al oeste de Córdoba, la vieja capital de Al Andalus, se extiende el mayor arrabal islámico medieval de Europa. Sus enigmas han permanecido enterrados durante mil años. Hasta que a principios del tercer milenio el desarrollo urbano de la ciudad empezó a resucitar un mundo subterráneo sorprendente. Se tenían noticias documentales de la existencia de un barrio popular que emergió extramuros entre el siglo IX y X a la estela de la ciudad califal de Medina Azahara. Pero las excavaciones arqueológicas han arrojado luz sobre una realidad urbana más compleja, extensa y sofisticada de lo que inicialmente se preveía.  

Un equipo de arqueólogos, bajo la dirección de Cristina Camacho, trabajó durante 8 años en el subsuelo del arrabal oeste de Córdoba. Los resultados son excepcionales. Y constituyen el relato más exhaustivo y documentado sobre la vida doméstica de la que entonces era una de las ciudades más avanzadas del planeta. Gracias a su metódica labor, hoy sabemos cómo cocinaban, dónde dormían, cómo se lavaban, en qué mercado compraban y qué trazado urbano daba forma a los barrios populares donde vivía la gente corriente de Al Andalus. 

Las casas de Al Andalus contaban con patio donde
Las casas de Al Andalus contaban mayoritariamente con patio, pieza clave de la vivienda. (Cedida)

La prospección arqueológica ha pulverizado algunas de las ideas preconcebidas que se tenían sobre la urbe islámica. Por ejemplo, que el trazado estaba compuesto de callejuelas intrincadas y estrechas. El arrabal oeste presentaba una planimetría opuesta. Las calles excavadas desvelan un viario amplio, de hasta seis metros de ancho, y un urbanismo ordenado con un sistema de conducciones de aguas residuales perfectamente estructurado, tal como recoge el libro ‘Historia y arqueología de la vida en Al Andalus’, firmado por Cristina Camacho y Rafael Valera. 

La inmensa mayoría de las casas disponía de patio central y un pozo de agua que abastecía a cada familia para la higiene personal y el consumo

“No son casas surgidas de improviso”, asegura la arqueóloga. Bien al contrario, responden a un proyecto planificado. Las viviendas tenían una superficie dispar. Las había de apenas 30 metros cuadrados y otras de hasta 200. Pero la inmensa mayoría disponía de patio central y un pozo de agua, que abastecía a cada familia del líquido elemento para la higiene personal y el consumo. También incluían letrinas y un sistema de evacuación de residuos que previsiblemente vertía a arroyos cercanos o al río Guadalquivir. Los pozos ciegos estaban cubiertos por una losa de pizarra y eran liberados regularmente. 

Algunas de las viviendas documentadas disponían de aljibes y la mayor parte de ellas incluían zaguán, cocina y alcoba. Era frecuente el uso de anafres u hornillos portátiles de cerámica para guisar. Los investigadores han clasificado millones de fragmentos de cazuelas, vasijas y ollas, muchas de las cuales se conservan almacenadas en el Museo Arqueológico de Córdoba. Un gran salón articulaba la casa y en un lateral se ubicaba la alcoba, separada por un muro o una cortina. Sus moradores dormían en camastros de madera o jergones de lana. 

Vida en Al Andalus (1)
Alcoba de la época, que recuerda a las que hoy tienen algunas viviendas en países árabes. (Cedida)

El barrio contaba con pequeñas mezquitas, zocos y baños públicos, cuya función, más que puramente higiénica, era social y de interrelación humana con otros vecinos. Se han registrado algunos ‘funduq’ provistos de patio central, alrededor del cual se organizaban habitaciones usadas como tiendas. También han sido examinados algunos cementerios integrados en la trama urbana. Los cuerpos se enterraban en pequeñas fosas cubiertas con tejas y todos ellos en dirección a la Meca, tal como manda el precepto islámico. 

La cifra global de habitantes para Córdoba de se sitúa en torno a las 300.000 personas: “Y ya era una barbaridad para la época, solo comparable con la ciudad de Bagdad"

Los investigadores no tienen constancia de que el arrabal hubiera sido proyectado por una institución pública municipal. Cristina Camacho baraja la hipótesis de promotores privados vinculados a la aristocracia cordobesa, que vendían el terreno por lotes. Sí está identificado el papel del almotacén o inspector de los mercados y talleres encargado de contrastar los pesos y las medidas. “El concepto de propiedad privada del islam es diferente. Entonces prevalecía el interés de la ‘umma’ o comunidad islámica”, precisa la arqueóloga. 

Los trabajos de prospección arqueológica se desarrollaron sobre un amplio área de unos 80.000 metros cuadrados, lo que representa una pequeña porción de la superficie real que previsiblemente ocupó el gran arrabal de occidente. Los investigadores no se atreven a especular con el número de hectáreas que verdaderamente conformó el barrio. Tampoco arrojan una cifra aproximada de población. “Es muy difícil de calcular”, afirma Camacho. Hay que tener en cuenta que las viviendas eran de una sola planta y que cada unidad familiar estaba integrada de 4 o 5 personas. 

Excavaciones en Córdoba. (Cedida)
Excavaciones en Córdoba. (Cedida)

La directora de la excavación sí acepta una cifra global de habitantes para Córdoba en torno a las 300.000 personas. “Y ya era una barbaridad para la época, solo comparable con la ciudad de Bagdad”, sostiene. El equipo bajo su mando ha logrado registrar un total de 257 viviendas a lo largo de toda la campaña arqueológica. La inmensa mayoría de los restos documentados fueron destruidos posteriormente y hoy yacen bajo zonas residenciales y la ronda oeste de la ciudad.  “Queda muy poco conservado y un pequeño área de reserva arqueológica donde se podría intervenir en el futuro”, señala. 

El libro 'Historia y arqueología de la vida en Al Andalus', firmado por Cristina Camacho y Rafael Valera, incorpora una parte novelada para hacer la lectura más amena, asequible y comprensiva

La demolición de este inmenso arrabal de Córdoba, uno de los más importantes de la Europa islámica, ya desencadenó hace años un controvertido debate entre especialistas sobre la idoneidad de haber puesto en valor una parte del yacimiento como testimonio de la vida cotidiana andalusí. “Se perdió una oportunidad”, lamenta Cristina Camacho, “aunque aún estamos a tiempo porque hay varias zonas sin excavar”. 

Para facilitar la comprensión de las aportaciones arqueológicas y reconstruir la vida ordinaria de los habitantes de Al Andalus, Cristina Camacho y Rafael Valera se han servido de herramientas de representación en 3 D. Todo ese ingente material gráfico, con escenas simuladas de la vida doméstica del siglo X,  se ha ido publicando en la página de Facebook ‘Ronda Oeste. Arrabales occidentales de Madinat Qurtuba’, que cuenta con más de 1.500 seguidores. El objetivo de los arqueólogos es ampliar la capacidad divulgativa a un público no especializado y, por tanto, no familiarizado con el lenguaje técnico. De hecho, el libro recién publicado por la editorial Almuzara incorpora una parte novelada para hacer la lectura más amena, asequible y comprensiva. 

Así era la vida cotidiana en Al Andalus
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