martes. 19.03.2024

¿Se escribe Abu Dhabi o Abu Dabi? ¿Burj Khalifa o Burch Jalifa? ¿Sheikh Zayed o Sheij Zayed? ¿Noor o Nur? La respuesta no es simple. Primero porque las correspondencias fonéticas del árabe al español no son, en modo alguno, exactas. Hay sonidos iguales o similares, pero otros muchos difieren notablemente del español. Y segundo porque ni los propios especialistas han consensuado una tabla de equivalencias estable. 

El resultado es, generalmente, un batiburrillo confuso de transcripciones, que varían ostensiblemente de un texto a otro. Hay un problema básico de origen: el inglés ha impuesto su transliteración fonética a todas las demás lenguas. Pongamos dos ejemplos sencillos. El fonema “j” [jamón] lo transcribe sistemáticamente como “kh”. El inglés no tiene ese sonido, pero el español sí. De resultas, acabamos  pronunciando “sheik” cuando, en realidad, el grupo fonético es “sheij”. 

Igual sucede con el fonema “y” [yo, yema], que en inglés transcriben siempre con “j”. De tal forma que “yabal” [montaña] es representado como “jabal” con la consiguiente confusión fonética. Mucho más claro es el uso de la doble “ee” y la doble “oo” para expresar las vocales “i” y “u”. El español dispone de ambos fonemas y en ningún caso debería utilizar la forma inglesa. Nos referimos, por ejemplo, a vocablos como “yamil” [bello] o “nur” [luz], que habitualmente aparecen escritos en su versión inglesa como “jameel” o “noor”. 

La transcripción francesa también distorsiona con frecuencia la grafía española. Ocurre, por ejemplo, en el caso de “ou” para expresar el fonema “u”. En español ya tenemos esa vocal y no hay por qué usar la versión francesa. Así pues, en lugar de “Oued Laou” [topónimo de la costa del Rif marroquí], es preferible usar “Ued Lau”. También utilizan el grupo consonántico “dj” para representar el fonema “y” [yo, yema] en el ejemplo anteriormente expuesto de “yabal” [montaña]. 

Existen multitud de tablas de correspondencias fonéticas que pueden guiarnos a la hora de transcribir correctamente el árabe. Aquí enlazamos una bastante simple, que establece las equivalencias entre el inglés, el francés y el español. No figura la grafía árabe para que pueda ser usada también por quienes no conocen el alifato. En este link también se recoge un listado más complejo de correspondencias fonéticas e incluye el alifato árabe. Este último contiene además una breve explicación histórica y algunos ejemplos útiles de los fonemas más conflictivos. 

El inglés ha impuesto su transliteración fonética a todas las demás lenguas

La deficiente transcripción del árabe al español ha provocado no pocos malentendidos, algunos de carácter diplomático. En la segunda mitad del siglo XX, la embajada de Arabia Saudí mandó una nota de protesta a TVE enojada porque el rey Jaled aparecía en los informativos una y otra vez como rey “Kaled” . La confusión venía derivada del dichoso uso de la transcripción inglesa “Khaled”, que, como hemos indicado anteriormente, representa el fonema “j” con el grupo consonántico “kh”. El presentador del Telediario, en toda lógica, leía “Kaled”. Y cuando finalmente TVE corrigió la transcripción y usó en el texto correctamente Jaled, el conductor del informativo leía “Yaled”, contaminado también por la fonética inglesa.

Por esa razón, algunos arabistas consultados por EL CORREO DEL GOLFO son partidarios de “transigir” con algunas transcripciones fonéticas del inglés. Y concretamente con el grupo consonántico “kh” en representación del fonema “j” [jamón]. Antiguamente se utilizaba la grafía “x” pero ya está en claro desuso. Según estos especialistas, gran parte de los hispanohablantes “son incapaces de pronunciar la “j” castellana” y, por tanto, el fonema resultante suele ser una hache aspirada. Además, insisten, la grafía “j” ya es pronunciada en su sonido “y” [yo, yema] por muchos españoles, tal como hemos señalado en el párrafo anterior referido a la anécdota de TVE. 

También son partidarios del uso de la inglesa “sh” en lugar de la española “ch” porque la letra “shin” árabe es fonéticamente más cercana a la fricativa postalveolar [“show”] que a la africada [“chico”] que utilizamos en España de manera generalizada, salvo en zonas de Sevilla, Cádiz y Málaga. Igualmente defiende el uso del dígrafo inglés “th”, en lugar de “z”, como sería su transcripción ortodoxa. Según argumentan, en muchas partes del mundo árabe el fonema en cuestión tiende más al sonido “t” que al “z”. Por ejemplo, “talata” [tres], en lugar de “zalaza”, tal como obligaría una transliteración directa del árabe clásico. Donde no transigen es con la doble “ee” para “i” ni con la doble “oo” para “u”. “Eso es un disparate”, declaran tajantes. 

La cosa se complica si diferenciamos los usos fonéticos del árabe magrebí y el oriental, pero en ese territorio no es conveniente entrar por su complejidad. En el Magreb, valga el ejemplo, se escribe el nombre propio Mohammed con una sola “eme” [“Mohamed”] cuando, en realidad, la consonante está duplicada.  

El fonema “ain” no existe en español. Y para su representación los criterios son dispares. Hay quien duplica la vocal [“Sanaa”], coloca una tilde [“Saná”] o introduce un apóstrofo [“San’a”]. Esta última opción es la preferida por algunos arabistas, aunque la RAE recomienda la versión acentuada en el caso de la capital de Yemen.  

La Embajada de Arabia Saudí mandó una nota de protesta a TVE enojada porque el rey Jaled aparecía en los informativos una y otra vez como rey Kaled

La casuística es amplia y resulta inviable abordarla en un reportaje como este que pretende ser meramente divulgativo. Solo añadiremos tres casos más, referidos a tres topónimos muy conocidos en Emiratos. Para muchos manuales, la forma correcta de escribir la capital de Emiratos sería Abu Dabi y no Abu Dhabi, que en español perdería directamente la “h” porque no añade nada a la pronunciación. La “ta marbuta” de final de palabra no tendría representación gráfica en español [“h”]. Es el caso de Ras Al Jaima, en lugar de Ras Al Jaimah o Ras Al Khaimah, que es como se escribe en inglés. Finalmente, el fonema “y” [yo, yema] cuando va a final de palabra es preferible, según algunos manuales, representarlo con el dígrafo “ch”, cuyo sonido se acerca mucho más al original árabe. Nos referimos, por ejemplo, al supuesto de Burch Jalifa, en lugar del comúnmente usado Burj Khalifa. 

Como norma general, los topónimos solo se transcriben cuando no tienen nombre acuñado en español. Los principales topónimos aceptados por la “Ortografía de la Lengua española” son los siguientes:  Abu Dabi, Amán, Arabia Saudí, Argel, Argelia, Bagdad, Baréin, Beirut, Catar, Damasco, Doha, Egipto, El Cairo, Emiratos Árabes Unidos, Irak, Israel, Jartum, Jerusalén, Jordania, Kuwait, Líbano, Libia, Manama, Marruecos, Mascate, Mauritania, Nuakchot, Omán, Rabat, Riad, Saná, Siria, Sudán, Trípoli, Túnez y Yemen. Pero, además, muchas ciudades de Marruecos, Argelia y Túnez tienen nombre español desde antiguo: Alcazarquivir, Alhucemas, Arcila, Bujía, Cairuán, Casablanca, Chauen, Fez, La Goleta, Larache, Marraquech, Mazalquivir, Mequinez, Mostagán, Nador y Orán. Conviene, por tanto, no transcribirlos ni usar la versión francesa

¿Se escribe Noor o Nur? ¿Burj Khalifa o Burch Jalifa? ¿Abu Dhabi o Abu Dabi?
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