El partido-milicia chií libanés Hezboláh ha lanzado decenas de cohetes Katyusha contra el kibutz de Matzuva, situado en la región de Galilea occidental, en el norte de Israel, después de dos días sin realizar ataques como consecuencia del luto por la muerte del jefe militar y 'número dos' del grupo islamista, Fuad Sukr, en un bombardeo israelí contra Beirut, la capital de Líbano.
"Hemos disparado decenas de cohetes Katyusha contra el asentamiento sionista de Matzuva en respuesta al ataque israelí contra la localidad de Shama y el martirio de varios civiles allí", reza un comunicado de Hezboláh compartido por la cadena de televisión libanesa Al Manar, afín al grupo.
Además, el partido-milicia ha reclamado el lanzamiento de misiles antiaéreos contra cazas del Ejército de Israel que se encontraban sobrevolando el sur de Líbano, "obligándoles a retirarse" hacia territorio israelí.
Por su parte, el Ejército de Israel ha confirmado en su cuenta de la red social X la activación de alarmas aéreas en la mencionada región tras detectar "numerosos lanzamientos que han cruzado desde Líbano", y ha informado de que ha logrado interceptar algunos de ellos, mientras que el resto no han causado bajas.
"Cazas de la Fuerza Aérea han atacado una plataforma de lanzamiento de la organización terrorista Hezboláh desde la que se detectaron los lanzamientos desde la zona de Yatar, en el sur del Líbano. Poco antes, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) dispararon con artillería para eliminar una amenaza en las áreas de Ramish y Ramia en el sur del Líbano", han añadido las FDI.
Por otro lado, el portavoz del secretario general de la ONU, Stéphane Dujarric, ha pedido durante una rueda de prensa parar el "ciclo" de "contraataques, ataques", para volver a unas negociaciones políticas sobre la región.
El Ejército israelí y Hezboláh --respaldado por Irán y que cuenta con un importante peso político en Líbano-- mantienen una serie de enfrentamientos desde el 8 de octubre, un día después de los ataques perpetrados por Hamás, que se saldaron con cerca de 1.200 muertos y unos 240 secuestrados, según las autoridades de Israel.