jueves. 28.03.2024

El 24 de junio 2018 cientos de mujeres saudíes pudieron sentarse al volante por primera vez sin riesgo a ser detenidas. El levantamiento de la prohibición, aprobada por el régimen de Arabia Saudita casi un año antes, supuso un hito importante para las activistas que desde 1990 habían convertido en bandera esta reivindicación en un país en el que la mujer está sometida a la tutela masculina desde que nace hasta que muere.

La medida que permitía conducir a las mujeres se enmarcó en un programa reformista con el que el régimen saudí trató de envolver la designación del joven Mohammed Bin Salmán como príncipe heredero en 2017 dando muestras al mundo de un cierto aperturismo. Dentro de estas medidas, el régimen emitió un real decreto en el que instaba a las entidades públicas a que se abstuvieran de pedir la autorización de un tutor varón salvo para los servicios en que estuviera estipulado en el reglamento, pero ONGs como Human Rights y Amnistía Internacional dudan de su puesta en práctica.

Otras tímidas reformas aprobadas en 2018 como la autorización para que las mujeres puedan constituir su propia empresa, alquilar una vivienda sin permiso de su tutor y aspirar a obtener la custodia de sus hijos en caso de divorcio, son interpretadas por las organizaciones de derechos humanos como "una operación de lavado de cara" del régimen.

De hecho, la huida a principios de este año de la joven Rahaf Mohammed, que fue acogida en Canadá tras denunciar los supuestos abusos de su familia, han vuelto a poner en el foco en un país en el que la mujer se enfrenta a una situación de discriminación sistemática y violencia doméstica, atrapada en un sistema de guardianes en el que son consideradas menores legales permanentes.

Según dicho informe, ningún país restringe la libertad de movimientos como Arabia Saudita, un país en el que las mujeres no pueden solicitar un pasaporte sin la aprobación de su tutor y, en la práctica, a algunas mujeres se les impide salir de sus hogares sin permiso de su tutor. Tampoco tienen derecho las mujeres saudíes a elegir pareja para casarse y no existe una edad mínima para hacerlo.

Según informa la agencia de noticias Europa Press, Arabia Saudita criminalizó la violencia doméstica en 2013 pero los activistas han denunciado la falta de aplicación de la ley. Según el Programa Nacional de Protección de la Familia, un 35 por ciento de las mujeres han experimentado violencia.

El sistema de guardianes hace muy difícil para las víctimas buscar protección u obtener compensación judicial. Las que intentan huir de un marido o una familia abusiva pueden ser detenidas y devueltas a sus familias. Si huyen o son remitidas a refugios, no pueden marcharse a menos que se reconcilien con sus familiares o acepten un matrimonio concertado.

También se ha documentado por parte de Human Rights la discriminación sanitaria. Un código médico ético de 2014 elaborado por una institución estatal estipula que el consentimiento de la mujer debería ser suficiente para que reciba atención médica. Sin embargo, en la realidad depende de las normas internas de los hospitales el pedir consentimiento al guardián y el Gobierno no penaliza a los centros que lo hacen.

Arabia Saudita basa su sistema legal en la ley islámica, pero al contrario que otros países de mayoría musulmana, no cuenta con una legislación familiar escrita. Así, el derecho de las mujeres al divorcio está más restringido que en el caso de los hombres, quienes pueden divorciarse de forma unilateral y sin condiciones.  En cuanto a la tutela de los hijos, los tribunales pueden permitir a estos quedarse con sus madres tras el divorcio, pero ellas no tienen derecho a ser el guardián legal de los hijos. En general, una vez las niñas cumplen 7 años pasan a la custodia del padre y los chicos pueden decidir con 9 años con qué progenitor vivir. En lo relativo a la herencia, como en la mayoría de países islámicos, las mujeres solo heredan la mitad de lo que reciben los herederos varones.

En cuanto a las las prisiones y los centros de detención juvenil solo permiten a las mujeres salir bajo cuidado de un pariente varón. Las mujeres encarceladas cuyas familias rechazan liberarlas se ven obligadas a permanecer en prisión o en refugios hasta que se reconcilian u obtienen un nuevo guardián. Igualmente, las mujeres no pueden estudiar en el extranjero sin un consentimiento del guardián y las normas exigen que un pariente varón las acompañe durante sus estudios.

La mujer saudí ya puede conducir, pero no elegir con quién se casa
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