viernes. 26.04.2024

La cirujana española Lucía Heras no siempre quiso dedicarse a la medicina, de pequeña soñó con ser escritora, pero cuando a los 18 años le llegó el momento de elegir su profesión no titubeó ni un momento en anunciar a su familia su decisión de convertirse en médico, aunque sus padres tuvieran ciertas dudas cuando se matriculó en la Facultad de Medicina de Madrid. Fue allí donde demostró su empeño y dedicación por hacer realidad su deseo, pese a que, como ella misma cuenta, ser estudiante universitario durante la época de la transición española resultó ser un periodo complicado,lleno de movilizaciones y cambios.

Se licenció en 1980 y fue entonces cuando comenzó a formarse en cirugía general, plástica y estética e incluso acupuntura y mesoterapia, técnicas de moda por aquel entonces en España. Junto a su marido, médico también, fundó una clínica privada mientras trabajaba para la Seguridad Social, pero sus ganas de continuar aprendiendo nuevas técnicas en su profesión le hicieron chocar con la dura barrera de las “envidias entre médicos” y fue aquí cuando comenzó a tambalearse su visión de la medicina en España.

Con un inglés muy básico y dos niñas en la familia, decide salir de España para encontrar su verdadera especialidad y formarse en ella. Comenzó en la unidad de trasplante de riñón en Edimburgo, Escocia, para más tarde saltar a emergencias en la ciudad de Colchester, Inglaterra, y en donde, según recuerda Lucía, la experiencia le proporcionó un aprendizaje completo en técnicas de medicina elemental.

¿Qué le aportó su aprendizaje en Inglaterra?

Inglaterra me enseñó a ver la medicina de otra manera. No sólo aprendí la parte técnica, sino que recibí una visión mucho más amplia. Lo más importante en medicina es tener sentido común y un poco más, si cabe, en cirugía. Antes de empezar a realizar cualquier técnica quirúrgica, hay que pensar en el paciente y desgraciadamente en esta profesión hay mucho 'cowboy' que va con el cuchillo en la mano y que no evalúa las consecuencias en ese paciente en concreto. Entrar en el quirófano no es la solución para todo.

"Desgraciadamente en esta profesión hay mucho 'cowboy' que va con el cuchillo en la mano y que no evalúa las consecuencias en ese paciente en concreto"

¿Cuándo tomó conciencia de cuál era su verdadera especialidad?  

Lo primero que tuve claro era que quería ser cirujana. Durante este tiempo me di cuenta que lo que más echaba en falta era el olor a quirófano. Es un olor muy especial, un conjunto entre el material que utilizamos, el olor que desprenden las personas y los antisépticos. Por otro lado, descubrí que la cirugía general no me gustaba del todo, abrir a un paciente para buscar los motivos de la dolencia, no iba conmigo. Yo necesito planificar y en traumatología así se hace.

Y dentro de traumatología, ¿por qué la mano?

En Inglaterra estuve ayudando a un gran cirujano de mano y ahí descubrí la delicadeza que se necesita en esta especialidad, un trabajo tranquilo, en un ambiente relajado que te permite pensar y esto me fascinó. Así que no dudé en ir como voluntaria al Royal Nacional Hospital en Londres y terminar de especializarme ya que, la mano, es la parte del cuerpo de mayor complejidad. No hay que olvidar que reúne parte de trauma y plástica. Recuerdo que durante un tiempo me tocó hacer muchas caderas y rodillas, hasta que finalmente conseguí mi plaza de especialista y estuve trabajando en el Central Middlesex Hospital y de ahí a Newham Hospital, ambos en Londres.  En Reino Unido trabajé cerca de 20 años.

¿Por qué dejó Londres para venir a Emiratos Árabes Unidos? 

En el último periodo de mi estancia en Inglaterra las decisiones políticas provocaron grandes cambios en la sanidad inglesa, dificultándonos mucho nuestra labor y fue, en aquel preciso momento, cuando le llegó una oferta a mi marido desde Abu Dhabi. Confieso que tuve que ubicarlo en el mapa y me entró la gran duda si todas las mujeres debían ir cubiertas en este país. Era algo que yo no quería. Por aquel entonces mi única experiencia en Oriente había sido en la Franja de Gaza, donde llevé a cabo trabajos humanitarios. Una experiencia increíble pero donde no tuve que cubrirme la cabeza en ningún momento. Finalmente, aterricé en Abu Dhabi en el 2008 y me gustó, era una ciudad muy tranquila y familiar, donde se respetaba la forma de vivir de las mujeres extranjeras, así que empecé a trabajar en el mismo hospital que mi marido, Sheikh Kaliha.

¿Cómo encontró el departamento de mano en este hospital?

En Abu Dhabi no se conocía la unidad de mano como tal y tuve que ponerla en marcha. Trabajé con ortopedas y plásticos conjuntamente, pero al ver el poco conocimiento que había en esta especialidad y las auténticas locuras que se hacían, me vi en la necesidad de organizar cursos de formación. Llegamos a tener dos cursos anuales en la capital de EAU. 

¿Ya había estado antes involucrada en la enseñanza?

Inglaterra también me proporcionó acercarme a la docencia. Me impliqué en los constantes cursos y congresos médicos, incluso fui examinadora en la universidad. Cuando dejé Abu Dhabi para trabajar en el emirato de Dubai, y con la ayuda de un amigo emiratí, especialista en plástica, comenzamos a celebrar un Congreso de Mano anual en la ciudad con la participación de reconocidos ponentes de todo el mundo, EEUU, Inglaterra e incluso compañeros españoles.

"Recuerdo a un paciente que nos llegó porque había metido la mano en una hormigonera, traía el músculo y los huesos destrozados, estuvimos dos horas quitándole cemento"

¿Qué tipo de trauma es el más frecuente en EAU?

Una de las cosas que más llamó mi atención fue el trauma tan severo que me encontré por la falta de seguridad en el trabajo y por los numerosos accidentes en el desierto, de tráfico y náuticos. Recuerdo a un paciente que nos llegó porque había metido la mano en una hormigonera, traía el músculo y los huesos destrozados, estuvimos dos horas quitándole cemento. Este tipo de casos ya no los ves en Inglaterra o en España, allí la seguridad está muy controlada, sin embargo, a este país todavía le falta para ponerse al mismo nivel. 

¿Cómo ha evolucionado su especialidad en estos 10 años?

Gracias a nuestro Congreso sobre Mano, la unidad comenzó a conocerse en los Emiratos y las cosas empezaron a cambiar positivamente. Al principio, me resultaba muy difícil encontrar el material que necesitaba o tardaban mucho tiempo en traérmelo de fuera del país. Ahora las placas pequeñas o las prótesis de dedo o nudillo, por ponerte un ejemplo, las tengo disponibles de un día para otro en el hospital.

En la actualidad, la cirujana española Lucía Heras tiene consulta en el Burjeel Hospital de Dubai, donde recibe a pacientes de dentro y fuera de los Emiratos Árabes Unidos, especialmente de Omán, Kuwait y Arabia Saudita. Pero también visitan su quirófano militares que se encuentran en zona de conflicto así como deportistas y artistas que vienen a EAU para desarrollar su trabajo y necesitan de su profesionalidad.

Sin duda, aquella decisión que tomó Lucía en su juventud de dedicarse a la medicina fue la más acertada. Un auténtico placer poder contar con sus conocimientos y experiencia en Emiratos Árabes Unidos.  

La cirujana española Lucía Heras hace historia en la medicina de Emiratos Árabes
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