jueves. 25.04.2024

Numerosos camiones aguardan ante las gasolineras la llegada del gasoil. (Celia HK) 1 Numerosos camiones aguardan ante las gasolineras la llegada del gasoil. (Celia HK) 1

(Texto: Rafael P. Unquiles en ABC; fotos: Celia HK) Atravesar la República Islámica de Irán ha resultado muy complicado. En principio estaba previsto dedicar un par de jornadas, pero al final han sido necesarios invertir cinco días para superar los más de 2.500 kilómetros que separan la ciudad de Maku, situada en el norte del país junto a la frontera con Turquía, del puerto de Bandaar Abbas en el Golfo Pérsico, donde actualmente se encuentran los integrantes de la expedición Huelva-Dubái a la espera de embarcar –por fin- hacia los Emiraros Árabes Unidos.

La meta está casi al alcance de la mano. Pero eso no quiere decir que no se presenten los más insospechados problemas. Hasta puede ocurrir que en un territorio que se encuentra en las primerísimas posiciones del ranking mundial de productores petróleo te quedes sin combustible. En este caso, sin gasoil.

Aquí no valen las previsiones. Te dicen que de Esfahan a Bandaar Abbas hay 800 kilómetros y después resulta que son 1.300. Y puedes contar con reservas más que suficientes de gasoil y verte de pronto parado junto a la carretera sin apenas diésel después de intentar repostar en cinco o seis gasolineras en las que te comunican que no tienen en sus depósitos ni un litro. Y cuentan la verdad: la evidencia se halla en la kilométrica cola de camiones que aguarda con paciencia ante cada estación de servicio la imprevisible llegada de las cisternas portadoras del maná.

La presencia de tiendas al borde la carretera es permanente entre Jarhom y Lar es permanente. (Celia HK) La presencia de tiendas al borde la carretera es permanente entre Jarhom y Lar es permanente. (Celia HK)

Pero si el tiempo apremia hay que improvisar. Y en el caso de que no se encienda la bombilla, o no surja de la nada un bidón de gasoil, no queda otra opción que rezar para que alguna buena persona te eche un cable. Y lo curioso es que las plegarias también funcionan en la tierra de Alá. Una vez explicada la situación, puede ser que un iraní acerque su furgoneta a la acera y extraiga de su depósito 20 litros por medio de una goma que, con la rapidez de un experto, traspase por el mismo sistema hasta el coche en apuros.

Irán es así, una tierra de profundos contrastes. Puedes verte sorprendido por lo más bueno y lo más malo de las personas, igual que en cualquier otra parte del planeta. Pero a la hora de ayudar resultaría difícil dar con gentes más generosas y desprendidas. Si necesitas gasoil, te entregan el suyo. Si haces un alto en un área de servicio y ven que no tienes dónde sentarte, sacan una alfombra del portamaletas de su modesto automóvil y la extienden a los pies de tu familia. Y si te encuentras perdido en Teherán son capaces de recorrer 30 kilómetros para indicarte la situación de tu destino. Y no piden nada a cambio. Es más: rechazan cualquier recompensa en forma de papel moneda. ¿Trataríamos de la misma forma en Andalucía a unos iraníes que necesitan ayuda?

Cartel que advierte de la presencia de un control policial en los alrededores de Bandaar Abbas. (Celia HK) Cartel que advierte de la presencia de un control policial en los alrededores de Bandaar Abbas. (Celia HK)

Hasta la policía actúa de esa manera. Hallar el lugar de Banddar Abbas en el que hay que entregar la documentación para adquirir los pasajes del ferry es muy dificultoso. Sin embargo, bastó con plantear el problema a un agente del orden para que pusiera el coche patrulla en marcha y abriera paso a tres desorientados andaluces.

La actitud de la policía sorprende una y otra vez. Las carreteras de Irán están tomadas por controles permanentes en los que la presencia de badenes y resaltos obliga a reducir la velocidad casi a cero. Cuando se detecta su presencia, la primera impresión es que va a resultar complicado superarlos sin tener un problema. Pero la realidad es que, si bien hay agentes en todos ellos, en rara ocasión intervienen. De hecho, el tráfico es un caos en el que ni autobuses repletos de viajeros y con las luces fundidas respetan la línea continua.

A pesar de ello, se ha alcanzado Bandaar Abbas, una ciudad de dos millones de habitantes que guarda gran parecido con Huelva. Cuando se circula por la carretera que da acceso al puerto exterior, en el que se encuentran los grandes petroleros y majestuosas industrias químicas, da la impresión de transitar por la onubense avenida de Cádiz, situada a la espalda de las fábricas de Francisco Montenegro. Eso sí: hay que reconocer que Huelva está infinitamente más limpia y mejor organizada a todos los niveles.

Un camión circula por la carretera de Bandaar Abbar desafiando a la ley de la gravedad. (Celia HK) Un camión circula por la carretera de Bandaar Abbar desafiando a la ley de la gravedad. (Celia HK)

La expedición, que hace tres días sufrió una baja debido a que uno de sus integrantes tiene que trabajar este lunes en Huelva, por lo que cogió un avión de Teherán a Madrid, se adentra en su recta final. Sólo queda embarcar el coche, madre de todos los obstáculos y problemas, en el ferry. ¿Será posible en la tierra de la burocracia, de las fronteras y de los sellos?

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Escrito por Rafael P. Unquiles en la tarde del 7 de julio en el puerto iraní de Bandaar Abbas, situado en el Golfo Pérsico.

Sin gasóil en la tierra del petróleo
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