Cómo saber si su hijo sufre de estrés
El estrés en los estudiantes es más fácil de detectar en el período escolar, entre los 6 y los 12 años. Normalmente, el ambiente que rodea al estudiante suele darnos la explicación de por qué aparece. Entre los elementos estresantes, hay que incluir la exposición del estudiante a situaciones de maltrato, la falta de afecto, la separación/divorcio de los padres, la penuria económica, los problemas en el centro educativo (inadaptación, malas relaciones, sobrecarga de trabajo), las enfermedades crónicas, la baja autoestima o las escasas habilidades interpersonales.
Un esfuerzo de clasificación y síntesis nos permite agrupar los tipos de estrés en cinco sectores:
Personal. Hay algunas características personales, condicionadas notoriamente por el entorno, que favorecen el estrés, por ejemplo, la excesiva inhibición, la falta de habilidades sociales, la baja autoestima.
Familiar. En general, la estructura familiar disfuncional, así como los estilos educativos parentales presididos por la permisividad/anomia, el autoritarismo o la sobreprotección, ambos desaconsejables.
Escolar. La insuficiente comunicación y las malas relaciones interpersonales, al igual que la estructura y la gestión institucional que suele ser rígida y vertical.
Social. La continua exposición a estímulos amenazantes, por ejemplo, vivir en un entorno hostil. De igual modo, han de incluirse como factores que predisponen a la ansiedad, la existencia de problemas económicos en la familia y la falta de apoyo social suficiente.
Salud. Las enfermedades, sobre todo crónicas, que acarrean malestar, dolor y temor a las personas cercanas, son fuentes de estrés infantil, al igual que la posible hospitalización del niño, que supone separación de la familia y alejamiento del entorno escolar y social y la exigencia de la adaptación a un medio extraño.
En el cuadro de estrés en el estudiante podemos encontrar síntomas psíquicos, físicos y conductuales como los siguientes:
Síntomas psíquicos.
Desmotivación.
Desinterés.
Irritabilidad.
Ansiedad.
Tedio.
Disminución de la capacidad para pensar o concentrarse.
Errores de memoria.
Labilidad afectiva.
Síntomas físicos.
Alteraciones del sueño.
Pérdida o aumento de peso.
Malestar general.
Cefaleas.
Problemas digestivos.
Síntomas conductuales.
Rechazo de la institución educativa.
Disminución del rendimiento.
Aumento de los errores.
Incumplimiento de tareas.
Empeoramiento de las relaciones con los compañeros o los docentes.
El deterioro de las relaciones interpersonales en la familia o en la institución educativa, el descenso del rendimiento académico, las alteraciones en el estado de ánimo, los cambios alimenticios, los dolores y quejas corporales, entre otros, pueden ponernos sobre la pista del síndrome de estrés.
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Autor: Ruth Mujica.
Directora de Docente 2.0
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