@media (max-width: 479px) { .preheader .header-logo a img { max-width: 100%; } .pre-left { min-width: 96px; } .preheader .list-inline>li.search { display: inline-block; } .header-logo.topbar { max-width: calc(100% - 48px); } } @media (max-width: 479px) { .pre-right { max-width: calc(100% - 96px); } }
martes. 26.08.2025

Cuando hace años mi compañía me ofreció venir a trabajar a Emiratos Árabes Unidos (EAU), para ser sincera, no me lo pensé mucho, las condiciones eran buenas y el país traía a mi mente imágenes de aventura, misterio y… las mil y una noches.

Mis compañeros me tomaron por loca e imprudente cuando se lo comuniqué. Me decían: "Cómo vas a ir a Emiratos Árabes tú, una mujer divorciada con un hijo". Pensaban que me obligarían a ir tapada de pies a cabeza, que no podría salir sola a ningún lado etcétera, etcétera... Qué extrañas imágenes tenemos de países y culturas que desconocemos. Y, la verdad, es que EAU era todo un misterio para mi.

Esos comentarios me preocuparon un poco, no voy a mentir, pero solo un poco, aún así hice lo propio y busqué online en las páginas de expatriados en EAU opiniones de los que ya estaban viviendo aquí. Y todas eran fantásticas. Hablaban de lujo, comodidad y grandes experiencias y nada que ver con lo que mis compañeros me habían dicho. Claro que, esas opiniones muy positivas, venían de hombres solos o de mujeres casadas, no encontré ninguna acerca de una mujer de mediana edad con un hijo y un perro

No me importó. Pensé que desde fuera las cosas se ven muy distintas y tenía el pálpito de que mudarme a EAU era una sabia decisión.

Todo eran ventajas: podría continuar enviando a mi hijo a un colegio internacional, tendría una casa, un trabajo que me atraía mucho. Tendría todo eso que estaba pagando con mucho esfuerzo y además podría conocer una nueva cultura y aprender cómo se hacen las cosas en un país tan avanzado como este.

Y, quién sabe, a lo mejor podría perderme un día en las arenas del desierto y encontrarme con alguien parecido a Lawrence de Arabia… Soñar no cuesta nada.

Así que no lo pensé dos veces y organicé la mudanza. Eso sí que fue una pesadilla. Tomé a mi hijo, al que soborné con una bicicleta nueva en cuanto llegamos a Dubai, compré un transportín para mi perro y aterrizamos un día en febrero de 2014 a las cuatro de la madrugada en el aeropuerto de Dubai. Mi hijo, mi perro y yo.

Hace un par de meses cociné mi primera paella en el desierto. Estaba con unos amigos, españoles como yo, y no podía creer que hubieran pasado ya siete años.

Confieso que no vi en los blogs de expatriados ninguna opinión sobre cómo vivía una divorciada, de mediana edad y sola, en Emiratos Árabes. Es por ello que, a lo mejor, los siguientes artículos pueden ayudar a alguna mujer en similares circunstancias. Y si no, pues será una retrospectiva de mi vida aquí.

Mujer de mediana edad sola en Emiratos