viernes. 29.03.2024

¿Qué es la práctica espiritual?

"Llegué a la conclusión de que había algo que trascendía lo que conocíamos del Universo, del mundo material, y las explicaciones que daba la religión no terminaban de responder a mis preguntas"

Desde que era adolescente he sentido que había una realidad que trascendía mi yo, mi nombre, mi cuerpo. Me preguntaba: ¿Quién soy? Y tenía la experiencia de que existía un más allá de mi individualidad concreta como Marta y su historia.

Llegué a la conclusión, por lo que fui aprendiendo y aceptando durante mi crecimiento, que había algo que trascendía lo que conocíamos del Universo, del mundo material, y las explicaciones que daba la religión no terminaban de responder a mis preguntas.

Estudié la carrera de Filosofía en la Universidad de Navarra y otras experiencias -como mis ocho años viviendo en Emiratos Árabes Unidos-, además de mi curiosidad innata por la historia de la religión, me hicieron una persona muy cercana a las doctrinas monoteístas. Me definía, ante mí misma y ante aquellos interesados, como una persona que creía en algo superior generador de todo lo que podíamos percibir -lo llamaba naturaleza, energía- pero que no profesaba ninguna religión. En la religión encontraba ideas basadas en vivir desde el amor, muy bonitas, humanas pero, a su vez, veía como algunas personas que conocía, que practicaban dicha religión, no actuaban desde esa generosidad u honradez que se predicaba. Concluí esta vez que había algún tipo de disonancia entre la teoría divina y la práctica humana de estas religiones.

La espiritualidad llegó a mi vida hace poco más de dos años. La reconocí; vi en ella el camino para conectar y conocer aquella realidad profunda más allá del mundo material que sabía que existía. A diferencia de la religión, no se trataba de seguir las enseñanzas e ideas divinas específicas recogidas por algún profeta e institucionalizadas en un sistema, sino más bien de verificar a través de mi propia experiencia cómo ciertas prácticas implementadas en mi día a día podían conectarme con ese espíritu que, de ningún modo está separado de mí, sino que es la esencia misma de mi propio ser y existencia.

Con respecto a la religión y los profetas, decía el poeta japonés Matsuo Basho: “No busques seguir los pasos de los sabios. Busca lo que buscaban".

Me parecía a mí que la religión había perdido de vista en algún momento de su historia la esencia misma del mensaje divino y se había centrado en la forma y la imagen -las escrituras, la adoración, la privación- en que desplegar ese mensaje con el objetivo, sobre todo en Occidente, de dominar a la población para beneficio de algunos.

He visto la seriedad, las limitaciones, las restricciones de la vida religiosa. Mientras que en la espiritualidad encontré el fluir, la aceptación, la contemplación, la experiencia gratificante de la soledad y la unidad.

Desde mi percepción, en las religiones está todo dicho y el ser humano se limita a seguir lo que otros hacen, en cambio, en la espiritualidad eres un ser único con propósito, al que debes conocer y amar durante tu experiencia de vida, y con gran poder de contribución a lo universal porque tu mismo eres lo universal, lo divino. Las separaciones cesan en la espiritualidad.

La espiritualidad es el camino por el cual la humanidad verifica y se hace consciente de la existencia de un mundo inmaterial que no está separado del mundo material, sino que es creador de éste y junto a él forma la realidad absoluta y unificada del todo. En la espiritualidad conozco mi ser y el de lo otro como uno y lo mismo, los límites acaban y la consciencia se expande, doy sentido a la existencia como parte esencial de lo eterno e inmutable.

Dualismo de Descartes

En el siglo XVII con la llegada de la división cartesiana entre res cogitans y res extensa del filósofo francés René Descartes, la concepción dual del mundo se hizo más presente. Descartes separó el cuerpo y la mente, la materia y el espíritu. El primer dominio solo podía ser estudiado por la ciencia y el segundo, por la religión. Los dominios no interactuaban y eran diferentes. Sin embargo, es fácil comprobar como los estados mentales, las emociones, interactúan y afectan a nuestro cuerpo y viceversa. Si te encuentras mal físicamente, probablemente tu humor se vea afectado, tu manera de conocer e interpretar la realidad y, al contrario, si estás desmotivado, desesperanzado, agobiado o estresado, también verás los efectos en tu cuerpo.

La práctica de la espiritualidad

El camino de la espiritualidad requiere de la implementación de una serie de prácticas que comienzan con la intención de llevar una vida espiritual, de querer conectar con lo otro, conocer y experimentar la conciencia creadora de la que todo emerge. 

La práctica espiritual está conectada a preguntas como; ¿quién soy? ¿Qué deseo en la vida? ¿Cuál es mi propósito? ¿Cuál es el sentido de la vida? Hallar las respuestas a estas preguntas podría ser lo que se ha llamado Vedanta, el objetivo o el fin de todo conocimiento, de nuestra práctica espiritual. Para comenzar este camino de descubrimiento es importante implementar estas prácticas a tu rutina diaria:

La meditación.

La atención plena o el estar presente -conocido como mindfulness-.

El servicio comunitario.

Autoconocimiento.

Amor propio.

No apego.

Amor por los demás y por lo que hago.

Hábitos saludables.

La gratitud.

Beneficios de la espiritualidad

Desde mi experiencia, la lista de beneficios de llevar una vida espiritual es muy larga. Espero poder crear pronto un post donde hablar más detenidamente sobre estos beneficios. Mientras, te nombro aquí alguno de ellos.

Dar sentido a la vida.

Aligerar el sufrimiento.

Atraer abundancia.

Aliviar estrés y ansiedad.

Mejorar tus relaciones.

Crear autoestima.

Fortalecer sistema inmune.

Mejorar la calidad del sueño.

Aprovechar e invertir tu tiempo.

Mejorar tu humor diario.

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