viernes. 19.04.2024

Atrapados

"Los vuelos organizados y autorizados por las autoridades colombianas han repatriado a 10.000 personas. Son cifras respetables"

Los lectores habituales a esta columna, saben que no toco temas relacionados con mi trabajo, pero hago una excepción, por el componente humano del tema. La vida puede cambiar en un segundo, lo más drástico es que en un momento uno está vivo y en un instante se ha ido. Cambios menos tajantes, pero que trascienden, es cuando se pierde la libertad, o cuando alguien queda con la sensación de estar atrapado, porque no puede regresar al hogar anhelado y los recursos de subsistencia en tierra extraña, comienzan a escasear.

Uno de los efectos colaterales de la crisis mundial generada por el Covid-19, ha sido la situación de miles de personas en el mundo que no pudieron regresar a su país de origen, por el cierre de fronteras y suspensión de vuelos internacionales comerciales. En el caso colombiano, mientras escribo estas líneas, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia ha informado que todavía se encuentran 11.000 colombianos sin poder retornar a casa, a pesar que gracias a los vuelos de repatriación organizados y autorizados por las autoridades colombianas, se han repatriado 10.000 personas. Son cifras respetables.

"En tiempos de crisis es cuando el trabajo diplomático, especialmente el consular, adquiere especial relevancia por la asistencia que se le presta al connacional que lo requiere"

Pero el tema no es estadístico, cada uno de esos casos, es una historia diferente. Quien había ahorrado para el viaje de vacaciones de sus sueños, la del empresario que pensaba hacer una visita corta, el profesor que fue invitado a dictar un seminario, el estudiante al que su universidad o colegio le informa que se cancela el programa académico, o que las clases serán virtuales y debe desalojar la residencia estudiantil, la au pair (jóvenes que se inscriben en programas de intercambio cultural, trabajando como niñeras) cuya familia de acogida va a viajar próximamente y no la puede mantener con ellos, la señora mayor que estaba visitando a sus nietos, pero su esposo ha enfermado repentinamente y la reclama. Podría seguir y seguir, sumando párrafos, porque repito, cada historia es única.

Todos los casos anteriores son de personas atrapadas en países extraños, algunos porque no contaban con información suficiente, otros porque pensaron que todo era una exageración y no creían que la crisis se fuera a extender, la mayoría porque las condiciones en las que viajaron cambiaron drásticamente, sin descontar a aquellos que pretendían buscar nuevos mejores horizontes en tierra ajena y descubrieron que su ideal de nuevo destino, era efectivamente un sueño que distaba mucho de la dura realidad y al comparar, encuentran las ventajas del propio país.

Afortunadamente para estos casos, existen las embajadas y consulados, destinados a servir a las comunidades. En tiempos de crisis, es cuando el trabajo diplomático, especialmente el consular, adquiere especial relevancia, por la asistencia que se le presta al connacional que lo requiere. Sobre la problemática de los colombianos atrapados en el exterior, desde el inicio, se ha trabajado sin descanso, pues no existen ni fines de semana ni feriados, para lograr vuelos de repatriación que lleven a los compatriotas a su regreso.

"Al final, viendo las expresiones de las personas, recibiendo sonrisas y lágrimas, resulta el mejor pago, la satisfacción de una bonita labor realizada, con sentido humanitario"

Organizar un solo vuelo de estas características, es una gestión colosal, de mucho detalle y cuidado, los afectados no imaginan lo difícil, especialmente cuando hay ciudades en donde no existen rutas directas a Colombia y las aerolíneas no trabajan, siendo espacios inexplorados. Ahora bien, quienes hemos tenido la experiencia de colaborar en uno de estos vuelos, al final, viendo las expresiones de las personas, recibiendo sonrisas y lágrimas, resulta el mejor pago, la satisfacción de una bonita labor realizada, con sentido humanitario. El agrado espiritual de poder ayudar supera cualquier sentimiento de agobio o cansancio.

En el caso del vuelo que organizamos desde Chicago, el 6 de junio, debo agradecer que tengo un equipo de trabajo, consagrado al apostolado consular, con un sentido de compromiso a toda prueba, aparte de su eficiencia consuetudinaria, además la fortuna inmensa de contar con Patricia, una esposa incondicional, la mejor compañera para estas tareas del servicio público. Además del respaldo del Ministerio, la Embajada en Washington y demás autoridades, como el Representante de los colombianos en el exterior, así como una aerolínea ideal, Viva Air Colombia, valga en este caso la publicidad, muy merecida.

Muchos todavía no han podido regresar, pero no descansaremos hasta que logren llegar a casa, es nuestro compromiso. Sea el momento de recomendar como siempre lo hago, que no solo en épocas de emergencia, quienes estén en el exterior, se inscriban en el consulado que les corresponda, es la mejor manera de estar conectados e informados. A quienes se sientan atrapados, que no pierdan la esperanza, hay que tener paciencia, pero recuerden que por más difícil que sea la experiencia, hay una salida y una mano amiga.

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Dixon Moya es diplomático colombiano de carrera, escritor por vocación, lleva un blog en el periódico colombiano El Espectador con sus apellidos literarios, en el cual escribe de todo un poco: http://blogs.elespectador.com/lineas-de-arena/  En Twitter a ratos trina como @dixonmedellin 

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