En 2017, con motivo del premio Cervantes concedido al gran escritor Sergio Ramírez Mercado, publiqué en este periódico, un artículo especial festejando el justo acontecimiento que resaltaba una vida dedicada a la literatura, en la cual resumía mi experiencia personal, cuando con mi esposa Patricia residimos en Managua del año 2003 al 2007.
Aunque sea difícil agregar algo más, porque en aquella oportunidad intenté resaltar no sólo la grandeza del escritor y de la persona que se encuentra tras la fachada, se ha dado una circunstancia nueva, que me obliga a referirme a Sergio Ramírez. En aquella oportunidad, también recomendé varias de sus obras, para los interesados, se puede leer aquí.
Debo agregar que cuando estuve trabajando en la Embajada de Colombia en Managua durante aquellos años, mi relación con Sergio Ramírez se dio porque el escritor viajaba con relativa frecuencia a Colombia y requería tramitar visa para ingresar a nuestro país. Por la condición intelectual de Don Sergio, se le otorgaba visa de cortesía, además porque siempre ha sido amigo de nuestro país y allegado de escritores insignes como el genio Gabriel García Márquez o contemporáneos como Héctor Abad Faciolince, Juan Gabriel Vásquez, Laura Restrepo, Piedad Bonnet, Pilar Quintana, Pilar Reyes, Santiago Gamboa, William Ospina, quienes aparecen en la carta de apoyo y solidaridad a los nicaragüenses perseguidos por su propio gobierno, la cual ha circulado recientemente por parte de intelectuales del mundo.
"La nacionalidad no se retira, ni se anula, ni se cancela, por el capricho loco de un régimen de turno"
Precisamente esa carta se promulgó, porque Sergio Ramírez ha vuelto a estar en el foco de los medios de comunicación, al integrar la lista de ciudadanos a quienes el gobierno de Nicaragua les ha retirado la nacionalidad, en una medida que es un insulto a la inteligencia, pero también al sentimiento y a la memoria. La nacionalidad no se retira, ni se anula, ni se cancela, por el capricho loco de un régimen de turno, pero la sola declaración (unida a la expropiación de bienes y fortunas, fruto del trabajo honesto) hace un gran daño.
En el caso de Sergio Ramírez, no hablamos sólo de un autor fundamental de nuestras letras, sino de una persona de calidez, sencillez y modestia que lo hace entrañable, como su entorno cercano, su esposa Tulita y toda su familia, la siempre recordada Betty de Solís, asistente sin par, pues gracias a ella, pude conocer a Don Sergio y gracias a él, he tenido tantos gratos momentos por su lectura.
Por ello, me emocionó mucho ver que el ministro de Relaciones Exteriores de Colombia, Álvaro Leyva le ha concedido la nacionalidad colombiana al escritor Sergio Ramírez y este la ha aceptado complacido. De hecho, otros países le han propuesto o concedido sus nacionalidades, así que no será un apátrida, como deseaban los déspotas transitorios, pues tendrá muchos pasaportes, aunque su nacionalidad siempre será nicaragüense, por gracia de Dios.
Por lo cual, la próxima vez que vuelva a ver a Don Sergio, celebraré que ya no tenga que tramitar visas para ingresar a Colombia, sencillamente porque también es su país. Así que, en medio de tanta noticia trágica y lamentable, celebremos esta medida. De nuevo recomiendo a todos los lectores de esta columna que, si no han leído a Sergio Ramírez Mercado, no se pierdan esa oportunidad de disfrute intelectual.
¡Saludos querido compatriota!
--------------------------
Dixon Moya es diplomático colombiano de carrera y escritor por vocación. Lleva un blog en el periódico colombiano El Espectador con sus apellidos literarios, en el cual escribe de todo un poco: http://blogs.elespectador.com/lineas-de-arena/ En Twitter a ratos trina como @dixonmedellin