jueves. 28.03.2024

Cuando no me encontré con James Rodríguez

Dixon Moya recuerda el día que acudió en Dubai, junto a su esposa Patricia, a un acto del Real Madrid para conocer a quien define como "un símbolo importante" de Colombia

Mientras el mundo se distraía con aquella novela, que no pasó de breve folletín, sobre el intento de salida de Lionel Messi de su club de fútbol, el Barcelona, pasó desapercibida otra historia de amor y dolor futbolística, pues al mismo tiempo y de manera discreta salía el jugador emblema de Colombia, James Rodríguez, del otro gran equipo español, el Real Madrid, luego de meses de incertidumbre sobre su futuro, pasando al Everton en Inglaterra.

Seguirá siendo un misterio, por qué un técnico inteligente como Zinedine Zidane, otrora gran jugador de fútbol, desperdició a un activo tan valioso en su equipo, quizás al final, todo se reduce a la relación personal y que lamentablemente no hubo química entre dos grandes figuras del balompié. Porque se ha comprobado que el nivel del jugador colombiano estaba intacto, pues algunos llegamos a dudar y especular sobre el estado futbolístico del centro delantero. Lo que si estaba claro era que su estado de ánimo no era el mejor, simplemente no era feliz.

Sin embargo, apenas James aterrizó en Liverpool y vistió la camiseta del Everton, su nuevo equipo, ya fue sensación, en pocas semanas, se ha convertido en su figura emblemática y no paran los elogios de quienes siguen la Premier Ligue británica. En el primer juego de eliminatorias para el próximo mundial, Rodríguez lideró a Colombia en su holgada victoria sobre Venezuela. De nuevo es el mismo que hemos conocido, el tejedor de jugadas, el de la elegante y precisa patada, el de los goles inolvidables.

"Apenas James aterrizó en Liverpool y vistió la camiseta del Everton, su nuevo equipo, ya fue sensación, en pocas semanas, se ha convertido en su figura emblemática"

La historia de James Rodríguez en el Real Madrid, daría para un libro. De un técnico que le dio toda su confianza y para quien era titular indiscutible, hasta otro que un buen día lo sentó en el banco y de allí no lo sacó. Hubo quienes se tomaron el trabajo de evaluar el comportamiento colectivo, en los pocos minutos de juego que tuvo Rodríguez en su última etapa y la manera cómo el equipo merengue mostraba mejor rendimiento, pero ni siquiera eso convenció al escéptico entrenador. En cualquier caso, es mejor recordar los buenos momentos.

Aquella época en la cual James era una de las estrellas del equipo merengue, en su momento una de las camisetas más vendidas en las tiendas del club. En Colombia, muchos que nunca habíamos gustado del Real Madrid comenzamos a apoyarlo y a seguir sus partidos. Cierto día de finales de 2014 el Real Madrid fue a Dubái expresamente a jugar un partido internacional amistoso con el Milán de Italia, pero también a inaugurar un café temático con la franquicia del onceno madrileño.

James Rodríguez, un orgullo para los colombianos y los buenos seguidores del mejor fútbol. (Fuente externa)

Gracias a la gestión del director de este periódico, mi querido amigo Rafael Pérez Unquiles, fuimos invitados con mi esposa Patricia a la recepción de inauguración de aquel café. Al llegar al evento, nos sorprendimos que no había suficientes barreras de protección en la entrada pública del establecimiento que daba a la calle, tampoco policía, apenas unos cordeles con avisos de no pasar y unos pocos guardias de seguridad. Los invitados iban llegando, mientras la gente en la calle se multiplicaba.

Pasada la hora en que estaba prevista la inauguración, mientras charlábamos con algunos recién conocidos, de repente, todo el mundo se alborotó. Un gigantesco autobús llegó con la delegación y aparecieron un gran número de guardaespaldas y tras ellos los famosos jugadores. En donde estábamos, pasaron muy cerca Cristiano Ronaldo y precisamente James Rodríguez, a quien esperábamos saludar de manera particular. Cuando el evento se iniciaba y Don Florentino Pérez, presidente del club, se disponía a dar unas palabras, varios de los fotógrafos que estaban tras las endebles barreras, las saltaron para estar más cerca de los jugadores, lo cual provocó que los escoltas y guardias de seguridad, se llevaran rápidamente a los deportistas, ingresándolos al interior del edificio.

"Solo queríamos felicitarlo y agradecerle por convertirse en uno de los mejores embajadores de Colombia en el extranjero"

Durante un rato hubo confusión y desorden, con pitos y abucheos. Aunque debo decir que no fue un asalto colectivo, la mayoría de las personas se mantuvo tranquila, los responsables fueron algunos fotógrafos y seguramente fanáticos quienes deseaban saludar a sus ídolos. La puerta del segundo piso del establecimiento, se convirtió en barrera infranqueable para quienes estábamos en la primera planta. Nos explicaron que era un protocolo muy estricto de seguridad y a nadie se le autorizaría ingresar, además los jugadores tenían una cena privada, al término de la cual, serían trasladados inmediatamente a su lugar de hospedaje.

Así las cosas, con Patricia salimos del sitio sin haber saludado a James Rodríguez, pues solo queríamos felicitarlo y agradecerle por ser un símbolo importante para nuestro país, por convertirse en uno de los mejores embajadores de Colombia en el extranjero. Un joven que es ejemplo de talento y constancia, referente para otros que desean cumplir sueños. No fue en esa oportunidad, no sabemos si habrá otra, pero al menos, aquí lo dejamos por escrito. Apreciado James, gracias por el fútbol. Todo lo mejor, hoy y siempre.

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Dixon Moya es diplomático colombiano de carrera, escritor por vocación, lleva un blog en el periódico colombiano El Espectador con sus apellidos literarios, en el cual escribe de todo un poco: http://blogs.elespectador.com/lineas-de-arena/  En Twitter a ratos trina como @dixonmedellin

Cuando no me encontré con James Rodríguez
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