En este caso, se comprobaron una serie de antecedentes que en otra época, habrían sido suficientes para descalificar al Sr. Trump como candidato presidencial, cuando una mentira en los Estados Unidos, era considerada una falta grave, más grave que la misma ocurrencia del acto delictivo o escandaloso. Pero corren otros tiempos, no los de la decencia, está visto.
Las miradas a favor y en contra, se han posado en el juez Juan Merchán, quien ha tenido la inmensa responsabilidad de llevar este juicio, un hombre de ley que nació en Bogotá, Colombia, en 1962 y a la edad de 6 años fue llevado a los Estados Unidos por su familia, en donde creció en Jackson Heights, uno de los barrios representativos de Queens en Nueva York, calificado por The New York Times, como el vecindario más diverso en el mundo a nivel cultural, un barrio al cual llegaron desde la década de los cincuenta del siglo pasado, muchos colombianos de clase media profesional.
El padre de Juan Merchán fue un oficial de inteligencia militar en Colombia, quien buscó dar lo mejor a su familia, el joven Juan se graduó en 1990 en el Baruch College en Manhattan y posteriormente siguió su vocación por las leyes. El magistrado Merchán estudió derecho en la Universidad de Hofstra, siendo el primero entre sus hermanos en llegar a la universidad e inició su carrera judicial, siendo fiscal de Distrito del Condado de Nueva York, juez del tribunal de familia y se encarga de asuntos penales en la Corte Suprema del condado de Nueva York desde 2009, lo han descrito como un juez ecuánime, sensato, serio e inteligente.
Algo que habla del sentido ético del juez Merchán, es que antes del juicio, consultó al Comité Asesor de Asuntos Éticos del tribunal, si el hecho de que su hija fuera presidenta de una organización que promueve temas de derechos humanos, afines al partido Demócrata, era motivo de conflicto de interés, que le impidiera presidir el juicio, pero le respondieron que no encontraban motivos para dicho conflicto, por lo cual, pudo asumir el caso con tranquilidad.
Trump ha descalificado al juez Merchán, de muchas maneras, pero especialmente por su origen colombiano y su condición de migrante, olvidando que es un ciudadano de los Estados Unidos, criado y educado en ese país. Si fuera por las razones que alegra Donald Trump, el juez Merchán tiene mucha más justificación sobre su nacionalidad estadounidense que la señora Melania Trump, quien la obtuvo, siendo mayor de edad y sólo por su vínculo matrimonial con el expresidente de los Estados Unidos.
El 11 de julio el mundo mirará nuevamente hacia el juzgado de Nueva York, en donde un magistrado nacido en Colombia, dará sentencia y aunque esto no sirva de mucho para impedir que vuelva a llegar un hombre impresentable a la presidencia de los Estados Unidos y por ende, el mundo nuevamente sufra un retroceso en temas como el ambiental, de todas formas, se dictará un precedente de decencia. Al menos, uno puede tomar un respiro de tranquilidad.
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Dixon Moya es diplomático colombiano de carrera, escritor por vocación, lleva un blog en el periódico colombiano El Espectador con sus apellidos literarios, en el cual escribe de todo un poco: http://blogs.elespectador.com/lineas-de-arena/ En Twitter (a ratos muy escasos) trina como @dixonmedellin.