En las competencias, tanto deportivas como culturales en general, es usual que los primeros puestos sean premiados con una medalla de oro, mientras los segundos se recompensan con la plata y el bronce es para los terceros. Se ha convertido en un tópico, incluso en el lenguaje normal, saber a qué nos referimos cuando se habla de la medalla de oro, como sinónimo de excelencia. Pues bien hay una medalla de oro muy especial, la que se otorga a los premios Nobel de la Paz y desde el 2015, el oro con la que se fabrica puede decirse que es un oro justo y es colombiano.
El oro se ha venido explotando en Colombia desde la época prehispánica, y ese metal hace parte de nuestra identidad nacional. El Dorado es nuestra mayor leyenda que a diferencia de otras mitologías, es basada en hechos reales, en culturas indígenas que convirtieron el oro en materia prima de productos artísticos como los que se pueden apreciar en el Museo del Oro en Bogotá, que exhibe más de 50.000 piezas precolombinas con este valioso metal. Pero ha sido un mineral que ha provocado situaciones de violencia e injusticia en nuestra historia, desde la esclavitud de indígenas y africanos o motor de conflictos regionales y fenómenos como el desplazamiento de campesinos.
Por eso resulta tan especial, cuando se visita el Centro de Nobel de Paz en Oslo y se descubre un detalle que emparenta al célebre galardón con Colombia y no es como podría pensarse el premio concedido al ex presidente colombiano Juan Manuel Santos en 2016, que la historia lo engrandecerá, ya que muchos de sus coetáneos compatriotas no se lo han reconocido, en buena medida, por sentimientos humanos como la envidia, mezquindad y mediocridad.
La medalla, que tiene un diámetro de 6,6 centímetros y pesa 196 gramos, con el retrato de Alfred Nobel, está elaborada con oro procedente de una mina de Colombia que ha recibido una certificación de extracción “justa”
Me refiero a que desde el año 2015, la medalla que tiene un diámetro de 6,6 centímetros y pesa 196 gramos, con el retrato de Alfred Nobel, diseño del artista noruego Gustav Vigeland (célebre por sus esculturas humanas), está elaborada con oro procedente de una mina de Colombia, que ha recibido una certificación de extracción “justa”, lo que quiere decir que tiene la garantía de condiciones dignas de trabajo para los mineros y respeto por la naturaleza. Tiene como detalle adicional, que la roca es demolida con dinamita, el invento que realizó Alfred Nobel en 1960.
Gracias al trabajo responsable y ético de dos cooperativas mineras, la Multiactiva Agrominera de Íquira (Departamento del Huila) y Coodmilla de La Llanada (Departamento de Nariño), en donde extraen el oro en procesos libres de mercurio y cianuro, las cooperativas pertenecen a la Alianza por la Minería Responsable (ARM) que en 2004 desarrolló el sello estándar “Fairmined”, concepto que ha llegado a varias regiones del mundo, productoras de oro como en África, Asia y Latinoamérica.
Así que este año, cuando los ganadores del premio Nobel de la Paz, el bielorruso Ales Bialiatski, la organización rusa de derechos humanos Memorial y la organización ucraniana de derechos humanos Center for Civil Libertis, reciban su medalla, estarán llevándose un pedacito de Colombia, un trozo justo y ético, para nuestro orgullo.
----------------------
Dixon Moya es diplomático colombiano de carrera, escritor por vocación, lleva un blog en el periódico colombiano El Espectador con sus apellidos literarios, en el cual escribe de todo un poco: http://blogs.elespectador.com/lineas-de-arena/ En Twitter en horas no laborales aparece como @dixonmedellin.