Soy apasionado de las películas clásicas en blanco y negro, me gusta mucho el cine de las primeras décadas del siglo XX, además porque aparte de sus calidades creativas y artísticas, es un gran mecanismo de aprendizaje de las costumbres de las sociedades de aquella época.
Uno de los distintivos, era la manera de fumar compulsivamente por parte de los protagonistas de las cintas, como en 'Now, Voyager' ('La Extraña Pasajera', 1942) con Bette Davis y Paul Henreid, un drama romántico que pasaba entre el humo de los cigarrillos, pues el protagonista tenía la costumbre de encender dos, a falta de uno, para ofrecérselo a su pareja y eso pasa en casi todas las escenas. Claramente, el cine era un vehículo perfecto para promover el hábito de fumar entre la gente y no habría sido raro que fuera patrocinado por las empresas del vicio, a las que les interesaba que se propagara la idea que se trataba de una costumbre social aceptada y un rasgo de distinción.
Con el pasar de los años, lamentablemente la incidencia de cáncer de pulmón se incrementó en el mundo, dado que más del 95% de los casos de este tipo de cáncer se da por el tabaquismo o hábito de fumar, siendo la primera causa de mortalidad oncológica en los hombres. Afortunadamente los gobiernos y sociedades han respondido a la peligrosa realidad del cigarrillo, promoviendo campañas para dejar el pernicioso hábito, o prohibiéndolo en sitios públicos.
Sin embargo, el humo ha retornado, pero esta vez maquillado, bajo la apariencia de algo inofensivo y dulce. Los llamados vapeadores, vaporizadores o cigarrillos electrónicos, son un tipo de inhaladores que en principio se promovieron como alternativa a los cigarrillos tradicionales, pues en este caso es un dispositivo con una batería que calienta una solución líquida con elementos químicos, muchas veces con aromas dulzones. Suelen contener nicotina que es el compuesto del tabaco y algunos estudios han establecido que su uso desmedido puede ser tan perjudicial como el cigarrillo. En países como Italia, en donde la costumbre de fumar ha sido tan extendida, ahora se trata de productos muy populares.
Esta vez no es el cine, sino otros vehículos de publicidad, como los videos musicales, algunos artistas y esos nuevos personajes de los cuales hablamos en alguna oportunidad, los llamados “influenciadores” de las redes sociales, quienes se encargan de promover el retorno nocivo del humo, esta vez disfrazado de vapor. Pero lógicamente estas personas no lo hacen gratis, pues realmente son agentes comprados por las empresas que producen los dispositivos. Al menos, si van a hacer daño a la salud pública, estos personajes públicos deberían tener la decencia de reconocer que sus poses glamorosas con los dispositivos son pagadas.
Como dice (o debería decir) la canción: fumando/aspirando espero el cáncer que no quiero…
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Dixon Moya es diplomático colombiano de carrera, escritor por vocación, lleva un blog en el periódico colombiano El Espectador con sus apellidos literarios, en el cual escribe de todo un poco: http://blogs.elespectador.com/lineas-de-arena/ En Twitter (a ratos muy escasos) trina como @dixonmedellin.