Como estábamos inmersos en el mundial de fútbol, pareciera que la navidad arribó de sorpresa y aunque para los argentinos les llegó adelantado el regalo de manos (o mejor decir, de pies) de los Reyes Magos que integran su selección de fútbol, los demás retornamos a la normalidad de los festejos decembrinos, así algunos masoquistas estemos trabajando de manera normal durante estas fechas tan especiales.
Hace algunos años, en esta columna hablábamos del significado de los aguinaldos para los colombianos, que para nosotros puede representar al mismo tiempo un regalo especial, una prima o bono salarial, un dinero que se dona a alguien o a una causa benéfica o una serie de entrañables juegos navideños, muy ingeniosos a decir verdad que nos remontan a la infancia y a las tradiciones más queridas.
Ahora bien, si existe una tradición que ha permanecido inalterable desde hace 300 años en Colombia es la novena, que se le puede llamar precisamente novena de Aguinaldos o novena al Niño Dios. Como explicamos en aquella oportunidad, la novena es una actividad que integra oraciones, lecturas reflexivas en cada día previo a la llegada de Jesús, villancicos (españoles, colombianos o de otras latitudes) y finalizan con las comidas especiales para navidad, como buñuelos, natilla, tamales, y una serie infinita de posibilidades, dependiendo el departamento del país.
La novena es una tradición que trasciende lo estrictamente religioso, porque la mayoría de los colombianos lo asociamos con una reunión familiar o con vecinos, compañeros de trabajo o buenos amigos, para expresar los mejores deseos, celebrar en torno al pesebre (portal o nacimiento de Jesús) y pasar un buen rato. Incluso en algunos sitios se celebran “novenas bailables”, es decir, que al final, el dueño de casa pone la música colombiana decembrina y se arma la parranda, pero esa versión no es la más ortodoxa, personalmente la prefiero hasta la comida y la tertulia.
Pero, así como todos quieren participar de las novenas, al menos de su parte deliciosa y jacarandosa, la mayoría le tenemos miedo a las lecturas, porque el lenguaje es complejo y no en pocas ocasiones incomprensible, lo cual tiene una sencilla explicación. El texto original viene de 1743, y aunque ha intentado modernizarse, sigue manteniendo el lenguaje propio de esa época, cuando ni siquiera Colombia existía, sino que correspondía al Virreinato de la Nueva Granada.
Conforme la historia, fue la directora de un colegio de la entonces Santa Fe de Bogotá, quien le encargó el texto a un fraile franciscano, originario de Quito, quien fue el autor de la primera versión de la novena. En cualquier caso, durante estos días millones de colombianos, dentro o fuera del país, estaremos rezando la novena y si usted amigo extranjero es invitado, le recomiendo que asista, independiente de su creencia religiosa, le puede resultar interesante conocer una tradición que marca nuestra identidad colombiana.
Aprovecho para desearle a los lectores, pero también a la querida familia que conforma EL CORREO DEL GOLFO, una feliz navidad y un venturoso año nuevo, pleno de salud, prosperidad y buenas noticias. Abrazos para todos.
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Dixon Moya es diplomático colombiano de carrera y escritor por vocación. Lleva un blog en el periódico colombiano El Espectador con sus apellidos literarios, en el cual escribe de todo un poco: http://blogs.elespectador.com/lineas-de-arena/ En Twitter a ratos trina como @dixonmedellin