Las otras Olimpiadas
Cada cuatro años, el planeta se paraliza por la celebración de las olimpiadas deportivas. Pues bien, hay otro tipo de competencias que involucran también equipos nacionales, son las del conocimiento en diferentes áreas, las cuales deberían tener la misma importancia, apoyo gubernamental y privado, así como cubrimiento mediático y social.
Las Olimpiadas Internacionales de Ciencias (International Science Olympiads -ISO), son competencias mundiales o regionales que se celebran anualmente en diversas áreas del saber, entre estudiantes de educación media. Suelen escogerse equipos de 4 a 6 integrantes, en disciplinas como matemáticas, física, química, informática, biología, filosofía, astronomía, astrofísica, geografía o lingüística. La UNESCO ha reconocido la importancia de estas competencias, que no sólo premia a los talentos juveniles, sino que permite experiencias de intercambio de conocimientos e integración entre países.
La primera Olimpiada Internacional del conocimiento, se dio en matemáticas en la otrora República Socialista de Rumania, cuando en 1959 fueron invitados otros seis países de Europa del este (dependientes en aquella época de la Unión Soviética) a participar en un evento que se celebró para promover la amistad entre estudiantes internacionales, en 1967 se incluyeron a jóvenes de países occidentales capitalistas.
En Colombia, la organización y selección de los equipos nacionales que participan en este tipo de competencias científicas la viene asumiendo la Universidad Antonio Nariño desde 1981. Se debe hacer un reconocimiento a este centro de estudios bogotano por llevar esa gran responsabilidad nacional. En los países a la vanguardia en ciencia, hay una correlación entre premios Nobel y este tipo de competencias, muchos de los ganadores de los Nobel participaron en su juventud en las olimpiadas científicas.
Las Olimpiadas Internacionales de Ciencia deberían tener la misma importancia, apoyo gubernamental y privado, así como cubrimiento mediático y social, que las competencias deportivas
Escribo estas líneas, cuando acaban de realizarse en Brasil, las Olimpiadas Latinoamericanas de Astronomía y Astrofísica (OLAA) y debo confesar que si mi querida sobrina Sara Lucía, no hubiera integrado el equipo de Colombia, posiblemente ni me habría enterado. Debo subrayar que la Cónsul de Colombia en Río de Janeiro, Diana Páez, destacada funcionaria de carrera diplomática, acompañó al equipo colombiano, al inicio y final del evento.
La buena noticia para Colombia es que nuestro equipo nacional obtuvo medallas de oro, plata y bronce. Juan David Landazábal Rangel (oro), Mateo de Jesús Pirela Pulido, Cristian Camilo Echeverry Valencia, Jaime Miguel Pardo Acevedo (plata) y Sara Lucía Alba Mogollón (bronce), felicitaciones para ellos y para sus entrenadores Cristian Goez Therán (líder del equipo), Juan Carlos Basto Pineda y Tonny Gualdrón Pacheco. Gracias por dejar el nombre de Colombia tan alto, en este caso concreto, al nivel de las estrellas y astros siderales.
A diferencia de los representantes en las olimpiadas deportivas, nuestros jóvenes abanderados científicos no cuentan con ningún tipo de respaldo oficial o privado, no los esperan los medios de comunicación a su llegada, sino amorosos padres con alguna pancarta hecha en casa. Los medallistas lograron su objetivo, gracias a su talento, constancia y esfuerzo, participaron gracias al sacrificio de familiares y allegados.
Ojalá en el futuro las autoridades del orden nacional y local, así como empresas o entidades con visión de futuro, apoyen con dinero y recursos, así como los medios de comunicación y redes sociales, acompañen a estos jóvenes que representan con orgullo e ilusión a Colombia en las competencias del saber que resultan tan o más importantes que las deportivas.