@media (max-width: 479px) { .preheader .header-logo a img { max-width: 100%; } .pre-left { min-width: 96px; } .preheader .list-inline>li.search { display: inline-block; } .header-logo.topbar { max-width: calc(100% - 48px); } } @media (max-width: 479px) { .pre-right { max-width: calc(100% - 96px); } }
martes. 26.08.2025

Sacarse la lotería

"Definitivamente me quedo con la española: es el resultado feliz de un sueño compartido"
Varios españoles celebran que les ha tocado la Lotería de Navidad. (Fuente externa)
Varios españoles celebran que les ha tocado la Lotería de Navidad. (Fuente externa)

Escribo estas líneas en Colombia, con mi esposa Patricia residimos por algunos años en los Estados Unidos y varias veces hemos visitado España, y encuentro en los tres países una afición muy arraigada, que en algunos casos es casi una tradición religiosa, jugar la lotería. Ahora bien, hay sensibles diferencias entre la manera como se vive esa particular experiencia.

En mi casa de infancia, mis padres eran renuentes a jugar lotería, pero hacían una excepción, la de la Cruz Roja, siguiendo el consejo del legendario animador Fernando González Pacheco, quien promocionaba en televisión ese juego, enalteciendo la noble causa que se encontraba detrás de comprar los boletos. De vez en cuando, la sigo comprando, empujado más por la nostalgia de mi niñez y la excusa de apoyar a una muy querida organización humanitaria, que por el deseo vehemente de ganar una cantidad de dinero.

Existe una modalidad de apuesta muy popular en Colombia y serán pocos los colombianos (al menos de mi generación) que no la hayan jugado, el denominado “chance”. En este caso se llena un formulario autorizado y se apuesta por las últimas cifras (que pueden ir de dos a cuatro) del número de una determinada lotería. Se gana un dinero proporcional a la apuesta, pero no hablamos de millones, al menos en mi época de juventud, tal vez, miles de pesos y no era raro, conocer a gente cercana que se ganara el chance, lo cual servía para “desvararse” (colombianismo que significa resolver un problema, generalmente económico).

A las personas que se dedican al oficio de promover y vender el chance, se les denomina chanceros y hemos tenido un caso famoso, el de la familia del querido ciclista Rigoberto Urán, cuyos padres sacaron adelante a sus hijos, dedicándose al negocio del chance, como lo reflejó la gran serie de televisión “Rigo”, que recientemente fue la única latinoamericana nominada a un premio Emmy internacional.

Los Estados Unidos es el reino de los juegos de azar, no en vano, hay varias ciudades que viven de los establecimientos dedicados a esta actividad, Las Vegas y Reno, son dos ejemplos patentes. Hay todo tipo de juegos y loterías, las que concentran la máxima atención, son aquellas de alcance nacional que van acumulando semana a semana los premios hasta alcanzar cifras absurdas, como el Powerball o el Mega Millions, cientos de millones de dólares que se puede ganar una sola persona.

En cambio, en España el tema es mucho más democrático, gracias al emblemático Sorteo de Navidad, una tradición que viene desde 1812, pues gracias a su sistema, se distribuyen más de 15.000 premios en efectivo. Por lo cual, efectivamente son miles de personas que en toda la geografía del país, luego que los niños del Colegio San Ildefonso han cantado los números ganadores, salen a celebrar, porque han obtenido algún premio, muchas veces en familia, o jugando con amigos, vecinos o compañeros de estudio o trabajo.

Los informativos españoles, el día del Sorteo de Navidad, se dedican a mostrar a estas personas que salen a la calle para destapar botellas de cava (el champán español). La alegría es contagiosa y resulta algo muy bonito de ver en la distancia. Incluso, gracias a una querida familia española, que nos compartió uno de sus boletos, alguna vez también jugamos con Patricia, no ganamos dinero, pero sí una amistad para toda la vida.

Creo que estas dos loterías tan diferentes, revelan el carácter de los pueblos, una manera de apreciar la vida y definitivamente me quedo con la española. Mientras en los Estados Unidos, es la competencia individualista de ganar una sola persona, que muchas veces no se sabe quién fue el beneficiado y lo que genera es una gran carga de envidia y energía negativa, en el caso español es el resultado feliz de un sueño compartido por muchos.

El pasado 22 de diciembre, miles de españoles celebraron en mayor o menor medida porque les tocó una fracción de suerte. Ese mismo día, yo también celebraba que hace 24 años, me llevé el premio mayor, al casarme con Patricia, el amor de mi vida.

Posdata: Sea el momento, para agradecer a la familia de EL CORREO DEL GOLFO, por acogerme un año más en esta querida casa, a los lectores por su amabilidad y paciencia y desearles a todos un feliz año nuevo. Que el 2025 le traiga al mundo mejores noticias que las del actual, espero que no sea mucho pedir.

--------------------------------------

Dixon Moya es diplomático colombiano de carrera, escritor por vocación, lleva un blog en el periódico colombiano El Espectador con sus apellidos literarios, en el cual escribe de todo un poco: http://blogs.elespectador.com/lineas-de-arena/  En Twitter (a ratos muy escasos) trina como @dixonmedellin.

Sacarse la lotería