sábado. 20.04.2024

Encuentros que te reencuentran

"Sé que esta etapa en el Golfo se bañará en mi memoria con un halo mágico, que los lugares que hoy me parecen rutinarios pasarán a la historia como espacios idílicos"
El Zoco de Doha. (EL CORREO)

Llega un momento en que se borran las distancias. Las del tiempo y las del espacio. En este mundo tan globalizado el tiempo llega a convertirse en uno más de los protagonistas. Este fin de semana, en un restaurante de Dubai, me encontré a una amiga del Erasmus. Es una chica italiana con la que mantuve una buena relación, pero que se fue disolviendo con el transcurrir de los años. Trece para ser exactos hacía que no nos veíamos. Yo ni siquiera sabía que ella vivía en Oriente Medio. Hablamos en inglés por primera vez como si así hubiera sido nuestra comunicación desde siempre.

Yo la encontré tal y como la recordaba, la verdad. Dice que había cogido peso por los dos embarazos pero a mí me pareció que seguía igual que cuando nos conocimos en Francia. Con el pelo un poco más corto, eso sí. Charlamos, nos pusimos al día y encajamos la casualidad con sentido del humor.

Este tipo de encuentros no solo son con la otra persona, sino que a través de la fortuita ocasión, también lo haces contigo mismo y el tiempo acaba convirtiéndose en uno más de los protagonistas, como ya he dicho antes. Podemos sentir una cierta nostalgia al recordarnos antaño. Y normalmente valoramos la madurez que hemos adquirido, las cicatrices con las que contamos (por fortuna) y lo bueno que hemos metido en la mochila.

También hay encuentros especiales, aunque no sean tan fortuitos. O aunque una de las partes lo buscara de alguna manera y para la otra resulte una sorpresa. O en realidad la sorpresa sea para ambos, incluido el que pensó en descolgar el teléfono. Porque quizá el tiempo ya había cumplido con su labor y posiblemente ya era el momento de hacer esa llamada. De recordar otros tiempos, de revivir otros momentos. Y tenía que ser ahora. No antes. Y se sabe porque todos los factores se combinan, casi como planetas alineados y surge la magia. Hay amistades que nunca mueren, aunque pasen años en estado latente, aunque dejen heridas por momentos. Cuando las heridas se cierran hemos adquirido algo, sin duda.

Y esos encuentros no podrían haberse dado antes. Todo tiene su tiempo. Y sus tiempos. Suelen llegar precisamente cuando has dejado de desearlo. Cuando hace mucho que paraste de anhelarlo. Y entonces sucede la magia.

Y sí, hay muchos tipos de encuentros que adquieren sentido solo por el tiempo que ha transcurrido y que ha puesto orden en algún momento de la historia que tuvo lugar. Y que ha alimentado también a cada una de las partes. Porque eso es lo que tiene el tiempo, que te arruga la piel, te aclara el cabello y te alimenta el alma. Es un enriquecimiento que no podría darse de manera exprés, no existen sustitutos a los años. No se puede llegar por atajos.

Y sí, hay encuentros que te reencuentran contigo mismo, contigo misma. Este fin de semana he tenido uno de esos.

Encontrarme con Cristina después de tanto tiempo me hizo recordar quién era yo hace catorce años. Y me recordó con simpatía los guiños que tiene la vida.

Sin duda idealicé aquel año de intercambio en la Provenza, en el Mediterráneo francés.

Y de la misma manera sé que esta etapa en el Golfo se bañará en mi memoria con un halo mágico, que cada una de las personas que aquí he conocido se convertirán en personajes de un cuento entrañable. Que los lugares que hoy me parecen rutinarios pasarán a la historia como espacios mágicos e idílicos. Y así es como estoy viviendo ya esta etapa. Como una realidad y como una época por la que ya empiezo a sentir nostalgia.

Y, en definitiva, y para dejar de repetirme, hoy quería compartir el hecho de que hay reencuentros que te reencuentran y hay recuerdos que se viven en el momento de escribirlos. Sigamos viviendo nuestra historia. 

Encuentros que te reencuentran
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