viernes. 19.04.2024

Mendoza

"Todo se había desvanecido... todo lo había sustituido por Mendoza y sus campos. Nunca volvería a ver el mar Arábigo. Nunca volvería a sentir el shamal del desierto"

"Nada más llegar a Mendoza y entrar dejó su maleta y abrió la ventana respirando el aire fresco de la mañana". (pxhere.com)
"Nada más llegar a Mendoza y entrar dejó su maleta y abrió la ventana respirando el aire fresco de la mañana". (pxhere.com)

Sintió que debía partir y volver a su ciudad natal donde había dejado a su familia.

Llevaba viviendo separado de su mujer e hija durante más de 15 años. Las echaba de menos pero no había encontrado nunca el momento de volver definitivamente.

Le encantaba vivir en aquella gran ciudad. Quería continuar viviendo grandes aventuras. Quería seguir sintiendo el olor del mar y ver la playa desde su ventana día a día…..

Volver con su familia significaba tener que renunciar a tanto……

Tener que decir adiós a todos sus compañeros de trabajo, amigos, amantes..... Tenía el corazón dividido en dos.

No lo volvió a pensar y salió de aquella pequeña habitación alquilada y se fue sin despedirse. Creyó que así sería más fácil. Con su pasaporte en la mano derecha y un hasta luego en la izquierda. 

Sin mirar atrás. Sin sonreír. Sin pensar. Rumbo a otra ciudad donde le esperaba la madre de su hija.

Allí donde un te quiero se había convertido en una espera eterna.

Allí donde el olor a uva fresca le recibiría una vez más con los brazos abiertos.

Fue un largo viaje, hizo escala en Sao Paulo donde tuvo que esperar varias horas. El siguiente avión despegó con rumbo a Buenos Aires.

Al llegar, su mujer le esperaba en el aeropuerto, casi no la reconoció.Se abrazaron lentamente con lágrimas en los ojos. Sus gafas se empañaron y apenas pudo darse cuenta de que su hija estaba a su lado.

—Papá, estoy aquí— dijo la niña.

La pequeña también había cambiado, era tan alta como su madre.

Después de casi 13 horas en coche llegaron a casa, nada más entrar dejó su maleta y abrió la ventana respirando el aire fresco de la mañana mientras divisaba los viñedos a lo lejos.

Cerró los ojos por un momento y no pudo evitar dejar de pensar en la vida que acababa de renunciar, todas las maravillosas noches en las que había tocado el saxofón en el bar de aquel hotel, todos sus clientes aplaudiéndole, miles de fiestas, tanto éxito... todo se había desvanecido... todo lo había sustituido por Mendoza y sus campos

Nunca volvería a ver el mar Arábigo.

Nunca volvería a sentir el shamal del desierto.

Y abrió los ojos al oír la voz de su hija una vez más. 

Dándose cuenta de que había vuelto para quedarse.

Mendoza
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