sábado. 27.04.2024

Adiós al humanista que modernizó el arabismo español

El profesor Pedro Martínez Montávez fallece a los 89 años y deja un legado científico inabarcable, cargado de compromiso y honestidad intelectual. El andaluz rescató la filología semítica del academicismo y la conectó con el mundo árabe contemporáneo

El arabista español Pedro Martínez Montávez.
El arabista español Pedro Martínez Montávez.

“Antes que arabista, he querido ser hombre de mi tiempo”. Esta frase elemental resume la trayectoria intelectual de un científico mayúsculo, que renovó el arabismo español, lo sacó de los rígidos márgenes de la erudición y le abrió las puertas de la realidad contemporánea del mundo árabe. La pronunció en marzo del pasado año en una reveladora entrevista concedida a EL CORREO DEL GOLFO desde su casa de Madrid, que hoy cobra singular valor.

Su nombre quedará ya asociado a la nómina de los grandes arabistas de nuestro tiempo. Pedro Martínez Montávez nació en Jódar (Jaén, España) en 1933 en el seno de una familia campesina. Finalizada la Guerra Civil (1936-1939), su familia emigró a Madrid, donde forjó su formación académica. Se decantó por la filología semítica, gracias a la recomendación personal del insigne arabista Emilio García Gómez. “Me reveló un mundo que desconocía a mis 17 años”, diría muchas décadas después.

En los años 50 del siglo pasado, las ciencias semíticas estaban monopolizadas por la Escuela de Estudios Árabes y constreñidas por la erudición y el academicismo. En ese contexto, germinó la trayectoria profesional de Martínez Montávez. “El arabismo de entonces estaba poco abierto a las cuestiones sociales y alejado de las preocupaciones inmediatas del mundo árabe”, subrayó el profesor emérito de la Universidad Autónoma de Madrid a este periódico en quizás la última entrevista concedida en vida.

Licenciado en Historia y en Filología Árabe, en febrero de 1957 se instala en El Cairo, becado por los gobiernos egipcio y español. Su experiencia en Egipto, en plena ebullición nacionalista liderada por el carismático Gamal Abdel Nasser, le abre los ojos a la realidad convulsa y vibrante del mundo árabe. Y entre 1958 y 1962 ejerce de director del Centro Cultural Hispánico de la gran metrópolis de Oriente Medio.

De aquel nacionalismo árabe que marcaba la agenda política desde el Magreb hasta el Sham, apenas queda nada. “El islamismo no solo ha sustituido al nacionalismo como trinchera de reafirmación identitaria sino que ha terminado con él”, lamentó Martínez Montávez. La caída de Nasser, en su opinión, fue determinante para el hundimiento de un fenómeno político que movilizó durante décadas a buena parte del mundo árabe.

Pedro Martínez Montávez, arriba a la derecha, en una foto navideña del Instituto Hispano Árabe de Cultura tomada a finales de los años 50 junto a muchos de sus colegas, entre ellos Emilio García Gómez y Soledad Gibert (Fotografía compartida por Daniel Gil-Benumeya en Twitter)
Pedro Martínez Montávez, arriba a la derecha, en una foto navideña del Instituto Hispano Árabe de Cultura tomada a finales de los años 50 junto a muchos de sus colegas, entre ellos Emilio García Gómez y Soledad Gibert (Fotografía compartida por Daniel Gil-Benumeya en Twitter)

Aunque presentó una tesis doctoral sobre el precio del trigo en el Egipto de los mamelucos, su labor investigadora se abrió años más tarde al pensamiento, la historia y, sobre todo, la literatura árabe contemporánea. Es autor de varias antologías y traductor de algunos de los poetas más sobresalientes de Oriente Medio, entre ellos Mahmud Darwish, Yubrán, Al Sayyab, Adonis, Al Bayati o Nizar Qabbani, sobre el que publicó en 2019 un último poemario. Prolífico ensayista, con más de treinta títulos especializados, firmó algunas de las obras indispensables para comprender la sociedad árabe: ‘Introducción a la literatura árabe moderna’, ‘Ensayos marginales de arabismo’, ‘Exploraciones en literatura neoárabe’, ‘Los árabes y el Mediterráneo’, ‘El reto del islam’ o ‘Significado y símbolo de Al Andalus’.

En 1970 obtiene la cátedra de Lengua y Literatura Árabe por la Universidad de Sevilla y en 1978 se convirtió en el primer rector elegido democráticamente de la Autónoma de Madrid tras la muerte del dictador Franco. También fue decano de Filosofía y Letras y director del Departamento de Árabe e Islam. Las universidades de Jaén, Alicante y Granada lo reconocieron como Doctor Honoris Causa.

“Estableció nexos muy firmes entre el arabismo clásico, vinculado a lo andalusí, y los horizontes contemporáneos”, declaró ayer Carmen Ruiz Bravo-Villasante, catedrática de Literatura y Pensamiento Árabes Modernos de la Universidad Autónoma de Madrid. Ruiz Bravo fue alumna de Montávez desde el curso 1964-65, cuando este apenas tenía 31 años. “Era muy buen profesor. Sistemático, ordenado, tranquilo y con mucho sentido del humor. Su manera de abordar la lengua árabe era muy moderna y nos hacía pensar”.

“Para él”, sostiene Ruiz Bravo, “el arabismo no era solo una actividad científica reducida a la institución universitaria, sino una actividad humanista que debía trascender a la sociedad. Era un arabista vital en contacto con las sociedades árabes y también con la española”. Martínez Montávez acumuló un sólido fondo bibliográfico, leía la prensa árabe a diario y desarrolló un enorme archivo de fichas organizadas por materias y autores, que hoy se encuentra en posesión del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

Más allá de su ingente producción académica, Pedro Martínez Montávez trabajó de forma incansable por tender puentes de diálogo y entendimiento entre las dos orillas del Mediterráneo y Oriente Medio. En los países árabes goza de un prestigio extraordinario. Fue presidente de la Asociación de Amigos del Pueblo Palestino, la Asociación de Amistad Hispano Árabe y la Asociación Española de Estudios Árabes, así como socio de honor del Círculo Intercultural Hispano Árabe.

Justo por su decidido compromiso con la cultura de la ribera sur recibió el Premio Sheikh Zayed en 2009. También obtuvo el Premio de la Solidaridad con el Mundo Árabe, otorgado por la Asociación de Periodistas Árabes en España, y el de la Asociación Hispano Palestina ‘Jerusalén’. En 2010, el Gobierno andaluz le entregó la Medalla de Andalucía, la más importante distinción de la comunidad autónoma.

“Su aportación es inmensa”, subraya Emilio Molina, catedrático de Historia del Islam de la Universidad de Granada. “No solo en el arabismo, sino en el pensamiento en general”, agrega. Molina destaca su “tremenda conciencia democrática”, adquirida desde que fue rector de la Autónoma al inicio de la transición española, y su contribución a una “nueva visión del arabismo”. “Los estudios árabes discurrían hasta que él llegó por el camino del mundo medieval. Pedro abrió nuevas vías de análisis del mundo árabe contemporáneo. Y esto ha calado en todas las universidades españolas”.

El profesor ya jubilado de la Universidad de Granada recalca la “visión crítica, pero serena” de Martínez Montávez, sus “tremendos conocimientos” científicos, su “fácil pluma” como ensayista y la “conciencia cultural” que siempre le acompañó. “Ha creado una escuela del arabismo que no existía y nos ha enseñado a querer el mundo árabe contemporáneo”.

Pedro Martínez Montávez, en 1975, junto a su hija Natalia, su mujer, Mercedes Lillo, y Rosa María Manzano
Pedro Martínez Montávez, en 1975, junto a su hija Natalia, su mujer, Mercedes Lillo, y Rosa María Manzano (Fotografía compartida por Fernando de Ágreda en internet)

Todos sus colegas coinciden en señalar su profundo perfil humano. “Era una persona de diálogo y de respeto hacia el otro”, revela Carmen Ruiz Bravo-Villasante. “No devolvía mal por mal, pese a que había pasado por muchas dificultades”. Supo mantener siempre el “equilibrio ético” y se mostró “firme” y “valiente” en sus compromisos “arriesgados” . Fue un tenaz defensor de la causa palestina. “Amable y buen conversador, ha sido una persona de gran dignidad”, resume la catedrática de la UAM.

Emilio Molina se deshace en elogios hacia sus valores humanos. “Era una maravilla de persona. Humano, sencillo y con una inteligencia fuera de lo común. Su pérdida me ha llegado al alma. Era una figura única. Hemos perdido a un referente indiscutible del arabismo”, asegura por teléfono desde Granada.

Martínez Montávez fue muy crítico con la “superioridad moral” con que Occidente se dirigía al mundo árabe, y lamentó el “desconocimiento” y la “ignorancia” que ha predominado en el espacio europeo en relación a sus vecinos del sur y de oriente, según sostuvo en la entrevista que concedió a este diario. En cierto modo, gran parte de su dedicación intelectual ha perseguido durante toda su biografía ayudar a corregir ese déficit.

El fallecimiento de Martínez Montávez el pasado martes ha provocado un profundo impacto en el mundo de la cultura. Decenas de condolencias de instituciones y colegas de la universidad se acumulaban en la red. Casa Árabe expresó su “consternación” a través de sus canales digitales. También la Universidad Autónoma de Madrid declaró su “profunda tristeza” por la pérdida de quien fuera su rector a finales de los setenta. La Fundación Tres Culturas y la Asociación de Amistad Hispano Árabe lamentaron su fallecimiento, así como el Círculo Intercultural Hispano Árabe, la Biblioteca Islámica y otras muchas entidades más.

El arabismo pierde a uno de sus más cualificados representantes y a un hombre modesto. “A mí ya no me importa en absoluto el sello que dejaré en el arabismo español”, dijo como despedida en aquella entrevista de marzo pasado. “He intentado ser un hombre de mi tiempo. Un hombre responsable”, zanjó.

Adiós al humanista que modernizó el arabismo español
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