sábado. 27.04.2024

Un sistema tribal de explotación agrícola anticipó hace 1.400 años en la Península Arábiga el desarrollo sostenible

En 1960 aún quedaban 3.000 ‘himas’ en Arabia Saudí. Instituciones internacionales proponen hoy incentivar este tipo de gestión comunitaria de la tierra como respuesta alternativa de conservación de los recursos naturales

La 'hima' es un modelo milenario de gestión de recursos agrícolas (Foto: Saeed Alomari)
La 'hima' es un modelo milenario de gestión de recursos agrícolas (Foto: Saeed Alomari)

Al este de Baljurashi, en la región saudí de ‘Asir, existe un sembrado de un kilómetro y medio cuadrado. El terreno presenta una cubierta vegetal notablemente densa. Hasta hace poco, el forraje se cosechaba a mano en tiempos de sequía. Las mujeres cortaban el pasto que le correspondía a su familia conforme a un protocolo de designación rotativa. Los camellos se alimentan en la finca y las colmenas se colocan al borde. Las personas necesitadas también tienen derecho de uso del forraje, independientemente del linaje al que pertenezcan. Y todo el sistema es administrado por un ‘sheij’ local.

Este modo arcaico de explotación y gestión comunitaria de la tierra recibe el nombre de ‘hima’ y aún sobrevive en algunas comarcas de la Península Arábiga desde hace más de 1.400 años. ‘Hima’, en árabe, significa lugar protegido. Y es el método tradicional de tenencia de recursos naturales más longevo de Oriente Medio. Una práctica, según los expertos, que preserva la interacción entre el ser humano y la naturaleza como un “excelente” ejemplo de paisaje cultural al tiempo que representa una respuesta alternativa de conservación de los recursos naturales.

Así lo recoge uno de los proyectos difundidos por la plataforma MedOMed, integrada por 23 países del Mediterráneo y Oriente Medio. La que acabamos de describir es la Hima Al Fawqaq y es una de la media docena que han sido reconocidas como áreas de explotación agrícola tradicional conservadas por la comunidad. Al este de Baljurashi también, pero en la región de Al Bahah, se encuentra la Hima Al Azahirah. Esta es un poco más grande: 7 kilómetros cuadrados. Está situada en la cabecera de Wadi Ranyah e integra un amplio conjunto de pastizales con árboles de envergadura. La finca posee un muro de piedra construido en la década de los ochenta del siglo pasado por 600 voluntarios locales que trabajaron todos los jueves durante tres años. La ‘hima’ es vigilada de forma voluntaria y comunitaria, y su pista de acceso se encuentra en mal estado, lo que la mantiene inaccesible y protegida. Eso es justo lo que da sentido a su denominación.

Las ‘himas’ son administradas por un pueblo, un clan o una tribu. Se gestionan por consenso a través de sistemas de gobiernos jerárquicos, dirigidos por un ‘sheij’, que asegura la representación de todos los grupos de parentesco que conforman la comunidad local. El consejo tribal concreta el número de personas de cada familia a las que se les permite cortar pasto y señala por qué senderos se puede transitar para evitar la erosión del suelo. El Estado nunca interviene, salvo que se produzcan problemas de convivencia insalvables. Y es una forma de propiedad genuinamente pública.

Los expertos identifican hoy en este modo de explotación agraria tradicional muchos de los valores de desarrollo sostenible que definen la visión proteccionista contemporánea. Por ejemplo, el pastoreo está prohibido o regulado para permitir la regeneración natural después de que los pastos hayan crecido, florecido y dado sus frutos. El forraje se corta a mano y se saca fuera de la finca para alimentar el ganado. Los bosques asociados a la ‘hima’ están protegidos y la tala queda prohibida o severamente restringida. También se determinan reservas para la apicultura y solo se permite el pastoreo después de la floración.

En 1960, Omar Draz, asesor sirio de la Organización para la Agricultura y la Alimentación, trabajó en Arabia Saudí y quedó vivamente sorprendido con el sistema tradicional de explotación agraria de la ‘hima’. En ese momento, se contabilizaban hasta 3.000 ‘himas’ en toda Arabia Saudí. La práctica totalidad de los pueblos del suroeste del país estaban vinculados con este tipo de gestión agraria y otras ‘himas’ se diseminaban por el norte y el área central. Draz impulsó la recuperación del control tribal del pastoreo tanto en Arabia Saudí como en Siria. Y en 1967 promovió en su país la expansión de las cooperativas tribales.

El siglo XX marcó el declive de la ‘hima’ como modelo de administración comunitaria y sostenible. El auge del nacionalismo árabe en todo el arco de Oriente Medio precipitó la paulatina liquidación de las tierras tribales, muchas de las cuales pasaron a manos del Estado. En Arabia Saudí, sin ir más lejos, de tres millares de fincas colectivas se ha pasado a apenas unas pocas decenas. Su ocaso ha puesto en alerta a algunas instituciones internacionales que trabajan por su recuperación como sistema de gestión sostenible de los recursos naturales, en un contexto de alerta global por los efectos del cambio climático. No solo Arabia Saudí ha registrado este tipo de prácticas milenarias. También Jordania, Siria, Líbano y Yemen.

El Instituto de Investigaciones Científicas de Kuwait (KISR), la Universidad de las Naciones Unidas (UNU) y el Instituto de Investigación sobre Sostenibilidad Ambiental de Newcastle (NIReS) proponen incentivar el modelo de ‘hima’ como solución alternativa de explotación de la tierra, según informa MedOMed en uno de los estudios publicados en su web.

Algunas de las ‘himas’ en territorio saudí reconocidas por los expertos internacionales incluyen valores ambientales de especial relevancia. Es el caso de Hima Al Ghada, gestionada por la autoridad de Unayzah en cooperación con comunidades locales. En Jabal Aja’, Reserva de la Biosfera, se encuentra el macizo montañoso más grande del interior de la Península Arábiga. Se trata de un área del pleistoceno provista de humedales efímeros de agua dulce. Aquí sobreviven 500 especies vegetales y animales que ya se han extinguido de la mayor parte de la región.

En Jabal Ral, al sureste de Al Wahj, una ‘hima’ de 69 kilómetros cuadrados es gestionada por la tribu Bili desde hace más de 200 años como reserva de cabras montesas. Las normas comunitarias impiden el pastoreo de ganado doméstico y la vegetación se encuentra en “excelentes” condiciones. También en la Hima Quraysh, al oeste de At Taif, pervive una finca de pastos con pequeños arbustos, acacias, olivos y enebros. Aparte de la explotación agrícola, se produce miel y se implementa una incipiente industria ecoturista, todo administrado por cuatro jeques locales.

Las ‘himas’ constituyen un modelo de gestión equitativa de los recursos, que propicia la inclusión social, el uso sostenible de la tierra, la conservación ambiental y la prevención de la pobreza en un ecosistema de condiciones climáticas extremas. “Anticiparon en siglos los conceptos de desarrollo sostenible”, subraya Odeh Al Jayyousi, director regional de Asia Occidental de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), en el informe ‘Hima, una forma de vida’, publicado en 2007. “Este es un libro”, escribió entonces en el prefacio, “para recuperar el conocimiento tradicional y los sistemas de conservación de cara a afrontar el cambio climático”.

Un sistema tribal de explotación agrícola anticipó hace 1.400 años en la Península...
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