viernes. 26.04.2024

Camilo Dazza pisó por primera vez un país árabe en 2011. Su esposa había emigrado desde Colombia meses antes para trabajar en una clínica de oftalmología en Mascat, capital de Omán, y fue a recogerlo al aeropuerto con un amigo árabe. Camino del hotel, los altavoces de toda la ciudad anunciaron la llamada al rezo musulmán. El amigo árabe pidió detener el vehículo, descendió y se dirigió a la mezquita más cercana. Rezó y regresó minutos después. “¿Qué locura es esta?”, pensó el consultor colombiano, impactado por un comportamiento religioso que no había visto en su vida. “Fue para mí un choque cultural”, reflexiona hoy, una década después, en videoconferencia desde Mascat. 

Aquella colisión cultural fue solo la primera de un proceso de inmersión en el mundo árabe plagada de sobresaltos. Pronto descubrió que el ritmo empresarial de Omán circulaba a una velocidad distinta a la que acostumbraba en Colombia. “Aquí había una lentitud antagónica a mi país que, a veces, me abrumaba”, señala Camilo Dazza, natural de Bogotá y residente durante años en Cali y Medellín. Y aprendió un concepto inédito encapsulado en una expresión absolutamente desconcertante para él: “Insha’ Allah”. “Yo preguntaba cuándo íbamos a hacer un negocio y me respondían “insha’ Allah”. O preguntaba si íbamos a presentar la cotización y me respondían “insha’ Allah”. La medida del tiempo se movía en Omán en coordenadas radicalmente distintas a las que había conocido hasta ahora. “Luego comprendí que el “insha’ Allah” me estaba dando una lección de vida”, razona Dazza al otro lado de la pantalla. “Es decir: que, en realidad, nunca tenemos el control de nada”. 

"Comprendí que el 'insha’ Allah' me estaba dando una lección de vida. Es decir: que, en realidad, nunca tenemos el control de nada”

Diez años después, el consultor y empresario colombiano acaba de publicar 'Emprendiendo en el desierto', un manual editado en español e inglés donde desgrana las especificidades de la dinámica empresarial en Omán y ofrece las estrategias para superar los obstáculos. “Cuando comencé con la consultoría, me di cuenta de cinco cosas sin las cuales puedes encontrar problemas”, explica. “Aquí se arrancan las empresas por moda. Si llega la moda de las abayas, todos montan tiendas de abayas. Hay una evidente falta de iniciativa e innovación”, asegura. “También falta planeamiento. Puede que tengas la visión, pero no la forma de llevar tu idea a la práctica”, añade. Luego está el tercer factor. “Tienes la visión y puedes planificar, pero te falta implementar. Llevar el proyecto a la acción. La mayoría de las empresas se quedan aquí. Son empresas de Power Point”, describe de manera gráfica. El cuarto reto consiste en mantenerte en el tiempo. Más del 80% de las iniciativas mueren antes de los tres años. “Y quinto: la gestión del cambio. Tienes que estar preparado con un plan A, un plan B y un plan C”. 

Parte del éxito como consultor y estratega en Omán le llegó a Camilo Dazza a través de una curiosa carambola. Al poco tiempo de establecerse, preparó una conferencia con la conocida parábola bíblica de “José y las vacas flacas” para ilustrar la manera de hacer frente a una crisis económica. Sorprendentemente, el recurso bíblico funcionó de forma extraordinaria ante la audiencia. ¿Por qué? Una historia idéntica aparece en el Corán. “Me fui a la mezquita del Sultán Qabús y hablé con el director de estudios islámicos para comentarle el contenido de mi conferencia. Y me dijo: “Eso es oro puro”. Sin saberlo, estaba aplicando el Corán al mundo de los negocios”. Aquella carambola se convirtió en la llave que le abrió la puerta del éxito en el país árabe. 

"Presentas un proyecto o un “business plan” a las autoridades y te dan la plata. ¿Cuánto necesitas? Y ya está. Es maravilloso"

Hoy, además de conferenciante y asesor de empresas, Camilo Dazza también es socio principal de un holding que lleva su nombre. Su gran golpe empresarial también le llegó gracias, en cierta medida, al azar. Montó un negocio de cocina oculta o “dark kitchen” para dar soporte logístico a restaurantes que sirvieran comidas a domicilio. En Omán, las distancias son excesivamente largas, lo que complica seriamente las entregas en condiciones aceptables. La casualidad quiso que una pandemia planetaria colocara a su negocio en la línea de salida. Mientras que la mayor parte de los restaurantes cerraban, su firma de “dark kitchen” creció como la espuma. “Pusimos varios satélites en la ciudad para poder entregar en cualquier punto. Y, con la pandemia, el negocio se disparó absolutamente”, afirma Dazza. 

La experiencia en el campo de los negocios de Camilo Dazza es hoy referencia en Omán.
La experiencia en el campo de los negocios de Camilo Dazza es hoy referencia en Omán.

Llegaron a crear 18 puntos diferentes con comida de todo tipo y contrataron a “chefs” de distintas culturas gastronómicas. Abrieron dos restaurantes en la India, otros dos en Jordania y un quinto en Georgia. “Somos varios socios y vamos muy bien”, celebra. También es propietario de otra empresa de inteligencia artificial con un socio de la India y una más en Nicaragua relacionada con el sector agropecuario para eliminar intermediarios entre los campesinos y los restaurantes. 

Camilo Dazza sostiene que emprender un negocio en Oriente Medio es una aventura empresarial distinta a Colombia y otros países del entorno. “No solamente por el vínculo con la cultura árabe”, objeta. “La gran diferencia es que aquí en el Golfo el emprendimiento nace desde el recurso. Presentas un proyecto o un “business plan” a las autoridades y te dan la plata. ¿Cuánto necesitas? Y ya está. Es maravilloso. En Latinoamérica, en cambio, el emprendimiento no se basa en el recurso. Los círculos de pobreza y de movilidad social son bastante estrechos y la gente que emprende es porque necesita sacar adelante sus vidas”. 

“Dubai está cerca de Asia, Europa y África, un lugar estratégico si quieres abrir una oficina comercial”

Los países del Golfo se han convertido en uno de los espacios más dinámicos del planeta en términos económicos. Para el consultor colombiano, hay dos factores indiscutibles. El primero tiene que ver con el petróleo. “Eso es innegable”, subraya. Pero el segundo tiene que ver, en su opinión, con la “transparencia” en el campo de la “inversión extranjera”, especialmente por parte de Emiratos Árabes Unidos. “Hay cosas que se pueden negociar respetando la cultura y las raíces. Y potenciando un lugar multicultural se propende el crecimiento económico. De esa manera se puede ser sostenible en el largo plazo”, remacha. 

Joven musulmana muestra la edición en inglés de 'Emprendimiento en el desierto'. (Cedida)
Joven musulmana muestra la edición en inglés de 'Emprendimiento en el desierto'. (Cedida)

Dazza pone el Mundial de Qatar como ejemplo de estrategia política de apertura al mundo. O el proyecto Neom de Arabia Saudí, una de las iniciativas más sorprendentes del planeta en el ámbito de la sostenibilidad urbana. “Aquí en Omán, tenemos un sultán que está avanzando en muchas cosas y que intenta captar inversión extranjera”, destaca. “No tiene problemas con ningún vecino y mantiene buena relación con Irán y con Arabia Saudí. Y en sus mezquitas pueden entrar shiíes sin problema. Es una perla escondida en temas de tolerancia”, asegura Camilo Dazza. También elogia la decisión de Emiratos de convertir a Expo Dubai en el centro del mundo. “Dubai está cerca de Asia, Europa y África, un lugar estratégico si quieres abrir una oficina comercial”, señala. De hecho, buena parte de los puertos de la península arábiga se usan como nodos de reexportación de mercancías hacia otros puntos del planeta. “Su estrategia va a ser nuevamente la ruta de la seda. El centro del comercio mundial”. 

"Omán no es el mejor país para los negocios, pero lo amo porque me devolvió a mis raíces y mis creencias"

El imparable desarrollo económico y tecnológico de los países del Golfo comporta, previsiblemente, cambios sustanciales en sus marcos tradicionales. Camilo Dazza es consciente de ese fenómeno. “Emiratos ha cambiado su día laboral”, indica. “Cuando yo llegué, era jueves y viernes. Luego, viernes y sábado. Y ahora sábado y domingo. No todos los emiratíes lucen la disdacha, pero la lucen con mucho orgullo”, asegura. Y agrega: “El capitalismo tiene esa fea costumbre de mercantilizar todo. Si quieres que la cultura continúe tienes que mercantilizarla. De lo contrario, se pierde. Creo que los países del Golfo están dispuestos a negociar la forma, pero no el fondo. A Omán le falta mucho, pero ahí va. Y ese es uno de los grandes dilemas que tienen”. 

¿Y qué tenemos que aprender del mundo árabe? “Aferrarnos a los principios”, resalta el asesor empresarial. “Omán no es el mejor país para los negocios, pero lo amo porque me devolvió a mis raíces y mis creencias. Como cristiano, me quedé confrontado al ver que oran cinco veces al día y ayunan en Ramadán. Para mí, ha sido lo más bonito. Cuestionar mis creencias para saber si las estoy haciendo verdad en mi vida”. Camilo Dazza también valora el respeto que se sigue guardando en esta cultura a las personas mayores. Y dice: “El mundo árabe y la cultura japonesa son las que más honran las canas. Eso falta mucho en nuestra cultura occidental. Y ahí tenemos mucho que aprender”. 

Camilo Dazza, el hombre de negocios colombiano que descubrió en el Sultanato de Omán el...
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