jueves. 25.04.2024

Dando un paseo vespertino por los brillantes centros comerciales de Riad repletos de compradores, o pasando una velada en sus lujosos restaurantes hasta la bandera de clientes, el visitante podría pensar que los precios del crudo siguen como a mediados de 2014: por encima de los 100 dólares el barril.

En realidad, esta afición por el consumo desenfrenada no es más que la muestra de que la política económica de Arabia Saudí sigue en acción, según informa eleconomista.es.

Al compartir la riqueza de los ingresos por la venta de crudo en el exterior con sus ciudadanos en el interior, los Saud, la familia que le da nombre al reino, consigue a cambio mantenerse de forma estable en el poder en un entorno, el de Oriente Medio, en el que la agitación política es la norma.

Y pese a que los ingresos del crudo se han desplomado, los Saud siguen teniendo claras sus prioridades: es mucho mejor endeudarse y esperar a que pase el temporal, que secar el grifo de las dádivas a sus ciudadanos y arriesgarse a que aumente la contestación en las calles.

Pero los economistas recuerdan que, antes o después, Arabia tendrá que elegir. El FMI calcula que el país árabe más poderoso incurrirá en un déficit fiscal del 20% este año, y aunque reconoce que tiene activos de sobra para liquidar en el mercado internacional, pone fecha de caducidad a este tesoro: cinco años a partir de ahora.

Arabia Saudí ha emprendido un programa de recortes en los pagos a proveedores -como las constructoras de infraestructuras-, pero de momento el mayor exportador de crudo del planeta parece decidido a encajar el golpe y dejar a sus ciudadanos al margen.

"Los recortes no van a afectar al hogar medio", afirma Farouk Soussa, de Citigroup, que añade que es probable que el Gobierno "no toque las transferencias directas a los ciudadanos, o los gastos sociales".

De hecho, Riad pasó por un episodio de estridente generosidad a comienzos de año, cuando el nuevo rey, Salman, decidió entregar un bonus equivalente a dos mensualidades completas a todos los empleados públicos: 30.000 millones de dólares.

Con ese dinero fluyendo por las venas del flujo circular de la renta, centros comerciales como el de Granada (bautizado en honor a la ciudad de Al Andalus) siguen estando repletos, y negocios como la firma de maquillaje M.A.C. tienen que pedir a sus clientas que organicen una cola ordenada a las puertas de la tienda.

De hecho, las ventas minoristas acumulan una subida del 10% en lo que va de año, y aunque en septiembre cayeron un 3,5% interanual, los expertos atribuyen la bajada a un efecto estacional por la celebración de la festividad religiosa del Eid -que el ejercicio anterior cayó en noviembre".

Los mercados de valores parecen estar de acuerdo con los compradores saudíes. Aunque las acciones de las empresas comerciales han perdido parte de su valor desde el desplome del crudo en junio de 2014, su cotización se alinea con la de los mercados emergentes y en todo caso mejora a la de las compañías de construcción del país.

"El sector (del consumo) está resistiendo mucho más que otras áreas de la economía saudí", afirma John Sfakianakis de Ashmore Group.

Y parece que seguirá siendo así. Las prestaciones para los ciudadanos saudíes -en las que por supuesto no están incluidos los trabajadores asiáticos, son variadas y van desde la educación (el Gobierno gasta por ejemplo miles de millones cada año en enviar a sus estudiantes al extranjero), hasta la energía barata.

La gasolina le cuesta a los ciudadanos menos de un dólar por galón (unos 25 céntimos de euro por cada litro), y la electricidad es tan barata que los residentes de Riad no apagan el aire acondicionado ni siquiera cuando se van de vacaciones fuera de la ciudad.

Sólo en subsidios al precio de los combustibles, y sólo este año, la dictadura empleará 52.000 millones de dólares. Eso sitúa a Arabia Saudí en el cuarto país que más gasta por personal en regalar energía, por detrás de Qatar, Luxemburgo y Kuwait.

Fahad al-Turki, de Jadwa Investment, no cree sin embargo que eso vaya a cambiar a corto plazo, y afirma que el país "está intentando mitigar el impacto de los precios del crudo en toda su economía doméstica, y en particular en los consumidores.

Los saudíes siguen derrochando como si el crudo estuviese a 100 dólares
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