viernes. 29.03.2024

La decisión de Estados Unidos de bloquear una condena internacional al bombardeo de un campamento de migrantes en Libia, que sus enemigos atribuyen a las fuerzas de Khalifa Haftar, es un ejemplo del apoyo que muestra ahora la administración Trump al hombre fuerte del Este libio, según expertos.

Este apoyo al mariscal Haftar se manifiesta en detrimento del Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA) de su rival Fayez al Sarraj, que es sin embargo reconocido por la ONU como la única autoridad legítima en Libia. "No es una sorpresa. Es un signo del cambio de la política estadounidense hacia Libia", observa James Dorsey, especialista del Oriente Medio con sede en Singapur y responsable de un blog reputado en la región.

El miércoles, tras más de dos horas de reunión, Estados Unidos impidió la adopción por el Consejo de Seguridad de la ONU de una condena unánime al ataque la víspera de un campamento de detención de migrantes cerca de Trípoli, que dejó más de 40 migrantes muertos y unos cien heridos.

La misión estadounidense no proporcionó ninguna explicación sobre las razones del bloqueo de Washington, que pese a todo denunció el ataque "abyecto" contra el centro de migrantes. El proyecto de texto propuesto por Reino Unido llamaba, sin acusar a una u otra parte, a un cese del fuego y al regreso al proceso político.

Según una fuente diplomática europea que recoge el portal Swissinfo.ch, Washington no dio ninguna instrucción para autorizar definitivamente la publicación de la declaración.

"La posición de Estados Unidos es perfectamente coherente con su política de los últimos años, cuando cerró los ojos ante violaciones de los derechos humanos cometidas por sus aliados", considera Karim Bitar, director de investigación en el Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas (IRIS) de París.

"La administración Trump y sus aliados del Golfo acogieron con los brazos abiertos el programa de Haftar", agrega este especialista de Oriente Medio y de la política exterior de Estados Unidos.

Hundida en el caos desde la caída en 2011 del régimen de Muamar Gadafi, Libia está dirigida por dos entidades rivales: de un lado el GNA de Fayez al Sarraj, que controla el oeste del país, y del otro un gobierno paralelo con sede en el este, apoyado por Khalifa Haftar.

No es la primera vez que la ONU no logra adoptar una "posición común" desde la ofensiva lanzada a comienzos de abril del autoproclamado Ejército Nacional Libio (ENL) del mariscal Haftar para conquistar Trípoli, sede del GNA.

Un proyecto británico de resolución que pide un cese del fuego se quedó como letra muerta en la mesa del Consejo de seguridad. "Por supuesto, Estados Unidos no retiró su reconocimiento ni revocó su apoyo al GNA, pero hubo de facto contactos al más alto nivel con Haftar", subraya Dorsey.

Estados Unidos escogió en Libia al mariscal Haftar, según expertos
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