sábado. 20.04.2024

La guerra en Libia ha vuelto a repoblar de minas un país donde actualmente existen más de 20 millones de estos artefactos explosivos sin detonar, muchos de ellos cerca de escuelas, universidades y hospitales, y que alberga el "mayor arsenal descontrolado del mundo, con entre 150.000 y 200.000 toneladas de armas sin ningún tipo de supervisión", según las últimas estimaciones de Naciones Unidas durante un encuentro de expertos en desminado celebrado esta semana en Ginebra (Suiza).

"El uso de municiones y la amenaza que representan los explosivos sin detonar han aumentado", ha explicado el responsable para la Reducción de Amenazas del Servicio de Naciones Unidas de Acción contra las Minas (UNMAS, por sus siglas en inglés), Bob Seddon. "Además y por desgracia", añade muchas de las zonas previamente desminadas han vuelto a quedar 'contaminadas' como resultado de los combates", ha lamentado el especialista. Libia lleva sumida casi una década en el caos, desde la muerte de Muamar Gadafi en 2011. Los esfuerzos para consolidar una restauración democrática solo han posibilitado la formación de un débil Gobierno en la capital, Trípoli, que desde abril lleva asediada por las fuerzas del militar opositor Khalifa Haftar, que opera al servicio de una administración rival en el este del país.

Las conversaciones internacionales para resolver el conflicto -- la última de ellas en Berlín, en enero-- intentan consolidar un alto el fuego duradero entre ambos bandos, aunque las escaramuzas siguen estando a la orden del día, mientras la economía del país se resquebraja a cada semana que pasa ante la parálisis de las exportaciones de crudo, gran parte del cual está bajo control de las fuerzas opositoras.

Un aspecto crucial de las negociaciones de Berlín se refirió a la necesidad de consolidar un embargo de armas sobre el país, destino final de millones y millones de armas, muchas de ellas abandonadas tras años de enfrentamientos internos o contra grupos yihadistas que se aprovecharon del descontrol para entrar en el país, como el Daesh que han provocado una "enorme inseguridad no solo en Libia, sino en los países vecinos", según la ONU.

"Jamás en la vida", ha apostillado Seddon, "he visto nada igual en términos de contaminación de armas de fuego", antes de añadir que Libia se ha convertido definitivamente "en un problema para el continente africano entero".

Las víctimas más obvias de estas minas sin estallar son los cientos de miles de desplazados internos que cruzan el país por recorridos poco transitados para escapar de las hostilidades: solo en 2019 se registraron 343.000 personas en fuga de los combates, un 80 por ciento más que en 2018, que caminan sobre los veinte millones de artefactos explosivos, según las estimaciones del enviado especial de la ONU para Libia, Ghasán Salamé, enterrados bajo sus pies.

"Son ellos quienes reciben el impacto entero de estas décadas de inseguridad", ha lamentado Haddon, miembro de una agencia cuyo personal y misión en Libia tienen un alcance "limitado" por la violencia. De hecho, este mismo miércoles Naciones Unidas denunció que las fuerzas de Haftar, el Ejército Nacional Libio, están impidiendo el aterrizaje de los vuelos regulares del personal de la ONU.

La falta de medios y efectivos es solo una parte del problema para Haddon, quien pronostica que la amenaza de las minas en Libia "no va a hacer sino aumentar en los próximos años". Primero, porque esas armas son "una forma muy eficaz de atacar" y segundo, porque en el país norteafricano no hay estructura política o de seguridad capaz de soportar una misión de desminado. "No se trata de coger una pala y excavar las minas. Necesitamos una fuerza de Policía eficaz. Necesitamos una respuesta eficaz contra los incidentes que provocan, necesitamos forenses. No solo es un problema militar. Es un problema de la Policía", ha lamentado el especialista.

Millones de minas siguen sin estallar en Libia, el mayor arsenal descontrolado del mundo
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