Una monja colombiana que fue secuestrada y retenida por extremistas en Malí durante más de cuatro años regresó a su país de origen el martes.
“Bienvenidos, bienvenidos, nuestro corazón les da la bienvenida”, cantaba una decena de monjas que la esperaban en el aeropuerto de Bogotá, mientras la hermana Gloria Cecilia Narváez abrazaba a cada una de ellas.
La monja de 59 años fue tomada como rehén el 7 de febrero de 2017 en el sur de Malí, cerca de la frontera con Burkina Faso, donde había estado trabajando como misionera.
“El Señor me dio la alegría de tener hermanos y hermanas”, dijo la monja, que fue liberada el 9 de octubre. “Te doy las gracias de todo corazón”.
“Su fuerza me asombra”, manifestó el coronel Gustavo Camargo, subdirector de la policía antisecuestro que había ido a Malí para presionar por su liberación.
Al regresar a su tierra natal, que a su vez estuvo plagada de secuestros en un conflicto que duró más de medio siglo, Narváez se pronunció a favor de las víctimas del secuestro.
“Pensaba en todo el sufrimiento que atraviesan las personas cuando son secuestradas aquí mismo en Colombia, en el mundo entero, allá en Malí, cuántas personas quedan”, declaró la monja, cuya madre falleció en septiembre de 2020 mientras esperaba la liberación de su hija.
Los secuestros son comunes en Mali, sumido en los disturbios propios, y especialmente en el centro del país, un hervidero de violencia extremista.
Desde marzo de 2012, varias áreas están en manos de grupos vinculados a al-Qaeda.
Antes de regresar a Colombia, la monja visitó al Papa Francisco en el Vaticano.
