sábado. 27.04.2024

El demócrata Joe Biden, futuro presidente de EEUU, no ejecutará cambios significativos en su política exterior con respecto a Oriente Medio y sus conflictos más calientes, pero sí moderará su forma de afrontarlos. Protagonizará un estilo más templado y menos expeditivo que el desplegado por el mandatario saliente, Donald Trump. La región ha ido perdiendo peso específico en la política exterior estadounidense, que ha reorientado sus intereses hacia el sureste asiático. La caída de los precios del crudo y la disminución de la dependencia planetaria han contribuido a ello. China, por contra, gana protagonismo como socio comercial y se perfila como nuevo actor en Oriente Medio.

Dos analistas consultados por EL CORREO DEL GOLFO examinan las cuatro claves que definirán en los próximos años la estrategia estadounidense en una de las áreas críticas del mundo.

Programa nuclear de Irán 

Todos los especialistas coinciden en que el nuevo presidente de EEUU va a levantar el pie del acelerador en su relación con Teherán. Biden tratará de reconstruir puentes con Irán para reactivar el acuerdo nuclear firmado por el Gobierno de Obama y dinamitado bruscamente por Donald Trump al inicio de su mandato. “Este será el principal cambio de Biden”, sostiene Ignacio Álvarez-Ossorio, profesor de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad Complutense de Madrid y destacado analista de Oriente Medio. “Retomará la línea de la negociación y el diálogo con Irán para intentar que interrumpa su programa nuclear, a cambio de levantar las sanciones que impuso la administración Trump”.

No será un viraje desprovisto de tensiones. Israel y Arabia Saudí, sus principales aliados en la zona, presionarán para evitar un escenario de distensión con su más encarnizado rival en la región, pero Biden está convencido de que la “política de máxima presión con Irán”, impulsada por Trump estos cuatro años, “fortalece al régimen de los ayatolas y no ofrece resultados”, en opinión de Álvarez Ossorio.

En esas mismas coordenadas se sitúa la reflexión del arabista Iñaki Gutiérrez de Terán. “Reanudará la doctrina de Obama. No lo hará con carácter inmediato, pero sí lanzará mensajes para en un futuro no lejano intentar retomar algo parecido a unas conversaciones con Irán. Esto se verá en el plazo de un año”, señala.  Un escollo para el acercamiento podrían ser las elecciones legislativas previstas en Irán en 2021. “Los indicios dan a entender que puede haber un resurgimiento del sector duro, aunque esto se podría reconducir si desde EEUU llegan indicios de una aproximación”, subraya Gutiérrez de Terán.

Proceso de paz Palestina-Israel

Biden mantendrá su apoyo sin fisuras a Israel. En eso no habrá cambios ostensibles, porque forma parte de la secular política estratégica estadounidense en Oriente Medio. Sí se producirá un paulatino acercamiento formal con la Autoridad Palestina, según estima Álvarez-Ossorio. Y es muy probable que permita la reapertura de la embajada de la OLP en Washington y reanude su ayuda económica a la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (Unrwa). El objetivo es mantener el actual estatus quo, afirma el profesor de la Complutense, claramente favorable desde hace años a los intereses hebreos.

“No hay urgencia alguna para Israel. El campo de la paz está desaparecido”, observa crudamente Ossorio. Biden, por consiguiente, no contempla en su agenda la reactivación de las negociaciones entre las partes ni lanzará ningún plan  con el sello de Washington. La Autoridad Palestina se encuentra muy debilitada y apenas controla ya el 40% de Cisjordania, como consecuencia de la política de hechos consumados y la confiscación creciente de territorio.

Gutiérrez de Terán duda incluso de que Biden reanude las vías de diálogo con la OLP. “Exhibirá algunos gestos de buena voluntad con la Autoridad Palestina, que está más débil ahora”, remacha. Precisamente, debido a su acusada fragilidad, a los palestinos no les conviene en este momento aventurarse en negociaciones bilaterales, en opinión del arabista. El nuevo mandatario no presionará a las cancillerías de la región para establecer relaciones diplomáticas con Israel, tal como hizo Trump, pero aceptará de buen grado las emprendidas hasta ahora por Emiratos Árabes Unidos, Bahrein, Sudán y Marruecos.

La realidad incontrovertible, según Gutiérrez de Terán, es que la causa palestina “ha perdido peso efectivo y ya no será una prioridad para la política exterior estadounidense”. La integridad de Israel ya no está en peligro y la “única amenaza” que se otea en el horizonte proviene de Irán.

Guerra de Yemen 

Poner fin al largo conflicto armado que vive el país árabe también será otra prioridad de la nueva administración norteamericana. “No beneficia a nadie y la crisis humanitaria va en aumento”, argumenta Álvarez-Ossorio. Biden intentará sentar a las partes en el corto plazo. Arabia Saudí es uno de los actores principales en la resolución del conflicto, toda vez que considera a Yemen como su “patio trasero” y no parece dispuesta a permitir que el país caiga bajo el control de los huzíes, una facción shií-zaidí aliada de Irán.

Cómo buscar una “salida honrosa” para el régimen de Riad va a ser, a juicio de Gutiérrez de Terán, uno de los retos más complejos de la diplomacia estadounidense. Paradójicamente, la distensión con Irán podría facilitar las cosas. Como elemento colateral, el arabista subraya el hecho de que la guerra de Yemen está siendo un “suculento negocio” para las empresas de armas estadounidenses. Por esa razón, la administración Biden “no pondrá demasiado empeño” en desatascar la encrucijada yemení.

En ese escenario, el fin del bloqueo a Qatar y la reanudación de la unidad de acción entre los países del Golfo se alza como un objetivo conveniente para el nuevo mandatario estadounidense. El resquebrajamiento de la cohesión regional permitió, bajo el prisma de Gutiérrez de Terán, la irrupción de Turquía como agente influyente en la zona. Arabia Saudí ya estaría preparando el terreno para el deshielo de las relaciones con Qatar, según indica Álvarez-Ossorio, e incluso para la salida de Yemen.

Guerra de Siria

El propósito de Biden es que el largo y virulento conflicto no vuelva a desbordar las fronteras sirias. “EEUU concibe la cuestión desde el prisma de la seguridad de Israel. Y en eso no parece que vaya a haber cambios”, aventura Iñaki Gutiérrez. Rusia se ha convertido en el máximo protector del régimen de Bashar al Assad y la potencia americana no parece estar dispuesta a quebrar el precario equilibrio que se ha instalado en la región desde que el dictador de Damasco logró estabilizar la línea de frente.

La política exterior de Joe Biden para Oriente Medio en cuatro claves
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