jueves. 25.04.2024

Desde el inicio de la crisis con sus poderosos vecinos del Golfo, que lo han boicoteado, el rico emirato de Qatar ha procedido a realizar frenéticas compras de armas, para demostrar que sigue haciendo negocios con Occidente. Arabia Saudita y sus aliados rompieron en junio todas sus relaciones con Doha, acusando al país que albergará el Mundial de Fútbol de 2022 de apoyar a grupos extremistas y de acercarse a Irán, gran rival de Riad.

Desde entonces, Qatar anunció la firma de una serie de contratos militares por un valor total de 20.000 millones de euros (25.000 millones de dólares). "Aunque los gastos en defensa de Qatar hayan aumentado en los últimos años, esta aceleración parece vinculada con la crisis", opina David Roberts, profesor del King's College de Londres.

Tras el inicio de la crisis, Doha compró aviones caza F-15 a Estados Unidos, y en diciembre el emirato firmó un contrato para la adquisición de 12 aviones de combate Rafale suplementarios, durante una visita del presidente francés Emmanuel Macron. También ha confirmado un pedido de siete navíos de guerra a Italia, e inició negociaciones para comprar sistemas rusos de defensa antiaérea S-400.

Qatar alberga la mayor base estadounidense en Medio Oriente, Al Udeid, con unos 10.000 soldados norteamericanos. Pero, además, el ministro de Defensa, Jaled ben Mohamed al Atiya, afirmó recientemente que quería asimismo recibir a la marina de guerra de Estados Unidos.

En diciembre, durante las celebraciones de la fiesta nacional, las tropas qataríes habían desfilado con misiles balísticos de fabricación china, recientemente adquiridos.

"Hay una masiva inversión en el ámbito militar" resume Andreas Krieg, consejero del gobierno qatarí hasta el año pasado. Hasta 2013 Qatar gastaba 3.000 millones de dólares por año en Defensa, según el Instituto internacional de investigación sobre la paz de Estocolmo. El creciente ritmo de gastos militares revela el temor a una invasión, indican los expertos.

Según Krieg, el miedo a una invasión se remonta a 2014, cuando Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Bahréin llamaron repentinamente a consultas a sus embajadores en Doha. Esta crisis fue resuelta -o al menos puesta en sordina- pero su recuerdo sigue latente.

El emir de Qatar, el jeque Tamim ben Hamad Al Thani, sucedió a su padre algunos meses  antes de la crisis de 2014. Rompió con la política de su progenitor y otorgó más medios a la Defensa, un sector "poco financiado durante años", según Krieg. "Los dirigentes de Qatar intentan prever lo imprevisible" subraya por su lado David Roberts.

"Aunque una acción militar les parece poco probable (...), Qatar debe prepararse par lo peor", agrega.

Más allá del aspecto de defensa militar, la firma de estos contratos tiene importancia diplomática para el emirato, que quiere reforzar sus relaciones con algunos países clave. Según informa la agencias de noticias AFP, Qatar quiere que París, Londres y Washington desempeñen un creciente rol en el mantenimiento de su seguridad y estabilidad, añade Roberts.

Pese a los esfuerzos de Qatar para reforzar su ejército, sus capacidades militares siguen siendo menores que las de Arabia Saudita y de Emiratos Árabes. Pero el país del Golfo tiene una baza esencial a su favor: la existencia de una base estadounidense en su territorio.

Qatar, aislado por sus vecinos, aumenta la compra de armas
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