sábado. 20.04.2024

''Podemos quedar mañana, pero pasado me voy al desierto''. A Enric Camarasa Cifres le gusta pensar en el desierto. Es, junto con la playa, su lugar predilecto para las vacaciones. ''Y si quieres, te vienes con nosotros a ver las tortugas de madrugada y a hacer acampada en el desierto''.

Omán es, ciertamente, uno de los mejores y más seguros lugares de Oriente Medio para pasarlo bien. Pese a lo que pueda parecer, en esta nación de la península arábiga no escasean las ofertas: recorrido por wadis (ríos que transcurren entre cañones imposibles), pozas casi extraterrestres, playas infinitas y montañas que parecen de cartón. Todo asequible para este valenciano de 31 años con sueldo de omaní (''sueldo omaní, pero gastos omanís también'', puntualiza) y que solo paga 25 céntimos de euro por litro de gasolina, el precio actual en este país.

Cuando llegamos al restaurante Trader Vics de Muscat, la capital del sultanato, está chispeando, y el camarero nos ofrece meternos adentro. Pero somos españoles, o sea fuertes e intrépidos aventureros, y nos quedamos hasta que el mozo vuelve con las bebidas y rollitos de primavera y la lluvia empieza a apretar, que es entonces cuando nos animamos a meternos.

Enric reside en Omán para educar a los músicos del país, nada menos. Es 'coach' y profesor de trompa en la Orquesta Real del Sultán y no es la primera vez que el joven artista está en el extranjero: ''Pasé tres años en Ereván como solista de la Orquesta Filarmónica Nacional de Armenia, llamado por el director Eduard Topchian, y no les gustó nada que me fuera'', relata el valenciano.

El músico Camarasa Cifres, que tiene apellido de compositor aunque se echa atrás ante la idea de coger algún día la batuta, está encantado con su nuevo destino, en el que tiene solo buenas palabras para el sultán: ''este señor es muy inteligente. Tiene todo el poder y decidió repartir los recursos e invertir en el bienestar de su pueblo''. Quizá la Orquesta Real sea una especie de instrumento para devolverle el favor de su población a través del placer de los sentidos. 

El expat Enric tiene un bagaje cultural y un talento para los idiomas que certifican su propio aserto de que los españoles viviendo en el extranjero suelen ser más cultos que la media. Y eso a pesar de que no tendría pega alguna en volver a España para trabajar, siempre que allí encontrara un puesto que le ofreciera las mismas condiciones. Le pregunto si echa más de menos a la familia o a los amigos. Y, aunque los echa mucho en falta, una de las cosas que más le urgieron al principio fue la paellera, una forma de ''mantener la cultura propia'' y compartirla con sus nuevas amistades. "Que me dejen traerme la paellera es todo lo que les pedí en los primeros meses en que no me dejaban salir del país''. Y se la trajo. Qué es un valenciano sin su paellera. 

Ahora puede completar su vida social e invitar a sus amigos a arroces insuperables. Como sus ganas de seguir triunfando por el mundo, hincando la pica que algún tiempo no muy lejano nos hizo tan famosos y respetados a los españoles.

Enric Camarasa, un valenciano que triunfa en la Orquesta Real de Omán
Comentarios