sábado. 27.07.2024

Una madre keniata que ha liderado una larga y desesperada campaña para salvar a su hijo de ser ejecutado en Arabia Saudita recibió algo de alivio esta semana, tras el anuncio de que se le había aplazado la condena.

Stephen Munyakho, de 50 años, iba a ser ejecutado esta semana por el asesinato de un yemení ocurrido en 2011.

La ejecución podría haber sido mediante decapitación, el método más habitual para la pena capital en el reino, pero también en la horca, con inyección letal o ante un pelotón de fusilamiento.

Pese a todo, la suspensión de la ejecución es solo temporal. Dorothy Kweyu, la madre de Munyakho, quien tiene 73 años, le explicó a la BBC que el Ministerio de Relaciones Exteriores de Kenia no le ha dado más detalles sobre el caso.

La madre odavía está tratando de reunir la “diyya”, o dinero de sangre, que bajo el sistema legal islámico, conocido como sharía, le podría ayudar a conseguir el perdón por parte de la familia de la víctima.

Arabia Saudita como Estado islámico basa su sistema judicial en la sharía tanto para los casos penales como para los civiles.

De acuerdo a varios periodistas en Kenia, una petición pública de fondos solo ha logrado reunir un 5% de lo que pide la ley: un millón de dólares. Y lo que está buscando el gobierno de Kenia, que está intercediendo en el caso, es ganar tiempo para conseguir el dinero

Un funcionario keniata, Korir Sing'Oei, declaró que los negociadores “están buscando estrategias para poder resolver este asunto de la forma más aceptable posible, para que ambas familias puedan cerrar esta historia, algo que se merecen y necesitan de modo urgente”.

La historia

Munyakho se mudó a Arabia Saudita cuando tenía 20 años y durante 13 años fue el coordinador de una bodega de un hotel ubicado en el mar Rojo. Según la madre, su hijo tuvo una discusión con un compañero, quien lo atacó con un abrecartas. Entonces Stevo devolvió el ataque con el mismo abrecartas, lo que terminó por causarle la muerte.

“Al principio, mi hijo fue hallado responsable de homicidio culposo y condenado a cinco años de cárcel”. “Nosotros esperábamos que volviera a casa al cabo de dos años y medio, de acuerdo a las leyes internacionales. Pero no ocurrió así”, dijo. Una apelación, hecha por la familia en 2014, cambió la condena.

“La corte ordenó entonces que mi hijo recibiera la pena capital, lo que significaba que debía ser ejecutado”, recordó.

“Pero poco después, la familia de la víctima aceptó la oferta de la delegación de Kenia en Arabia Saudita de recibir la diyya o dinero de sangre”, añade.

Pero las negociaciones han sido largas y difíciles: recaudar el dinero para Stevo, quien tiene tres hijos, no ha sido fácil.

El tribunal había establecido el pasado 15 de mayo como fecha límite para que el dinero fuese entregado. “Yo pedí que en vez de ejecutar a mi hijo me ejecutaran a mí. Que podíamos hacer ese intercambio. Pero me dijeron que dejara de decir eso”, explicó Kweyu.

Bajo la ley islámica, el pago de esta diyah puede llevar a la reducción de la sentencia y, en algunos casos, a un indulto. Actualmente se aplica en cerca de 20 países en Oriente Medio y África, incluyendo Sudán y el norte de Nigeria.

Las interpretaciones modernas hacen que las sumas difieran de un país a otro y, por lo general, establecen el pago en efectivo.

“En Arabia Saudita un camello puede costar unos 8.000 dólares, por lo que si alguien va a pagar por la vida de alguien, tienen que abonar al menos 800.000”, detalló el experto en temas islámicos Sheikh Husseini Zakaria.

Otros factores, como el género de la víctima y su pasado religioso, pueden determinar la suma a pagar. Además, se necesita que la familia de la víctima esté de acuerdo.

Kewyu cuenta que primero le pidieron 2,6 millones de dólares. Pero después logró negociarlo hasta acordar 950.000.

No se sabe con claridad si Stevo cambió de religión mientras estaba en prisión. En un comunicado publicado en la red social X y emitido por Sing'Oei, el delegado keniata, se dice que Stephen Munyakho ahora había pasado a llamarse Abdulkareem.

El cambio de nombre fue una novedad para los miembros de la familia, que apenas se pudieron comunicar con él a través de cortas llamadas desde la prisión.

Una madre recauda "dinero de sangre" para evitar la ejecución de su hijo en Arabia