jueves. 25.04.2024

Mompox, joya de orfebrería

Situada al sur de Cartagena de Indias, en las calles de la Ciudad Valerosa retumban los ecos de historias de piratas, de la cacería de brujas en la época de la Inquisición o las gestas militares
Perspectiva aérea de Mompox, la colombiana Ciudad Valerosa. (Fuente externa)
Perspectiva aérea de Mompox, la colombiana Ciudad Valerosa. (Fuente externa)

“Mompox no existe, a veces soñamos con ella, pero no existe”. (Simón Bolívar en 'El General en su Laberinto' de Gabriel García Márquez).

Es posible que a muchos les suene el nombre de Mompox, incluso quizás lo hayan visto en la literatura o en el cine. No es extraño que a la hora de escribirlo, dudemos si en el medio lleva m o n, si lleva o no tilde, si al final es con x o con s. La verdad es que se puede escribir de varias maneras. El nombre oficial es Santa Cruz de Mompox, pero también es aceptable Mompóx, no en pocas oportunidades lo he visto con s final. De cualquier modo, a pesar de dudar su toponimia se trata de un sitio inolvidable.

Se trata de una ciudad, localizada al sur de Cartagena de Indias, en el medio geográfico del Departamento de Bolívar, al margen derecho del Río Magdalena. Su rica historia se inició con su fundación, que se ha establecido en 1540 por parte de Juan Carlos Quintero de Santa Cruz quien habría tomado el nombre del Cacique Mompox que había dominado aquellas tierras. Desde muy temprano surgió la vocación orfebre del pueblo, tomando la tradición de los indígenas que habían trabajado el oro durante siglos, se mezcló con la técnica de la filigrana árabe que trajeron los españoles. Gracias a ello y al comercio, fue una de las ciudades más florecientes de la región Caribe. Fue así como se fue poblando con aristócratas, millonarios de la época, héroes y aventureros.

En sus calles, retumban los ecos de historias de piratas, de la cacería de brujas en la época de la Inquisición o las gestas militares. Fue una de las primeras poblaciones en el continente en declararse totalmente independiente de España. La Ciudad Valerosa, como fue denominada, fue determinante durante la independencia de Colombia, siendo punto estratégico del ejército libertador. Desde allí partió Bolívar hacia Caracas, con un ejército conformado en su mayoría por momposinos en la llamada Campaña Admirable. No en vano el Libertador diría “Si a Caracas debo la vida, a Mompox debo la gloria”.

surgió la vocación orfebre del pueblo, tomando la tradición de los indígenas que habían trabajado el oro durante siglos, se mezcló con la técnica de la filigrana árabe que trajeron los españoles
Mompox tiene una centenaria vocación orfebre surgida de la tradición de los indígenas que habían trabajado el oro durante siglos y mezclada con la técnica de la filigrana árabe que aportaron los españoles. (Fuente externa)

Muy cercana al corazón de Gabriel García Márquez, porque allí vivió en su juventud el gran amor de su vida, su esposa Mercedes Barcha, no es extraño que Mompox tenga destacada aparición en obras como 'El General en su Laberinto', esa oda otoñal a la figura de Bolívar, 'El Amor en los Tiempos del Cólera' o 'Crónica de una Muerte Anunciada'. A través de la literatura Mompox ha llegado al cine, en las versiones fílmicas de las dos últimas obras mencionadas, la ciudad ha servido de locación perfecta para los amores contrariados de Fermina Daza y Florentino Ariza o la tragedia moderna representada en ese triángulo complejo de Ángela Vicario, Bayardo San Román y Santiago Nasar

El centro histórico de la ciudad ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, uno de los pueblos más auténticos de la costa Caribe colombiana, por su arquitectura colonial, su historia, su relación con la literatura y el cine, unido a una tradición de orfebrería que une el arte y la artesanía, traducido en la filigrana. Sitio imperdible para los viajeros, aficionados a la historia, la literatura, el cine, al oro o el amor, porque como dice el guía viajero Yunis Gómez Muñoz (en un bonito reportaje de la Radio Nacional de Colombia), “Mompox tierra de Dios, donde se acuesta uno y amanecen dos y si sopla un viento amanece un ciento y si vuelve a soplar no se pueden contar”.

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Dixon Moya es diplomático colombiano de carrera, escritor por vocación, lleva un blog en el periódico colombiano El Espectador con sus apellidos literarios, en el cual escribe de todo un poco: http://blogs.elespectador.com/lineas-de-arena/  En Twitter a ratos trina como @dixonmedellin 

Mompox, joya de orfebrería
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