miércoles. 24.04.2024

Desde que llegué a Dubai hace ya varios años siempre he tenido curiosidad por visitar el país vecino de Arabia Saudí. Pero las circunstancias de ese país hasta hace unos tres años no permitían visitarlo como turista a aquellas personas que no fueran nacionales de alguno de los países miembros del Consejo de Cooperación del Golfo. Y solo se podía ir con visa de trabajo o quizás a algún evento deportivo. 

Pero desde 2019 las condiciones han ido cambiando y decidieron conceder también visados de turistas y comenzar a promocionar Arabia Saudí como un nuevo destino turístico con mucho potencial y muchas cosas por descubrir. 

Llegó la pandemia y se volvió a cerrar por un periodo bastante largo, pero por fin este mes de marzo pude ver cumplido mi objetivo de organizar un pequeño viaje a Arabia con residentes de Dubai

Nos hemos embarcado un grupo de seis mujeres en esta primera aventura al país vecino que tantas connotaciones negativas tenía hasta ahora. Es verdad que algunas personas nos han dicho que quizás era demasiado arriesgado todavía viajar sólo mujeres a un país donde hasta hace nada no podían ni conducir, salir a la calle solas y menos aún ir sin abaya (la túnica negra que llevan normalmente) o sin velo. 

Y más allá del tópico de petróleo, camellos y beduinos, el reino de Saud nos ha sorprendido con un enorme país lleno de contrastes y también de contradicciones

  1. Hail, el punto de inicio
  2. En coche a Jubbah
  3. 450 kilómetros hasta Al-Ula
  4. La hora de Riyad, la capital
  5. La antigua ciudad de Diriyah
  6. El fin del mundo
Arabia Saudí se está transformando gracias a sus tesoros en un codiciado destino turístico a pasos agigantados. (Cedida)
Arabia Saudí se está transformando gracias a sus tesoros en un codiciado destino turístico a pasos agigantados. (Cedida)

Hail, el punto de inicio

Nuestro viaje comenzó con vuelo directo desde Dubai a Hail, ciudad en la región de Najed, hacia el norte, donde alquilamos un coche para desplazarnos por esta parte del país. 

Hail es todavía algo más tradicional, pero tiene algunos puntos de interés que se pueden visitar en la ciudad. 

Comenzamos por el Fuerte A´arif. Es el edificio histórico más antiguo de la ciudad y fue construido como todos los fuertes para defender la ciudad de los ataques enemigos. Durante el reinado Saud, el fuerte fue usado para el avistamiento de la luna y para disparar los cañones en el Iftar durante Ramadán. Desde su cima se divisan la ciudad y las diversas granjas y mercados alrededor de ella. 

Escenas cien por cien árabes aguardaban a las mujeres en su recorrido. (Cedida)
Escenas cien por cien árabes aguardaban a las mujeres en su recorrido. (Cedida)

Qishlah Palace es un palacio situado en el centro de Hail, pero ahora está en obras de restauración. Es un imponente edificio de dos plantas construido de barro y arcilla en 1940 con ocho torres de vigilancia en las murallas y dos puertas de entrada, este y oeste. Era el centro de las tropas del ejército, depósito de artillería y armas durante el principado del principe Abudlaziz bin Musaad Al Saud de la provincia de Hail. Fue una prisión hasta el final del principado y en 1995 fue transformado en edificio histórico por el gobierno en 1995.  

Y no podía faltar una visita al antiguo mercado Al Barzan, donde se pueden encontrar artículos y ropas tradicionales de Hail. Está abierto hasta las 22.00 horas y nosotras anduvimos sin problema hasta esa hora por su calle principal muy iluminada y bien asfaltada.

En coche a Jubbah

Al día siguiente nos dirigimos en coche hasta la localidad de Jubbah, en el desierto de la región de Hail, para visitar los milenarios petroglifos grabados en las rocas areniscas de la montaña Umm Sinman, que se atribuyen al periodo neolítico (4000-10.000 BCE). También se han encontrado antiguas inscripciones árabes (Thamudic) que datan del primer milenio antes de Cristo.

Milenarios petroglifos grabados en las rocas areniscas de la montaña Umm Sinman. (Cedida)
Milenarios petroglifos grabados en las rocas areniscas de la montaña Umm Sinman. (Cedida)

Pudimos ver representaciones de gacelas, orix, Ibex, renos, ganado, carros de caballos y hasta leones que se remontan a una época en la que el área estaba permanentemente regada con lluvias y lagos que posibilitaban la vida humana. Este conjunto ha sido catalogado como Patrimonio de la Humanidad por la UNESO.

450 kilómetros hasta Al-Ula

Después de esta visita continuamos con nuestros coches por el desierto de Hail rumbo a Al-Ula, a unos 450 kilómetros

En el trayecto no nos cruzamos casi con coches hasta que ya estábamos más cerca de Al-Ula. Pasamos muchas granjas de camellos, de color blanco y negro, pequeñas poblaciones aisladas, gasolineras abandonadas, pero la carretera en general está en buen estado, excepto los primeros 50-60 kilómetros que los tuvimos que hacer por tierra dando botes.

A medida que vamos acercándonos a Al-Ula, vamos viendo un entorno natural de espectaculares formaciones rocosas, en medio de un desierto de arena anaranjada, un espectáculo precioso. 

En la ciudad vieja de Al-Ula, un lugar imprescindible a la hora de visitar Arabia. (Cedida)
En la ciudad vieja de Al-Ula, un lugar imprescindible a la hora de visitar Arabia. (Cedida)

Llegamos a Al-Ula. Nuestra recomendación es dedicarle por lo menos dos días completos para disfrutar de todos sus rincones. Es una región de desiertos y áridas montañas, pero también entre este paisaje tan duro hay un fértil oasis que durante mucho tiempo ha mantenido vida en esta zona y ha traído gente y civilizaciones durante más de 200.000 años. 

La zona arqueológica de Al-Ula está dispersa en tres áreas abiertas en lo que constituye un auténtico museo al aire libre en pleno desierto. 

Cada roca cuenta una historia. Entre este vasto y enigmático paisaje, reinos olvidados, capas de historia, los arqueólogos están solo empezando a revelar los secretos de esta joya patrimonial en el noroeste de Arabia Saudi. Al-Ula fue vista durante mucho tiempo solo como una región de paso. Sin embargo, se está descubriendo que Al-Ula era más que solo una región de tránsito, sino que era un verdadero nexo y el hogar de comunidades complejas a lo largo de miles de años. 

La espectacularidad de Al-Ula impacta a cada visitante. (Cedida)
La espectacularidad de Al-Ula impacta a cada visitante. (Cedida)

El Gobierno saudí ha llevado a cabo un megaproyecto turístico para controlar de forma organizada las visitas en toda esta vasta expansión de 22.000 kilómetros cuadrados. El entorno natural de espectaculares formaciones rocosas, arcos en piedra y cañones ya merece la visita por sí solo. Pero además entre arenas y rocas vemos el área de Madein Saleh, que concentra las tumbas nabateas talladas en roca de Hegra (espectacular la visita nocturna también), mientras que la zona de Dadan alberga los restos arqueológicos de la antigua capital homónima de los reinos de Dadan (siglos IX y VIII aC) y Lihyan (siglos V-II aC). El fuerte de Hegra, del siglo XVIII, la estación del ferrocarril de Hiyaz, que conectaba el imperio otomano y Damasco con Medina y La Meca, la 'biblioteca a cielo abierto' de Jabal Ikmah, con inscripciones y petroglifos tallados en la roca, son muchas de las cosas que se pueden descubrir en esta región. 

Las opciones para dormir en Al-Ula son variadas, desde hoteles de lujo en el desierto, tiendas entre las rocas con todas las comodidades, hotel-roulot y casas de huéspedes. Los precios del alojamiento no son baratos en Arabia Saudi y en Al-Ula el precio es aún más elevado. 

Y tampoco nos podemos olvidar de dar un paseo por el oasis y palmeral, así como por la ciudad vieja de Al-Ula, llena de tiendas boutique, restaurantes y un ambiente muy agradable. El coche hay que dejarlo en un parking público gratuito y te acercan al centro de la ciudad en carritos de golf. Muy bien organizado.

La hora de Riyad, la capital

Nuestra última parte del viaje la dejamos para visitar la capital de Arabia Saudí, Riyad. Fuimos en avión desde Al-Ula. Hay varios vuelos al día y el trayecto es de unas dos horas. Tuvimos la suerte -creo yo- de llegar a Riyad en fin de semana y el tráfico no nos pareció tan tremendo como todo el mundo nos advertía. Así que no encontramos ningún atasco y llegamos a todas las visitas con cierta rapidez. 

Riyad se erige como el corazón de un reino, cuna del islam, que da tímidos pasos al futuro y la modernidad con el freno de mano de su puritana moral. La verdad es que nos sorprendió la amabilidad de sus habitantes y la disposición para entablar conversación. Si quieres ir más desapercibida puedes vestir con Abaya, pero sin velo, pero no es para nada obligatorio. 

La ciudad de Riyad puedes dedicarle un día, pero si quieres acercarte hasta Jebel Fihrayn o más conocido por Edge of the world ('el fin del mundo'), necesitas por lo menos un día y medio. 

En Riyad nos movimos con taxi y uber y no tuvimos ningún problema y los precios no eran caros. 

El recorrido por Arabia también incluye un viaje a la modernidad árabe. (Cedida)
El recorrido por Arabia también incluye un viaje a la modernidad árabe. (Cedida)

Reservamos un tour cultural que nos encantó y lo pasamos muy bien. Visitamos el Fuerte Masmak, donde aprendimos como surgió el reinado de Arabia Saudi. Después fuimos a un zoco tradicional, Al-Zaal Souq, donde pudimos ver una subasta de antigüedades. 

A continuación, nos llevaron a la mezquita más grande de Riyad, una experiencia única y muy interesante ya que nos dejaron entrar durante el rezo del atardecer y después nos dieron una breve charla sobre la importancia del islam en su vida diaria y su cultura además de ofrecernos bebidas, pastas, bollos, dátiles.  

Y por último terminamos el tour con una cena en un restaurante tradicional espectacular, que merece mucho una visita. 

También nos dio tiempo para ver la parte moderna de la ciudad, donde hay una zona que está llena de restaurantes de moda que existen en Dubai y otras ciudades occidentales como Londres o Nueva York. Estuvimos en uno de los restaurantes y estaba lleno de jóvenes mujeres saudíes cenando solas, otras mesas estaban con grupos de dos parejas. Se nota que tienen ganas de abrirse y el proceso de apertura va rápido.

La antigua ciudad de Diriyah

Al día siguiente visitamos la antigua ciudad de Diriyah, también Patrimonio de la Humanidad, que está a unos 25 kilómetros de Riyad. Esta ciudad, con sus curvas murallas de adobe construida en el oasis que surge de la ribera de Wadi Hanifa, fue un histórico punto de encuentro de peregrinos y comerciantes. Fue en su tiempo una próspera ciudad del desierto y fue además la primera sede del poder de la familia Saud. En 1745 fue la capital del país hasta que ese título pasó a Riyad en 1932. La ciudad es toda peatonal, con restaurantes y casas museos. Y hay que pagar un ticket de entrada para acceder dentro del recinto. 

El fin del mundo

Y desde aquí se puede ir en coche, todo terreno mejor, a ver el Edge of the World (unos 90 kilómetros desde Diriyah). Por una escarpada meseta se llega a pie al borde de un abismo vertical que ofrece una vista panorámica impresionante al inhóspito fondo del valle y al horizonte saudí en el desierto del Najed. La visita a este lugar es más popular durante la puesta de sol y por lo tanto hay más gente. Nosotras lo hicimos por la mañana y estábamos solas y las vistas son igualmente espectaculares. Eso si, no apto para quienes sufran de vértigo. 

'El fin del mundo' bien merece una visita. (Cedida)
'El fin del mundo' bien merece una visita. (Cedida)

Después de cinco días intensos y con muchas anécdotas en el camino llegó el momento de nuestro regreso a Dubai con el buen sabor de boca de un viaje a un país que nunca hubiéramos imaginado que sería tan interesante y tan hospitalario

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María Tello es directora de Passion Dubai Tours. Si quieres organizar un viaje a Arabia Saudí, su contacto es [email protected].

Seis mujeres residentes en Dubai recorren en solitario Arabia Saudí
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