jueves. 25.04.2024

La vejez

"Nuestros pensamientos, nuestra forma de vernos a nosotros mismos y al mundo, influyen sobre manera en cómo envejece nuestro cuerpo"

"El cuerpo humano no es una máquina biológica sujeta al deterioro constante e implacable causado por el correr de los años. Los seres humanos realmente somos unas redes magníficamente organizadas de energía, información e inteligencia en permanente intercambio dinámico con el medio ambiente, totalmente capaces de transformarnos y renovarnos". Estas palabras son de la Introducción del libro del doctor Deepak Chopra 'Rejuvenezca y viva más tiempo'.

Cada vez es más común la difusión de informaciones y vídeos por las redes sociales de personas con más de 80 años haciendo limpiamente ejercicios de pesas, de estiramientos, trabajando para grandes causas y desarrollando su pasión. Son personas que para mí, por ejemplo, por su edad, debían de lucir muy azotadas físicamente y limitadas mentalmente, pero parece que, simplemente, esto no es así. Ya no.

Nuestros pensamientos, nuestra forma de vernos a nosotros mismos y al mundo, influyen sobre manera en cómo envejece nuestro cuerpo. También influye como tratamos a este templo físico cuya forma alberga lo más esencial de la vida, el alma. Los años pasan, sí, pero el tiempo es simplemente una herramienta de gestión de la vida humana y no existe como tal. Lo que tenemos que entender es que, por nuestra naturaleza corpórea, somos seres perecederos y en constante cambio, lo que no quiere decir que mientras vivamos estemos limitados, ni que cuanto mayor seamos, menos capacidad tengamos. Estos, en realidad, son límites mentales y sociales que simplemente sirven para eso, limitarnos. 

Los avances médicos a lo largo de la historia han ayudado a tratar dolencias que, en otros momentos, habrían terminado con la vida de alguien. Pero siempre existen enfermedades que se resisten más, para las que no hay un tratamiento perfecto. Leía en un artículo de la BBC que, en realidad, la esperanza de vida a lo largo de la historia no ha sido muy diferente a la de la actualidad, quitando muertes por asesinatos, enfermedades, pandemias y clases bajas y obreras que en aquellos momentos no tenían acceso a medicina o a ciertas condiciones de vida e higiene. Pero estas cosas también suceden ahora.

Afirma en ese mismo artículo el historiador de la Universidad de Stanford Walter Scheidel que "la duración de la vida de los humanos, en oposición a la esperanza de vida, que es una construcción estadística, no ha cambiado mucho".

En este texto he querido reflexionar sobre la vejez. ¿Por qué? Por varias situaciones que he vivido en los últimos años de mi vida relacionadas con mi abuela que me han hecho pensar en ella -la vejez- como un tema que tenemos que empezar a ver desde otra cara.

En España, la vejez está mal vista. Es un pensamiento radical expresado de forma fehaciente de que el ser humano a cierta edad no sirve y lo único que hace es estorbar. Pero no es solo un pensamiento de la juventud, de los adultos, es un pensamiento arraigado también en las propias personas mayores. Mi abuela, quien tiene 86 años, es un ejemplo. Habla de "los viejos" como personas que ya no son capaces, ve a personas que suben de los 65 años realizando alguna labor política, por ejemplo, y dice "ese viejo" qué hace ahí. Y, después de una merienda que disfrutamos con otra amiga de mi abuela, que también tiene más de 80, me di cuenta que ella -mi abuela- no es la única que mantiene esta posición.

Los adultos perpetuamos esta visión desplazando a la vejez a centros geriátricos o a residencias para mayores. Como siempre, hay casos y no quiero que nadie que lea este artículo se tome lo que aquí escribo como algo personal pero, desde mi punto de vista, aislar la vejez no la hace menos real. La vejez es otra etapa más de la vida, estigmatizada, de la que aún tenemos mucho que aprender. Es más fácil no afrontar aquello que más nos cuesta comprender y aceptar.

Todo esto me hizo pensar que la visión de la vejez en el mundo Occidental es algo que llevamos arrastrando como sociedad generación tras generación. No es común que se mezclen jóvenes con personas mayores a no ser que sea una ocasión especial, algún encuentro familiar. Quiero entroncar esta idea con lo que escribía más arriba; somos nosotros mismos los que comenzamos a ponernos los límites y todo da comienzo en nuestra mente, a la que, de alguna manera, le afectan y condicionan informaciones socialmente generalizadas como la 'limitación de la vejez'. A las personas que piensan distinto, que no ven la vejez como una limitación, estos condicionantes no les afectan y, es más, pueden llegar a crear con su actitud un periodo de vejez espléndido, grandes momentos de conocimiento y sabiduría.

Después de analizar esta situación, la comparé con otra muy distinta; la que se vive en Emiratos Árabes Unidos. Allí las residencias para mayores casi no existen. A mi abuela le encanta ir para allá ¿saben por qué? Porque se siente valorada, respetada, admirada. Por el simple hecho de ser mayor, la gente la prioriza en todos los aspectos, se paran a hablar con ella, quieren conocer su historia. En cambio, aquí en España, aunque en los autobuses y en el metro ponga que hay que dar prioridad en los asientos a las personas mayores y las embarazadas, nos cuesta. Ahora, parecía que con la llegada de la pandemia habían comenzado en algunos centros comerciales y supermercados a dar prioridad a los mayores en las cajas de pago. Pero no está siendo del todo así; estaba hace una semana en El Corte Inglés con mi abuela, que está genial pero justo sufre de las piernas y no puede permanecer mucho tiempo parada, y nadie le ofrecía un asiento y tampoco la atendían. Los jóvenes no cedían su lugar y los dependientes no le daban prioridad. Y me indigno, la verdad.

En la cultura árabe la persona mayor en casi todas las circunstancias permanece con la familia. Para ellos sería impensable mandar a su madre o a su padre, a esa persona que tanto les ha cuidado -o no-, a una residencia, a que lo cuide otro, simplemente, allí es esto lo que está mal visto. Así es su tradición. Y, en este caso, me gustaría aprender esto de ellos. Porque sé y entiendo que la noticia a una persona que es completamente consciente de que la envían a una residencia le afecta y mucho de manera negativa, la condiciona aún más de lo que ya lo está con respecto a su vejez. Y sé de varios casos de personas que han fallecido al poco tiempo de llegar a una residencia. Por cuestiones de tiempo, de dinero, de trabajo, esto no se nos hace posible -el cuidar de nuestros familiares mayores- y más cuando ya hay una tradición y un conocimiento social que nos apoya a no hacerlo.

En conclusión, me gustaría con este artículo difundir un mensaje de mayor apertura con respecto a cómo hemos venido percibiendo la vejez. No es solo un estado pasivo para ver la tele o jugar al dominó, se pueden hacer muchas otras cosas y todo dependerá de cómo se encuentre uno físicamente o si tiene alguna dolencia. Podrían estudiar una carrera, leer libros, hacer tai chi, coser, escribir, pintar, cocinar, meditar, jardinería, bricolaje, artesanía, aprender a usar el ordenador. Motivemos e inspiremos a los mayores en esta etapa, suele ser cuando una persona más nos necesita. Haciendo esto, estaremos ayudándolos a acabar con sus barreras mentales y mejorando su calidad de vida y la nuestra en un futuro. 

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Atención: Ten en cuenta que este texto está escrito de acuerdo con las experiencias de vida de la fundadora de DETRIBU y con lo que ella ha conocido, puede haber diferentes visiones sobre un mismo tema dependiendo de las vivencias de las personas. Todas se respetan y se escuchan.

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