martes. 23.04.2024

Adiós a Mahmud Sobh, el poeta que tenía dos patrias

El escritor palestino, fallecido esta semana en Madrid, se exilió en España en 1965 y fue traductor al árabe de Lorca, Neruda y, sobre todo, Machado, por cuyas obras completas recibió el Premio Nacional de Fomento a la Traducción en 1982
Mahmud Sobh, el poeta y escritor palestino fallecido esta semana en Madrid. (Fuente externa)
Mahmud Sobh, el poeta y escritor palestino fallecido esta semana en Madrid. (Fuente externa)

Mariam Sobh tiene la fecha fresca en la memoria. 14 de marzo de 1965. Ese fue el día en que su padre descendió del avión en España procedente de Damasco. Ella no había nacido aún. Todavía no era ni siquiera un proyecto. Pero Mahmud Sobh llevó cosido en el recuerdo toda su vida el día exacto en que España se fundió en su biografía para siempre. “España era su segunda patria. Él mismo se llamaba paleoespañol”, asegura su hija, transida por la emoción, un día después del fallecimiento de su padre. 

Mahmud Sobh nació en 1936 en el pequeño pueblo palestino de Safad en el seno de una familia numerosa. Su padre murió pronto. Y su madre se hizo cargo de seis hijos en aquellos años turbulentos que presagiaban la fundación del Estado de Israel y la expulsión de cientos de miles de palestinos de su tierra milenaria. Mahmud Sobh tenía 12 años cuando fue arrancado de su pueblo. Su familia se refugió en Damasco en 1948 y allí formalizó estudios universitarios de Filosofía. 

Fue en 1965 cuando se subió en el avión con una beca para hacer una tesis doctoral sobre 'La poesía amorosa arábigo andaluza' en la Universidad Complutense de Madrid. Nunca más regresó a Siria. Aquí se casó en 1968 con una mujer española y aquí forjó su familia hasta el día de su muerte. También aquí cuajó una sobresaliente trayectoria como poeta, traductor y filólogo árabe en el departamento de Semíticas de la Complutense. 

Mahmud Sobh fue un pionero y el primer profesor árabe en lograr una cátedra española

Mahmud Sobh fue un pionero. Uno de los más tempranos palestinos afincados en España, dos años antes de la catástrofe del 67, y el primer profesor árabe en lograr una cátedra española. La misma cátedra de Estudios Árabes e Islámicos, por cierto, donde poco antes se habían sentado dos tótems del arabismo español: Miguel Asín Palacios y Emilio García Gómez. En 1978 consiguió la nacionalidad española. Pero no fue hasta cuatro años más tarde, en 1982, cuando obtuvo pleno reconocimiento académico al recibir el Premio Nacional por la traducción al árabe de las obras completas de Antonio Machado. También tradujo a García Lorca y a Neruda, y obras clásicas como 'La Celestina' o textos árabes medievales como 'Al Muqtabis', de Ibn Hayyan. 

Pero el espacio creativo más genuino de Sobh siempre fue la poesía. Publicó un buen puñado de poemarios a lo largo de su vida en español y también en árabe. Los críticos valoraron su estilo “popular”, “vitalista”, “rotundo” y “clásico”. En 1969 reunió en un volumen, junto a Pedro Martínez Montávez, a los 'Poetas palestinos de resistencia'. El desgarro irreparable de la diáspora siempre gravitó sobre sus versos. Así lo recuerda hoy su hija Mariam Sobh: “Toda su poesía es un llanto del exilio”. Mariam, por cierto, no es Mariam. Es Miriam. Pero así la llamaba su padre y ha querido prestarle un pequeño homenaje postrero en la permutación de su nombre. “Leyendo la poesía de mi padre”, sostiene Mariam, “se entiende qué significaba para él España y Palestina, sus dos patrias”. 

“Mi padre era un ser único”, acierta a deletrear con voz rota al otro lado del teléfono desde Madrid. “Un ser muy especial. Y un superviviente nato. Mantuvo su espíritu de lucha hasta sus últimos días”. Entre la comunidad palestina española era considerado un “patriarca” en reconocimiento a su ya larguísima biografía en suelo peninsular, asegura su hija. De hecho, su féretro, cubierto con la bandera palestina, fue honrado por decenas de compatriotas y las autoridades diplomáticas de su país de nacimiento. 

El desgarro irreparable de la diáspora siempre gravitó sobre sus versos

En una entrevista concedida a El País en 1977, Mahmud Sobh enarboló la causa palestina con sentido del compromiso y audacia. “El dolor y el sufrimiento han convertido a nuestro pueblo en algo brillante, como el fuego convierte en diamante al carbón”. Y añadió: “La mejor arma contra los judíos es amarlos”. La frase describe a un hombre generoso y vitalista, tal como evoca el arabista Juan Martos, estrecho amigo de Mahmud Sobh desde los años setenta. “Siempre sonreía y mostraba una actitud positiva ante la vida. Era un hombre entrañable”, asegura. 

Juan Martos lo conoció en un acto propalestino que tuvo lugar en Madrid, donde Sobh recitó versos de Mahmud Darwish. Poco después, el arabista jiennense obtuvo plaza en la Complutense y entonces cultivaron una profunda amistad que ya nunca se desvaneció. “Era una persona que imponía físicamente. Era alto y sonriente”, detalla. Mahmud Sobh tenía dos obsesiones profesionales, asegura Juan Martos. Dar a conocer el árabe en España y viceversa. Esos dos propósitos vertebraron su labor académica. Fruto de ese empeño, publicó en el año 2002 'Historia de la literatura árabe clásica', que, según Martos, “marcó una época” en el ámbito filológico del arabismo. 

A los ojos del profesor andaluz, la poesía del palestino era “intimista” y “sentimental” porque era dueño de una lírica que “llegaba al corazón”. “No era amante de experimentos poéticos”, sostiene Martos. En su opinión, Mahmud Sobh fue uno de los “grandes intelectuales palestinos”. Declarado ateneísta, tuvo una participación muy activa en el Instituto Hispano Árabe de Cultura y en otros muchos centros relacionados con el ámbito semítico. “Se sentía español y acabó enamorado de Madrid”, rememora. 

La Biblioteca Islámica de Madrid y Casa Árabe rendirán homenaje a Mahmud Sobh, persona muy respetada y querida en Palestina

Fue acreedor de innumerables premios académicos, como el Álamo (1975), el Vicente Aleixandre (1978) y el Sheij Hamad (2016). En el año 2014 viajó a Oriente Medio para recibir la Orden de las Artes y las Letras del Estado Palestino. Fue la primera vez que volvió a pisar su tierra desde 1948. “Aquel viaje le impactó mucho”, recuerda su hija Mariam. “Llegó muy emocionado a Madrid”. En aquel regreso histórico, lo acompañó el arabista y traductor Luis Miguel Pérez Cañada. “En Palestina, era una persona muy respetada y querida. Fuimos a muchas televisiones y cenamos con Mahmud Abbas [presidente palestino]. Repetía una y otra vez que se sentía español, aunque lo decía con cierta resignación, porque no le habían permitido volver a su casa”, declara Pérez Cañada en conversación telefónica. En aquel periplo recorrieron Belén, Ramala, Jericó y Jerusalén, así como diversas universidades y centros culturales, entre continuos y engorrosos controles policiales. “El contacto estrecho de aquella semana me hizo descubrir a un hombre profundamente humano y afectuoso”. 

Mahmud Sobh conoció a Yasir Arafat y fue intérprete de numerosas personalidades árabes cuando venían a España, entre ellas, Sadam Hussein en una visita oficial de los años setenta. Su muerte ha despertado una honda consternación entre el arabismo español y la comunidad palestina. La Biblioteca Islámica, dependiente de la Agencia Española de Cooperación (AECID), ha organizado una exposición bibliográfica de urgencia, mientras que Casa Árabe y la Complutense preparan un homenaje a una destacada figura, que, como indica su hija, ha significado un “puente entre culturas”.   

Adiós a Mahmud Sobh, el poeta que tenía dos patrias
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