viernes. 19.04.2024

En busca de la mítica basílica cristiana bajo la Mezquita de Córdoba

Arqueólogos inician prospecciones en el antiguo patio de abluciones del gran templo de Al Andalus para intentar localizar vestigios del complejo episcopal sobre el que supuestamente se edificó el oratorio islámico de Abderramán I
Perspectiva del exterior de la Mezquita de Córdoba desde el Patio de los Naranjos. (R. Pérez / EL CORREO)
Perspectiva del exterior de la Mezquita de Córdoba desde el Patio de los Naranjos. (R. Pérez / EL CORREO)

En los años treinta del siglo XX, el entonces arquitecto conservador de la Mezquita de Córdoba inició un plan de excavaciones en el subsuelo de enorme trascendencia. Félix Hernández se proponía abrir las entrañas del universal monumento para encontrar pruebas arqueológicas de la mítica basílica de San Vicente. Hasta ese momento, de su existencia solo había dos referencias literarias citadas por los compiladores árabes Ibn Idari y Al Maqari.

Las crónicas aseguraban que Abderramán I, el emir omeya que huyó de Siria y fundó Al Andalus en el siglo VIII, levantó su primera mezquita en Córdoba sobre los restos de una basílica visigoda. Aquella iglesia, narran los textos, había sido utilizada años antes como templo compartido entre la comunidad cristiana y la islámica. Pero el imparable crecimiento de la población musulmana acabó convenciendo al emir de comprar la totalidad del oratorio a los mozárabes para construir sobre sus ruinas una gran mezquita. Casi cinco siglos después, en 1236, Córdoba fue conquistada por el rey cristiano Fernando III y consagró la Mezquita al culto católico.

Hasta ahí la historia escrita. La verdad arqueológica no dijo exactamente lo mismo. Félix Hernández exploró el subsuelo de la Mezquita de Córdoba en dos puntos distintos: bajo el templo primitivo de Abderramán I y el Patio de los Naranjos, antigua sala de abluciones. Las prospecciones levantaron una enorme expectación en la ciudad y en el mundo arqueológico. Pero los trabajos tuvieron que ser suspendidos de urgencia después de casi cuatro años de excavaciones. El 18 de julio de 1936, el general Franco se rebeló contra el Gobierno constitucional de la II República y el coronel Cascajo, responsable de la guarnición en Córdoba, ordenó la clausura del yacimiento. Félix Hernández no dejó ningún informe escrito sobre los hallazgos encontrados bajo tierra. Toda la información que nos ha llegado sobre la naturaleza de los restos proviene de sus discípulos, principalmente Manuel Ocaña y Ana María Vicent, pero también de Manuel Gómez Moreno, a la sazón director de Bellas Artes. Y las conclusiones fueron unánimes: “Pobre y reducido edificio”, “perplejidad”, “ningún elemento característico de un edificio litúrgico paleocristiano o visigodo”. Así se refleja en 'Mezquita de Córdoba. Su estudio arqueológico en el siglo XX', de Antonio Fernández Puertas, el más completo estudio publicado hasta ahora sobre la cuestión.

Excavaciones de Félix Hernández.

La basílica de San Vicente chocó con la realidad de los registros arqueológicos y se desvaneció como realidad tangible. Pero no el mito. La Iglesia católica, administradora actual del monumento, alimentó la leyenda del templo visigodo con el paso de las décadas, pese a la ausencia de evidencias materiales. ¿Con qué objetivo? Para reivindicar la propiedad del solar y esgrimir la continuidad cristiana del edificio, hoy reconocido como una de las joyas arquitectónicas más prodigiosas del planeta y fuente de ingresos millonarios gracias al turismo.

La controversia no ha dejado de llenar páginas de especialistas a lo largo de los años. La última tuvo lugar hace tan solo siete meses, cuando un arqueólogo del prestigioso Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) publicó en la revista especializada 'Al Andalus y la historia' un contundente artículo descartando cualquier “edificio religioso en este sector urbano” de la ciudad. Fernando Arce Sainz recordó que las prospecciones de Félix Hernández hace 86 años “fueron del todo desmitificadoras” ya que “nada apareció que pudiera asimilarse a la basílica esperada”.

Mucho más sorprendentes fueron las conclusiones del arqueólogo Raimundo Ortiz, difundidas días después, cuando admitió en una presentación pública lo siguiente: “No hemos sido capaces de identificar una basílica cristiana bajo la Mezquita de Córdoba”. Las palabras de Raimundo Ortiz tenían un valor capital. El experto integraba un equipo multidisciplinar que examinó durante años todas las referencias arqueológicas de la Mezquita por encargo del Cabildo catedralicio de Córdoba. Fue la primera vez que una fuente autorizada de la Iglesia católica reconocía sin circunloquios que las pruebas materiales de San Vicente son enormemente débiles.

"La Iglesia ha decidido volver a excavar en el Patio de los Naranjos justo en el mismo punto en que lo hizo Félix Hernández en los años treinta del siglo pasado"

El hecho no es baladí. Desde hace décadas, las autoridades eclesiásticas defienden en trípticos, folletos, vídeos y todo tipo de material de difusión la existencia de la iglesia visigoda bajo las naves de Abderramán I. Es más: exhiben desde hace años un mosaico encontrado por Félix Hernández a casi tres metros de profundidad como parte integrante de San Vicente. Y las inapelables afirmaciones del arqueólogo Raimundo Ortiz desmienten sin paños calientes a la Iglesia católica. Es decir: los obispos han estado confundiendo a millones de visitantes durante décadas.

Ya lo advirtió Fernando Arce Sanz en su trabajo de investigación. “Se le dice al visitante que [los mosaicos] son parte de la basílica de San Vicente. Falso. Se trata de un ámbito doméstico, familiar, erigido en torno al siglo IV”. El arqueólogo del CSIC ya escribió al respecto en otro artículo de 2015. Y, entre otras evidencias, adujo que la profundidad del mosaico desbarataba la hipótesis de que la Mezquita se hubiera edificado justo encima porque, al menos, existían otras tres etapas constructivas entre la presunta San Vicente y la Aljama cordobesa. O sea: cuando Abderramán I edificó su gran oratorio, la supuesta iglesia cristiana llevaba enterrada siglos.

No es de la misma opinión el arqueólogo Pedro Marfil. Y no se trata de una opinión cualquiera. El especialista ha sido el único que ha excavado hasta la fecha en el subsuelo de la Mezquita de Córdoba desde que Félix Hernández clausurara su yacimiento hace 84 años. Pedro Marfil ha examinado en detalle el mosaico y los muros sumergidos bajo el oratorio primitivo. Trabajó veinte años como arqueólogo del Cabildo catedralicio y conoce las entrañas de la Mezquita como la palma de su mano. Sus conclusiones son otras. Asegura que el crismón sobreimpresionado en uno de los ladrillos y un ave con una corona sobre crátera floreada del mosaico remiten a un edificio de carácter religioso. “No conozco ningún crismón que no sea cristiano”, argumenta.

Mosaico situado bajo la Mezquita de Córdoba.

Fue Pedro Marfil el primero que empezó a articular la teoría del complejo episcopal debajo de la Mezquita. Se trataría de un conjunto de edificios interrelacionados entre sí vinculados al poder del obispo. Y a esa hipótesis se abona ahora la Iglesia católica y sus arqueólogos después de que los restos materiales de Félix Hernández constituyan, cuando menos, una prueba desconcertante y más que dudosa de la existencia de la basílica cristiana. En esta nueva interpretación del subsuelo, la famosa iglesia de San Vicente podría estar en cualquier parte del complejo episcopal y no necesariamente bajo las naves de Abderramán I. Al fin y al cabo, todo el sector urbano sobre el que se asentó la Mezquita pertenecería al obispo de la época, conforme a esta versión.

En este estado de cosas, la Iglesia ha decidido volver a excavar en el Patio de los Naranjos justo en el mismo punto en que lo hizo Félix Hernández en los años treinta del siglo pasado. Las prospecciones están dirigidas por Raimundo Ortiz, arqueólogo del Cabildo, y Alberto León, profesor de la Universidad de Córdoba (UCO). Ochenta y cuatro años después de que Félix Hernández tuviera que clausurar sus trabajos sin resultados tangibles, un equipo de arqueólogos vuelve a remover la tierra del colosal monumento para rastrear signos del templo visigodo o el complejo episcopal.

“Intentamos definir qué tipo de edificio es”, ha manifestado Alberto León a Canal Sur TV. “Cuando lo podamos fechar y ver sus características constructivas tendremos más datos para avanzar en la idea o descartar que se trate de un edificio del complejo episcopal”, reveló el profesor de Arqueología de la UCO. Ese es el objetivo del proyecto arqueológico impulsado por la Iglesia católica, pese a que en la nota oficial distribuida por el Cabildo no hay ninguna mención al respecto. El comunicado eclesiástico elude cualquier referencia a la búsqueda de vestigios de carácter cristiano y se limita a indicar que los trabajos pretenden completar la labor inconclusa de Félix Hernández. EL CORREO DEL GOLFO ha intentado contactar con el profesor Alberto León para ampliar la información pero el Cabildo catedralicio lo ha vetado.

En este sector de la Mezquita, Félix Hernández encontró el muro norte del oratorio fundacional, los cimientos del alminar de Hixem I y estructuras de planta basilical con el ábside orientado hacia el norte, en una disposición poco común para una iglesia. Los trabajos se extenderán por espacio de algunos meses. Para entonces, es probable que la incógnita de la legendaria iglesia de San Vicente esté más cerca de ser despejada.

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