sábado. 20.04.2024

Abdul Hadi Sadoun no le debe nada a Sadam Hussein. Si acaso su pasión desmedida por Cervantes. El poeta y traductor iraquí no habría cogido las maletas en los albores de su juventud para plantarse en España si el dictador no hubiera convertido su país en un infierno irrespirable del que cientos de miles de jóvenes huían despavoridos. Lo cierto es que hoy Abdul Hadi Sadoun se merienda ‘El Quijote’ una vez al año en una liturgia casi religiosa de adoración al escritor español poco frecuente. 

La suya es una historia de exilio y superación. Aterrizó en Madrid a finales de 1993, dos años después de la primera guerra del Golfo. Tenía apenas 24 años y había logrado una acreditación de la Universidad Autónoma para estudiar el doctorado. Venía decidido a ampliar sus conocimientos sobre literatura española, de la que hoy es un reputado especialista. Pero no únicamente. También tomó el avión en dirección a Europa para escapar de un régimen atroz. “No podía hacer otra cosa que huir”, confiesa ahora al otro lado del teléfono desde la capital de España. 

“Yo tenía amigos en prisión simplemente por hablar y expresar sus ideas. Vivíamos en una gran cárcel. Era un régimen sanguinario y feroz contra cualquier actividad política”

Han pasado exactamente 29 años desde aquel día. Lo primero que le conmovió cuando pisó Madrid no fueron sus amplias avenidas ni su pulso urbano trepidante. “Me impresionó la libertad”, asegura. “Poder pasear sin que nadie te vigile y expresar libremente tus opiniones”. Dos actos aparentemente inocentes que en el Irak de Sadam Hussein podrían acarrear serias consecuencias. “Yo tenía amigos en prisión simplemente por hablar y expresar sus ideas. Vivíamos en una gran cárcel. Era un régimen sanguinario y feroz contra cualquier actividad política”. 

Cuando llegó a España solo había publicado un cuento surrealista que logró sortear la censura. En Irak no se editaba ni una mísera letra entonces sin el correspondiente sello del Ministerio de Cultura. Todo tenía que pasar por el filtro insoslayable de la censura previa. La prensa, los libros y las revistas. Absolutamente todo. “Mi idea cuando vine aquí era llegar y abrazar la libertad. Poder escribir, leer, traducir y ver mundo”. Y eso hizo. Se sumergió en la literatura española con el fervor de un poseso. 

Cubierta en árabe de la Corte gitana de Federico García Lorca.
Cubierta en árabe de la Corte gitana de Federico García Lorca.

En todo este tiempo ha traducido más de 35 libros al árabe. Machado, Lorca, Alberti, Bécquer, Juan Ramón Jiménez, Vicente Aleixandre. Y no solo poesía española. También novela contemporánea. Desde Enrique Vila-Matas a Javier Marías, cuyas traducciones son las primeras que se vuelcan al árabe. “Intenté acercar al lector árabe voces que no llegaban entonces”, explica Abdul Hadi Sadoun. Su producción literaria es prolífica. Ha traducido antologías de cuentos latinoamericanos y ahora está embarcado en el quinto volumen de las ‘Novelas Ejemplares’, de Miguel de Cervantes, cuya obra conoce como la palma de su mano. “Es mi autor preferido. Es el gran genio de la literatura y nos dejó una herencia magnífica. Ha influido en todos los escritores del mundo. Es un alma abierta. Nos enseñó cómo escribir y cómo buscar un estilo personal. ‘El Quijote’ es una obra cumbre. Yo la leo cada año. Y quiero llevar el resto de su obra al árabe”. 

Abdul Hadi Sadoun trabaja habitualmente con editoriales de Egipto, Jordania, Líbano y también Irak. “Los poetas españoles interesan en el mundo árabe. Son muy conocidos y muy leídos, por cercanía y por el tipo de poesía al gusto del lector árabe. La obra poética y teatral de Lorca está prácticamente traducida en su totalidad. También la de Juan Ramón Jiménez”. Su lectura ha influido decisivamente en el estilo literario del escritor iraquí. “Por supuesto”, subraya. “La sencillez de Machado ha influido mucho en mi poesía. Y Javier Marías en mi novela. Soy un gran lector de su obra”.  Es autor de un buen número de poemarios, ensayos y novelas. En 2016 publicó ‘Memorias de un perro iraquí’, una fábula demoledora sobre la dictadura en clave cervantina. 

“Los poetas españoles interesan en el mundo árabe. Son muy conocidos y muy leídos, por cercanía y por el tipo de poesía al gusto del lector árabe"

El puente cultural entre España y el mundo árabe es, desafortunadamente, asimétrico. “Por desgracia, aquí no se conoce tanto la literatura árabe”, lamenta Abdul Hadi Sadoun. Aunque ojo: en los últimos años hay una generación de arabistas traductores que están haciendo una “labor increíble” por publicar obras de literatura moderna. Él mismo es traductor de tres antologías de poesía iraquí moderna y dirige hoy en día la editorial Alfalfa, que ha dado a conocer ya 60 libros de la “mejor literatura contemporánea” de su país y el mundo árabe, en general. 

No ha sido Alfalfa el único proyecto que ha dirigido Abdul Hadi Sadoun. Entre 1997 y 2007 coordinó la revista Alwah, junto a Muhsim Al Ramli, en cuyas páginas encontraron refugio cientos de escritores exiliados iraquíes y árabes desperdigados por media Europa. Poetas, cuentistas, narradores, traductores e incluso pintores hallaron en Alwah un territorio de libertad que sus propios países de origen le negaban. “Teníamos necesidad de agruparnos a través de una revista y encontrar un espacio libre. No poníamos barreras ni condiciones a nadie. Era un campo abierto. El compromiso era con nosotros mismos. Necesitábamos un puente entre todos los escritores en el mundo que no teníamos otra manera de expresión sino a través de esta revista. La aventura empezó con una idea muy sencilla y se extendió hasta convertirse en un proyecto magnífico. De aquí salieron muchos jóvenes que hoy son autores consagrados en el panorama literario árabe”. 

Cubierta de Memorias de un perro iraquí.
Cubierta de Memorias de un perro iraquí.

Alwah publicó un total de 22 números y cada uno de ellos contenía más de 300 páginas de creación literaria y artística. Las pruebas de imprenta de la revista se encuentran custodiadas en la Biblioteca Islámica, que dirige Luisa Mora, junto con gran parte de los fondos personales de Abdul Hadi Sadoun, donados entre 2013 y 2016. “La dictadura y la guerra nos afectó mucho. Vivimos nuestra infancia y nuestra juventud bajo el dominio de la tiranía”, admite el poeta iraquí. La suya ha sido una generación desgarrada y su escritura está atravesada por el dolor y la muerte. Las cifras oficiales cuantifican en casi siete millones los exiliados iraquíes que abandonaron su país desde los años ochenta. Gran parte de ellos se establecieron en los países vecinos, pero también emigraron a Reino Unido, Holanda o Suecia. En España, la comunidad exiliada de origen iraquí es reducida. “No es un país de acogida para los intelectuales orientales. Aquí hay más marroquíes y argelinos”, señala.

La primera vez que Abdul Hadi Sadoun regresó a su país habían pasado 17 años. “Fue un choque mental muy grande”, revela el escritor iraquí. “Los exiliados se quedan con la última imagen y cuando vuelven ya no es nada igual que lo que dejaron”. Hadi Sadoun se reencontró en 2010 con toda una generación de amigos, muchos de ellos escritores, que estaban empezando a aflorar su obra literaria. Pero también con la destrucción y la ruina de un Estado sometido a la demolición sistemática durante tres décadas. “Irak hoy está bien y está mal. Bien en el sentido cultural. Hay muchas editoriales y una gran literatura que descubrimos cada día. Pero mal por la inseguridad, la corrupción y la división sectaria”. Ha vuelto a Irak en varias ocasiones y mantiene un vínculo permanente con el país. Parte de su familia, no obstante, reside en Madrid después de treinta años. Aquí es profesor de lengua y literatura árabes en la Universidad Complutense y probablemente aquí permanezca el resto de sus días.

-¿Su patria es el exilio?

-Mi patria es ya la palabra. 

“Mi patria es la palabra”
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