Enfrentamientos en Siria han provocado un número alarmante de bajas, según el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos.
Más de mil personas han perdido la vida en solo dos días, incluyendo alrededor de 745 civiles, muchos de ellos presuntamente víctimas de "masacres" sectarias perpetradas por las fuerzas de seguridad contra la comunidad alauita.
Las provincias costeras de Latakia y Tartús, conocidas por su lealtad al depuesto régimen de Bashar al Assad, se han visto particularmente afectadas, con habitantes reportando escenas de violencia, saqueos y asesinatos masivos.
El pánico ha llevado a numerosas familias a abandonar sus hogares en busca de refugio.
Relatos de residentes en Baniyas describen calles llenas de cuerpos, mientras el acceso a internet ha permitido que algunos se enteren de las tragedias ocurridas entre sus vecinos a través de redes sociales.
Esta situación surge en el contexto de la peor insurrección enfrentada por el nuevo gobierno de transición sirio desde la caída del régimen anterior.
En medio de estos acontecimientos, el nuevo líder sirio, Ahmed el Sharaa, ha hecho un llamado a la unidad nacional y la paz civil, destacando los desafíos que presenta la actual crisis.
La violencia también ha afectado a las fuerzas de seguridad, con numerosas bajas entre sus filas y milicianos leales al antiguo régimen.
La tensión sectaria ha escalado, creando un clima de terror en la comunidad alauita.
El enviado especial de la ONU ha expresado preocupación por los informes de víctimas civiles y ha instado a todas las partes a evitar acciones que puedan desestabilizar aún más la situación en el país.
