Mientras científicos de los Emiratos Árabes se afanan en la observación de un halcón peregrino que pusieron en libertad en Kazajstán y que ahora se encuentra en Uzbekistán tras realizar un viaje de ida y vuelta por toda Siberia de 12.000 kilómetros, la unión política y económica que nació al sur del Golfo Pérsico hace 41 años culmina una profunda metamorfosis identitaria.
De momento, las rapaces continúan siendo un venerado símbolo. Y en las incontables mezquitas el almuecín sigue llamando a la oración, aunque cada vez su voz se escucha más lejos apagada por la intensidad de la música de cantantes como Katy Perry, Usher, Snoop Dog o Inna, que aflora a todo volumen por los altavoces de los Chevrolet Camaro, de los todoterrenos Hummer, de los Porsche Panamera, de los Infiniti, Cadillac o de cualquiera de mil modelos de Lexu que circulan por las saturadas avenidas de Dubai. Hay mucho 'kandora', la túnica blanca que visten los hombres. Y mucha 'abaya' y mucha 'hijab', la túnica negra y el velo que usan ellas.
Ese sigue siendo el rostro de una sociedad que no tiene reparo en olvidar preceptos sagrados y que esconde bajos los trajes musulmanes los mismos jeans, o puede que algo más caros, que lucía Ronald Reegan en sus wersten de segunda. Por fuera son árabes. Por dentro no dudan en abrazar los mantras de occidente para ganar una carrera que bien podría disputarse en la Florida cubana. Y el híbrido funciona. No sólo es la ciencia la que avanza en este punto caliente del planeta.
Ni las migraciones de las veneradas rapaces las únicas que baten récord. Los Emiratos rivalizan en cualquier aspecto con los países que lideran el mundo: en sanidad, en educación, en comunicación, en arquitectura o en los ostentosos árboles de Navidad que abundan en esta tierra musulmana. Hoy han ido más allá y llegan incluso a superar en patriotismo al mismísimo 4 de julio de los estadounidenses. Quizás porque sus líderes no dejan de importar celebraciones occidentales que entierran cada día un poco más hondo las costumbres árabes y hacen aflorar acontecimientos al más puro estilo norteamericano.
Y en la bandera de los Emiratos se envuelven todos los habitantes del Estado, no sólo los nacionales, un hecho que queda constatado por las miles y miles de enseñas que proliferan en una ciudad como Dubai donde el 85 por ciento de la población es extranjera. El 4 de Julio de los Emiratos se llama 2 de Diciembre. Y exclusivamente habría que cambiar las barras y las estrellas del otro lado del Atlántico por la bandera cuatricolor de este joven estado asiático para obtener el mismo resultado. El orden de las factores no altera el producto.
Si bien Dubai podría obtener algunas décimas de ventaja gracias a una hinchada que vive su día nacional a golpe de rostro de jeque que eleva el delirio colectivo a una suerte de clímax más próximo a la estela que dejan los triunfos futbolísticos que a otra cosa. El lujo es la impronta en una población muy estratificada que ha sabido encontrar un productivo equilibrio. Los coches de altísima gama su seña de identidad. Y los fuegos artificiales su expresión. Nada de halcones por más que sean la temática preferida de los niños en los dibujos que realizan con motivo del día nacional.
La jornada que ensalza su alma árabe es actualmente un riguroso y multitudinario carnaval de automóviles tuneados con enseñas y bocinas al aire que, en la antesala del liviano invierno del Pérsico, ha transformado definitivamente el Dubai Marina y la playa de Jumeira que hoy tantos españoles conocen, ya sea como turistas o como trabajadores expatriados víctimas del paro, en la Collins Avenue de Miami Beach. No faltan ni las rubias ni el show. Don Carnal también ha ganado la partida en un país donde la tradición y la esencia hoy exclusivamente la aportan los inmigrantes indios y pakistaníes.