jueves. 28.03.2024

El artista español José Carlos Villarejo recorrió miles de kilómetros con sus obras para participar en la 22 edición del Festival de Artes Islámicas de Sharjah, que se celebra en el emirato desde el pasado 11 de diciembre y en el que artistas destacados de todo el mundo presentan muestras únicas.

Entre todas ellas, la técnica del guadamecí de Córdoba (España) destaca por cargar el peso de la historia, una expresión artística cuyos orígenes se remontan al siglo VIII, en Gadamez, una provincia del Líbano en la que se usaban pieles con un tratamiento especial, recubiertas por una capa dorada, hechas para el recubrimiento de tapices, vestimentas o cojines.

Al llegar los árabes a la provincia, trasladan ese guadamecí como técnica y la exportan a otros lugares como Córdoba, en donde la técnica se perfeccionó como obra o arte suntuario, alcanzando su mayor fama en el siglo X, en la época de más esplendor de los omeyas.

Esta técnica se trabajaba en la ciudad de Medina Azahara, creada tras la orden del primer califa de Córdoba, en donde existían talleres que reunían a artistas, tanto musulmanes como de otras culturas, para realizar guadamecíes al gusto del califa.

El español, dice hoy orgulloso en Sharjah, que ha logrado hacer lo que muchos sueñan y pocos logran: vivir de su pasión y consagrarse a la profesión que siempre deseó.

En su caso, desde que recuerda ha estado pintando, y a la corta edad de los seis años su tío y mentor le enseñó la técnica del arte del guadamecí como forma de hacer que éste trascendiera y se perpetuara en la historia.

“Desde muy pequeño no he dejado de pintar y soñar con lo que ahora hago. Yo quería ser lo que soy hoy, quería trabajar en guadamecí y exportarlo al mundo entero”, cuenta Villarejo.

El artista subraya que los omeyas siempre tuvieron como horizonte poseer lo más bello, grande y bonito que existiera en Oriente. Así que los guadamecíes ganaron alto reconocimiento por ser piezas muy bellas, que trasladaban el refinamiento, la educación y la riqueza del Califato de Córdoba que solo el califa podía ostentar, una pieza de lujo y exclusividad.

“Esta disciplina te ofrece una fantasía abrumadora y diseños infinitos. Una filosofía de paz y convivencia que contextualiza con una época totalmente perdida y hermosa, una época en la que la tolerancia era factible", asegura José Carlos Villarejo.

"Precisamente eso fue lo que más me enamoró del guadamecí, aparte del colorido tan brillante que ofrece”, resalta a continuación el experto sobre este arte suntuario, exclusivo y de lujo. 

Desde que su tío le enseñó la técnica del guadamecí, cuando apenas era un niño, se empecinó en recuperar su historia desde la academia, y darlo a conocer en España y el mundo, evitando así que su técnica se perdiera.

Obra del guadamecí expuesta por el artista cordobés José Carlos Villarejo en el 22 Festival de las Artes Islámicas de Sharjah. (EL CORREO)

“Cuando alcancé la capacidad de trabajar, tuve la suerte de crear una exhibición junto con mi tío, que se llegó a convertir en un museo, que pusimos como proyecto cultural y centro especializado de estudio de investigación y recuperación de la época antigua especializado en la época del Califato de Córdoba”, puntualiza.

Inicialmente durante una década, Villarejo, junto a colaboradores académicos de la universidad, trabajó en el estudio científico para poder demostrar la existencia del arte, que había desaparecido en el tiempo, y contextualizarlo con la época del Califato de Córdoba para entender su esencia y significado.

“La filosofía que persigue un guadamecí es una alabanza hacia Alá o la buena conducta del hombre en la tierra, una búsqueda del paraíso, por eso las obras tienen fauna, vegetación y diseños oníricos, fantasías que representan lo que en el jardín eterno vamos a encontrar”, describe Villarejo.

Con toda una vida perfeccionando la técnica, las obras de Villarejo han alcanzado un grado de detalle y perfección impresionante. Al verlas es difícil pensar que son realizadas con pieles de oveja curadas y curtidas, recubiertas por una lámina de oro o plata, sobre la cual se ferretean y pintan una a una cada figura que se repite en forma de patrón con precisión absoluta.

Aunque en las obras se aprecian aves, animales y formas geométricas, muchas veces estas se fusionan entre sí, dejando la libertad a cada espectador de describir la escena que allí se retrata, o crear en su mente sus propias figuras, animales, plantas, o sus propias especies, aquellas que espera encontrar en su propio paraíso. Observar una obra de Villarejo se convierte por ello en una experiencia espiritual y reflexiva, que hace aún más auténtica cada una de estas piezas de lujo, a las que sólo han podido acceder algunas personas pertenecientes a las monarquías, o grandes entidades de gobiernos.

La creación de cada obra puede prolongarse entre cinco meses y dos años, dependiendo de su tamaño y grado de complejidad.

Villarejo afirma que su carrera como artista ha pasado por diferentes etapas que dejó pasar sin prisa antes de lanzarse a exponer sus obras en las tierras del Medio Oriente, precisamente las que atesoran el origen de sus expresiones artísticas.

Desde el mes de mayo de este año, inició su preparación para participar en el Festival de Sharjah, que actualmente cuenta con gran prestigio entre los estudiosos y amantes del arte a nivel internacional.

Obra del guadamecí expuesta por el artista cordobés José Carlos Villarejo en el 22 Festival de las Artes Islámicas de Sharjah. (EL CORREO)

Con asombro resalta la forma en que lo ha recibido Emiratos Árabes, donde, de acuerdo con su percepción, las personas valoran y aprecian mucho el arte, haciendo sentir especiales a todos los expositores del festival.

“He visto una gran expectativa de la sociedad emiratí en ese tipo de eventos. Desean trasmitir las bondades del Islam, por lo que creo que es un gran momento para acercarnos a su cultura y afianzar nuestros lazos. Ellos están abiertos a cualquier tipo de expresión con relación a su cultura islámica, el interés que tienen por el arte es abrumador”, dice Villarejo.

Tras la conclusión del festival para el cordobés, donde ha tenido la oportunidad de dar a conocer personalmente al gobernante de Sharjah, el jeque Sultan bin Muhammad Al Qasimi, las particularidades de un arte tan especial y exclusivo, vienen grandes proyectos como desarrollar un ciclo de conferencias en Arabia Saudita y participar en otras exposiciones en Emiratos Árabes que le permitan continuar con el legado que le dejó su tío: no dejar morir el guadamecí.

El español José Carlos Villarejo devuelve al mundo árabe el arte que creía perdido
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