viernes. 29.03.2024

Pedro Chalmeta (Madrid, 1935) se decidió por el arabismo como un pequeño acto de rebeldía. En la escuela franquista de posguerra, la historia de la nueva España que emergió de entre las cenizas se cimentó sobre la exclusión. El reputado arabista español lo explica gráficamente a través del teléfono desde su domicilio en Madrid. “Me despacharon la historia de Al Andalus en media clase y la Reconquista me la metieron durante tres meses. Me parecía indignante que suprimiesen toda esa vertiente de nuestra historia”. Así se activó la trayectoria científica de uno de nuestros más eminentes especialistas en la civilización andalusí, penúltimo representante de una generación de arabistas que renovó los estudios del islam hispano en la segunda mitad del siglo XX.

Acaba de concluir un voluminoso estudio sobre la ‘Historia socioeconómica de Al Andalus’, en cuya área de conocimiento fue precursor desde la publicación de su tesis doctoral sobre los mercados medievales. Ha buceado en las fuentes árabes y latinas y es un consagrado experto en el origen de Al Andalus, siempre sometido a la controversia académica y vapuleado por la manipulación ideológica de distinto signo. Y ojo: cuando todavía no había cumplido los treinta y cinco años, osó toserle nada menos que al gran tótem de la historia hispana, don Claudio Sánchez Albornoz. La áspera réplica del intocable erudito aún centellea rayos y truenos en los archivos.

O sea: usted se hizo arabista para reparar un déficit educativo de la escuela de posguerra.

No tanto. No me ponga de profeta. Sencillamente, eso fue lo que ocurrió. Me gustaba Al Andalus y la cultura arabo musulmana. Y también por curiosidad intelectual. Los crucigramas que están hechos aburren hasta a las ovejas. Y los que no están hechos tienen un cierto atractivo.

¿Cómo era la situación de los estudios del arabismo en los años cincuenta del siglo pasado?

El arabismo español ha padecido un grave problema: el personalismo y la creación de grupos. Todo fue maravilloso mientras el arabismo estuvo en manos de historiadores, como Gayangos. Posteriormente pasó don Julián Ribera, que era un tipo extraordinario, aunque escogió mal: a Miguel Asín, que focalizó las cosas entre los míos y los que no son los míos. Antes, en el arabismo, habían entrado Lafuente Alcántara e historiadores que se sentían atraídos por la faceta andalusí de nuestra historia. Miguel Asín eliminó a esta gente. Estoy pensando en Huici Miranda, que fue un gran arabista, y lo pusieron en la proa porque había sido jesuita en su juventud. Jamás le dieron cancha. Miguel Asín era muy conocido por su islam cristianizado, pero jamás escribió sobre el cristianismo islamizado. Participó del lado franquista, se convirtió en el secretario del CSIC y cribó a determinados grupos de personas. Además, estaba convencido de tener la verdad absoluta. Y el que no la compartía estaba equivocado. Eso lo traspasó al mundo del arabismo. Surgió una tendencia personalista en que fulanito sabía de todo. Surgió el culto al maestro.

¿Y quiénes fueron sus maestros?

Aprendí mucho de Elías Terés, que era un hombre terriblemente modesto, que fue ninguneado por Emilio García Gómez, pero que era un gran historiador. Tenía la virtud de abrir horizontes a sus alumnos. No imponía nada. Él fue uno de los que me formó intelectualmente. También Félix María Pareja, que tenía una curiosidad enorme y daba gusto discutir con él. Intelectualmente me formaron también los de la Escuela de los Annales francesa: Claude Cahen, que es el padre de la historia social y económica musulmana, y Saleh Ahmad Al Ali, presidente de la Academia Iraquí. Tuve la suerte de ser alumno suyo en Bagdad y me enseñó a interrogar un texto. También a Maxime Rodinson, que me enseñó cierta curiosidad intelectual.

¿El arabismo español estaba entonces condicionado por el contexto sociopolítico de España y la educación nacionalcatólica dominante?

Perseguido no estaba el islam. Estaba ignorado y minusvalorado. El arabismo es herencia del orientalismo y en el orientalismo europeo hay una gran dosis de romanticismo y de una imagen mítica de oriente. Esto traía una cierta aura de exotismo. Se nos consideraba como cosilla pequeña y de poca importancia, que no podía transformar nuestra sagrada historia. Pero claro: la sagrada historia está muy bien si se la estudia como dogma. La fe dice que las cosas hay que creerlas sin demostración. Pero una cosa es la fe y otra la historia. Yo quería saber lo que había pasado, no lo que me contaban.

"Sánchez Albornoz hizo una cosa maravillosa con el Reino de León. Ahora bien, cuando se mete con Al Andalus patina"

Por cierto, usted tuvo un célebre encontronazo académico con Sánchez Albornoz.

Pero mire usted: seamos serios. Sánchez Albornoz fue un gran historiador, pero desgraciadamente es de aplicación lo que le he dicho del maestro. Las cosas intocables. Sánchez Albornoz hizo una cosa maravillosa con el Reino de León. Ahora bien, cuando se mete con Al Andalus patina. Entre otras muchas razones, porque su labor historiográfica está montada sobre traducciones y las traducciones no son siempre completas. Montó una cosa magnífica sobre unas traducciones inexactas y una ideología de Reconquista, que es lo que verdaderamente vertebra toda la labor de Sánchez Albornoz. Tiene una ecuación mental que es la siguiente: los musulmanes ocuparon toda España. En Asturias se levantó un Pelayo y en Covadonga venció a los malvados árabes. Y, a continuación de Covadonga, desciende toda España.

Bueno. Punto uno: lo de Covadonga no está claro. Segundo: de Covadonga no desciende toda España porque, sin ir más lejos, no desciende más que la zona castellano leonesa. La zona aragonesa no desciende de esa presunta Covadonga. No sirve esa ideología de Reconquista de que todo descendía de las Crónicas Asturianas, que se redactan a finales del siglo IX, más de doscientos años posteriores al presunto encuentro de Covadonga, olvidándose de otras fuentes, como es la Crónica del año 754, que localizaba el primer encuentro no exitoso de las tropas cordobesas en las montañas aragonesas. Esa obsesión de encontrar la raíz es equívoca, porque las mismas Crónicas Asturianas reconocen que hay una serie de mini formaciones en el norte que no estuvieron ocupadas. Si usted reconoce que hay mini formaciones no conquistadas, la Reconquista no es un proceso piramidal que desciende de Covadonga.

¿Qué persigue la ideología de la Reconquista, en su opinión?

Lo que persigue es una cosa denunciada por bastante gente: un concepto nacionalista de la historia de España. Persigue demostrar que la existencia de España es una consecuencia de la Reconquista, que empieza por una falacia. Reconquista significa que hubo conquista anteriormente. Y no la hubo. Lo que aparece en todas las fuentes árabes y latinas es que la mayor parte de Iberia pactó con los conquistadores. Eso de que venían a caballo con el alfanje en la mano y matando a sangre y fuego, no. Contribuyente muerto no paga. Hay zonas que fueron conquistadas por las armas. Muy poquitas. El único de los nobles ibéricos capturado fue el gobernador de Córdoba. Todos los demás se avenían a pactos. Se rindieron, huyeron o pactaron. Los señores locales pagaban sus impuestos y ya está. Sánchez Albornoz necesita que los árabes hayan llegado al Cantábrico. Y de ahí su famoso artículo de ‘Musa en Asturias’, que es más falso que Judas. Jamás llegaron allí. ¿Que fueron hasta Lugo? Jamás. Ni de broma.

Hay quien actualmente vuelve a recuperar el concepto de Reconquista. ¿Es un concepto operativo desde el punto de vista histórico?

Sabemos poca historia. Si usted habla de Reconquista implica que ha habido conquista anteriormente. Implica un concepto de restauración de algo anterior. Estamos otra vez con lo del hombre portador de valores eternos y bla, bla, bla. Para recuperar una herencia hace falta que haya una herencia.

Para quienes defienden esa teoría, la expulsión de los musulmanes representa la restauración del ser español que siempre ha sido católico.

Deberían haber leído a Américo Castro, que señalaba que España es el único país europeo donde la gente se definía, no en términos étnicos o geográficos, sino religiosos. La gente no se decía castellana: se decía cristiana. No se decía asturiana: se decía cristiana. Y frente a un enemigo exterior. Ideológicamente todo se justificó en nombre de esa restauración del cristianismo. Presuntamente. Porque no se han leído los concilios toledanos en época visigoda, donde están fulminando a los arúspices, a los augures. Sin ir más lejos, ¿el concepto de las meigas gallegas es cristiano? ¿Verdad que no? Los cultos rurales siguieron. Lo único que hubo en época romana fue cristianización de las ciudades. Subrayo ciudades. Los campesinos lo que hacen es quemar iglesias porque no quieren que se instauren en su zona. Hay un eremitismo montaraz contra el cual trata de luchar la Iglesia, porque no los controla. Hay una serie de “herejías” de gente que creó otra cosa.

"Identificar la fe con la nacionalidad es una novedad hispana, que desgraciadamente nos ha empobrecido mucho culturalmente"

¿Por qué sigue siendo tan conflictiva la asimilación de Al Andalus como parte integrante de la identidad española?

Porque la gente no ha terminado de digerir que se es español no en concepto de fe. Yo soy español porque he nacido en España o tengo una cultura española pero no porque crea en Cristo. Identificar la fe con la nacionalidad es una novedad hispana, que desgraciadamente nos ha empobrecido mucho culturalmente.

¿Pervive en el imaginario colectivo la idea de la extranjerización de Al Andalus?

Sí. Por una razón muy sencilla: lo que han hecho es cristianizar la historia. En el bachillerato la cosa era muy simple: media clase para ocho siglos de historia andalusí y veintitantas para la Reconquista hasta la toma de Granada. ¿Qué quiere usted que saque la gente de ahí? Ponga usted “fifti fifti” y ya vemos qué opina la gente. Tenemos un ejemplo actual. ¿Qué está ocurriendo en Cataluña? Les han inventado una historia y la gente se mueve basándose en esa historia.

¿Se ha corregido en nuestras aulas ese déficit del conocimiento de Al Andalus?

No. Los medievalistas son todos discípulos de Sánchez Albornoz. Y una de las razones por las cuales no soy muy bien visto es porque yo me he atrevido a dudar de la palabra de Sánchez Albornoz. Es que esta gente sabe muy poquita historia. Yo soy un desgraciado que pone en duda la palabra de Sánchez Albornoz ante lo que dicen las fuentes. Yo lo siento mucho. En historia, las fuentes son lo primero. Estudiémoslas correctamente y, luego, hágase la historia.

Usted ha estudiado minuciosamente las fuentes árabes y latinas. ¿Porqué se conquistó la península ibérica tan rápido a partir del año 711?

Porque era conquistable. Ahí coinciden dos conceptos erróneos. Uno considera Hispania en su totalidad. Mentira podrida. El reino visigodo ha tenido muchos problemas. Coja usted la lista de los reyes visigodos y verá qué poquitos mueren en su cama. Muchos son asesinados, hay rebeliones de hijos, la nobleza es un poco especial, la clerecía también. Oiga, los obispos tenían barraganas. Los nobles no estaban todos a favor de don Rodrigo. Todas las fuentes dicen que en el encuentro de Guadalete hay unos que están a favor y otros que desertan, que son los hijos de Vitiza. Aquí hubo dos encuentros: uno en Guadalete y otro en Écija. Y nada más. Lo dicen todas las fuentes. Nadie peleaba con ellos. ¿Qué significa eso? Que no encuentran resistencia. Aquí nadie se enfrenta a los árabes.

¿Qué contingente árabe y bereber entró en la península ibérica en el siglo VIII?

Muy poquito. El ejército de Tarik es de unos 12.000 o 18.000 hombres máximo. El de Musa, que viene detrás, pongamos lo mismo. Tiene usted ahí unos 40.000. Ahora bien: la fama de la riqueza de los visigodos es buena propaganda. Al Andalus tiene una doble fama: de rica y la belleza de sus mujeres. Eso fue un aliciente.

"La arabización y la islamización no es una imposición, sino una opción"

¿Cómo fue el proceso de arabización e islamización?

La arabización y la islamización no es una imposición, sino una opción. Si usted es un señorito andaluz que quiere conservar sus fincas, le conviene estar a bien con el poder. Lo mejor será que no contrate un traductor y vaya usted a expresarle lo que quiere. Y que usted intente participar en una estructura. Esto tiene una doble fase: yo hablo con usted y yo comparto sus valores. Por tanto, hay una aculturación, que no es impuesta. Es el resultado de un proceso que no es instantáneo, sino que es lento. Actualmente se calcula que en la época de Abderramán III la mitad de la población andalusí era arabófona y musulmana. Es un proceso lento que se va acelerando. Los árabes venían sin mujeres y se casaron con las de elevada categoría social. En la cultura musulmana, el hijo de un árabe musulmán es automáticamente árabe musulmán. La señora puede seguir siendo cristiana pero su prole es jurídicamente musulmana. Si coge los suicidas mártires de Córdoba, la enorme mayoría son mujeres hijas de madres cristianas casadas con un musulmán. Han conservado pero no transmiten sus creencias.

Acaba usted de concluir un voluminoso estudio sobre la 'Historia socioeconómica de Al Andalus'. Fue usted pionero en la materia.

Nadie lo había hecho. Es la atracción del vacío. Yo tengo una cierta formación cultural europea y he leído sobre marxismo. ‘Primum vívere deinde philosophare’. Hay que vivir y luego creeremos o no creeremos. Esto no se puede olvidar. La historia de fechas y batallas está muy bien, pero es incompleta.

¿Qué aportó la organización económica e institucional omeya frente al sistema visigodo anterior?

El sistema visigodo está montado sobre el trabajo servil. Uno de los problemas era el de los esclavos fugitivos. Los árabes musulmanes llegan aquí y se encuentran con una cosa que pertenece al antiguo régimen. Después de la llegada de los contingentes sirios se encuentran con que no tienen nada. Y van a pedir fincas a un descendiente de Vitiza. Le dicen: “Quiero que me des una finca que yo cultivaré con mis manos y de las cuales te entregaré la mitad del producto”. Y contesta: “No me satisface. Que le entreguen la finca con sus bueyes y sus siervos”. Se enfrentan dos conceptos. Uno tardoantiguo de mano servil y otro de cultivo de aparcería. Fíjese usted en la diferencia. El esclavo, por definición, es el que trabaja y no cobra. Maldito el interés que tiene de que aquello funcione. Mientras que si le das una participación pues es muy sencillo: “Me lleve el tercio, la mitad o lo que sea, me interesa que produzca más”. Lo que hay es la introducción del sistema de aparcería. Y la gente se interesa por producir. Esto va a tener un efecto contagio. El despegue de Al Andalus fue inducido. Va desgastando las formas antiguas, que son las que luchan contra lo nuevo. Y ahí tiene usted una explicación del movimiento martirial de Córdoba, porque esta gente pertenece a la vieja aristocracia y sus formas de cultivo no son las que están de moda.

"Lo que hace falta es no tener una idea preconcebida de buenos y malos. Antes de juzgarlos, veamos cómo eran"

¿Esa fue la clave del esplendor de Al Andalus?

Parcialmente, sí. Al Estado le interesa que usted produzca y así cobra más. Y, si cobra más, tiene más recursos y los puede reinvertir. Y, si usted produce más de lo que puede consumir y lo que le exige el Estado, tiene que redistribuirlo. Y empezamos con el sistema de distribución mercantil. El mercado. Mire: yo he estudiado el ‘señor del mercado’, que es el almotacén. Es una palabra árabe que hemos copiado. Ha habido almotacén en Madrid hasta prácticamente el año 2000.

¿Qué nos queda por saber de Al Andalus?

Todo. Lo hecho es muy poquito. Hay mucho por hacer. Y, sobre todo, lo que hace falta es no tener una idea preconcebida de buenos y malos. Antes de juzgarlos, veamos cómo eran. Y eso es lo que no se ha hecho.

“La historia de Al Andalus sigue ignorada y minusvalorada en España”
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