20 de diciembre de 2025, 12:17
El Gobierno de Donald Trump llevó a cabo este viernes un ataque militar "a gran escala" en Siria, dirigido a eliminar a los combatientes del grupo terrorista Daesh y sus depósitos de armas. Esta acción se produce en respuesta a una emboscada que resultó en la muerte de dos soldados estadounidenses y un intérprete civil hace casi una semana.
Según un funcionario estadounidense, el operativo alcanzó 70 objetivos en el centro de Siria, donde se localizaba infraestructura clave de Daesh. Otro alto cargo, que prefirió permanecer en el anonimato, anticipó que podrían suceder más ataques como parte de esta ofensiva.
El secretario de Defensa, Pete Hegseth, comentó en redes sociales que este ataque no marca el inicio de una guerra, sino una "declaración de venganza". Hegseth subrayó que Estados Unidos "nunca dudará" en defender a su pueblo bajo el liderazgo de Trump.
A pesar de esta escalada en Siria, la administración Trump ha manifestado su intención de centrar sus esfuerzos más cerca de casa, especialmente en el hemisferio occidental, donde está construyendo una armada en el Mar Caribe. Este enfoque ha llevado a desviar recursos significativos del Medio Oriente.
Trump prometió "represalias muy severas" tras el ataque en el desierto sirio e instó a Daesh a no atacar nuevamente al personal estadounidense. En un discurso en Carolina del Norte, describió el ataque como un "ataque masivo" exitoso contra los "matones de Daesh".
Las operaciones emplearon aviones F-15 Eagle, A-10 Thunderbolt y helicópteros AH-64 Apache, además de contar con apoyo de aviones de combate F-16 de Jordania. El Comando Central de EEUU reportó el uso de más de 100 municiones de precisión en el ataque, que tuvo lugar en áreas rurales de Deir ez-Zor y Raqqa, así como cerca de la histórica ciudad de Palmira.
El Ministerio de Asuntos Exteriores de Siria se pronunció sobre los bombardeos, enfatizando la necesidad de fortalecer la cooperación internacional en la lucha contra el terrorismo y reafirmando su compromiso de combatir a Daesh en su territorio.
Según un funcionario estadounidense, el operativo alcanzó 70 objetivos en el centro de Siria, donde se localizaba infraestructura clave de Daesh. Otro alto cargo, que prefirió permanecer en el anonimato, anticipó que podrían suceder más ataques como parte de esta ofensiva.
El secretario de Defensa, Pete Hegseth, comentó en redes sociales que este ataque no marca el inicio de una guerra, sino una "declaración de venganza". Hegseth subrayó que Estados Unidos "nunca dudará" en defender a su pueblo bajo el liderazgo de Trump.
A pesar de esta escalada en Siria, la administración Trump ha manifestado su intención de centrar sus esfuerzos más cerca de casa, especialmente en el hemisferio occidental, donde está construyendo una armada en el Mar Caribe. Este enfoque ha llevado a desviar recursos significativos del Medio Oriente.
Trump prometió "represalias muy severas" tras el ataque en el desierto sirio e instó a Daesh a no atacar nuevamente al personal estadounidense. En un discurso en Carolina del Norte, describió el ataque como un "ataque masivo" exitoso contra los "matones de Daesh".
Las operaciones emplearon aviones F-15 Eagle, A-10 Thunderbolt y helicópteros AH-64 Apache, además de contar con apoyo de aviones de combate F-16 de Jordania. El Comando Central de EEUU reportó el uso de más de 100 municiones de precisión en el ataque, que tuvo lugar en áreas rurales de Deir ez-Zor y Raqqa, así como cerca de la histórica ciudad de Palmira.
El Ministerio de Asuntos Exteriores de Siria se pronunció sobre los bombardeos, enfatizando la necesidad de fortalecer la cooperación internacional en la lucha contra el terrorismo y reafirmando su compromiso de combatir a Daesh en su territorio.
