Cada verano, Europa florece y se transforma en el escenario perfecto para escapadas que nutren cuerpo y alma. Para las mujeres residentes de Emiratos Árabes Unidos, acostumbradas al lujo, la eficiencia y el bienestar, viajar a Europa en estos meses es más que un cambio de clima: es una experiencia sensorial que puede vivirse intensamente en apenas 48 horas. Y si hay una ciudad que lo tiene todo: estilo, gastronomía, cultura, descanso, esa es París.
La capital francesa no solo es sinónimo de alta costura, sino también de placer refinado. Una ciudad que, si tuviera género, sería indudablemente femenino: elegante, libre, con carácter. París vibra con una energía especial que se disfruta entre amigas. Un viaje entre mujeres aquí no es solo una escapada: es una celebración de la feminidad, la belleza y el goce pausado.
El arte de hospedarse bien
En París, soñar empieza por cómo se duerme, con solo 48 horas hay que saber elegir donde hospedarse para hacer que el tiempo valga la pena. En el Haut Marais, el nuevo Hotel Experimental Marais, cinco estrellas del grupo Experimental, ofrece descanso, estilo y alma. Ubicado en el histórico 3ème arrondissement, entre callejones serpenteantes y fachadas doradas, se funde con el espíritu vibrante del barrio. Este hotel celebra la herencia del Marais con elegancia contemporánea.
Sus 43 habitaciones, firmadas por Tristan Auer, reinterpretan el alma del barrio con detalles monásticos y objetos de colección. Desde su spa con baños romanos hasta el American Bar inspirado en Manhattan, todo está pensado como un refugio sensorial. Su restaurante, Temple & Chapon, liderado por la chef Mélanie Serre, rinde homenaje a las grandes brasseries con un toque neoyorquino. El brunch de fin de semana: croissants, lobster rolls y Bellinis, se convierte en ritual.

Una segunda opción
A pocos minutos de Montmartre, el Grand Pigalle Experimental, un hotel boutique de 4 estrellas en SoPi, combina estética bohemia con el savoir-faire francés. Bajo el concepto «bed & beverage», ofrece una experiencia donde el diseño y la coctelería van de la mano. Su restaurante, Frenchie Pigalle, dirigido por Gregory Marchand, apuesta por una bistronomía audaz con scones de bacon o nuggets de mollejas con caviar.
Sus 37 habitaciones, diseñadas por Dorothée Meilichzon, ofrecen una visión contemporánea del clásico haussmaniano. Balcones privados, buhardillas románticas y bañeras con vistas a París permiten experimentar la ciudad desde lo íntimo. A solo unos pasos,

nvitan a explorar el arte de vivir entre cafés, librerías y coctelerías.
Siempre hay tiempo para el turismo
Si solo tenemos 48 horas, los puntos indispensables son: La Galerie Dior y la Torre Eiffel. En la elegante Avenida Montaigne, se encuentra la histórica casa de Christian Dior, hoy transformada en museo. La Galerie Dior no es una simple exposición, sino un viaje poético a través del tiempo y el estilo: vestidos emblemáticos, croquis originales, perfumes, fotografías y escenografías espectaculares relatan la historia de una maison que revolucionó para siempre la moda femenina. Quien la recorre lo hace como si caminara por las páginas de una revista de alta costura, envuelto en la magia de la elegancia francesa.
Al continuar la jornada, basta con cruzar el Sena hacia el Campo de Marte para vivir uno de los espectáculos más icónicos del mundo: la subida a la Torre Eiffel. Desde lo alto, el visitante contempla el río, los tejados de París y ese horizonte que susurra secretos en cada rayo dorado del sol poniente. La experiencia culmina con una copa de champán en su bar panorámico. En tan solo un día, se puede rozar la cumbre de la belleza, el arte y la emoción que solo París sabe ofrecer.

Comer bien también es un ritual
Si hay una ciudad donde la comida es parte del arte de vivir, esa es París. Y para quienes buscan disfrutar con todo el glamour, L'Avenue es el punto de encuentro por excelencia. Ubicado en Avenue Montaigne, frente a algunas de las boutiques más lujosas del mundo, este restaurante es una pasarela viva de estilo.
Aquí se va a ver y dejarse ver, en stilettos o con zapatillas de diseñador, pero siempre impecables. Para cenas con vistas y un espíritu italiano que rinde culto a lo bello, el Gigi Restaurante, en la azotea del Théâtre des Champs-Élysées, combina lo mejor del show parisino con la dolce vita. Música en vivo, platos de autor y una decoración que invita a capturar cada instante: este es uno de los spots favoritos para quienes vienen de Dubái o Abu Dhabi buscando estilo con autenticidad.
También destaca Laia Monceau, un reciente descubrimiento gastronómico que conquista por su propuesta italo-francesa, su rooftop con vista a la Torre Eiffel y la cocina de autor de su chef Sacha Perrín. Aquí el lujo se respira en cada detalle, sin caer en excesos, con ese equilibrio francés que lo convierte todo en arte. Visitar París es una especie de terapia, pues es una ciudad que lo tiene absolutamente todo: historia, glamour, lujo y la estética para alma. En esta ciudad, dormir es soñar, comer es saborear la vida, y cada paso, aunque sea en tacones, se convierte en una danza de placer.

Visitar París es una especie de terapia, pues es una ciudad que lo tiene absolutamente todo: historia, glamour, lujo y la estética para alma. En esta ciudad, dormir es soñar, comer es saborear la vida, y cada paso, aunque sea en tacones, se convierte en una danza de placer.