martes. 07.05.2024

Dificultad:
baja


Andan por ahí asustándonos con lo de la jornada laboral. Resulta que ahora la culpa de la crisis es la jornada de ocho horas que nuestros abuelos consiguieron en los tiempos de la dictadura de Primo de Rivera, qué horror. Hasta llegaron a discutir en el parlamento europeo la oportunidad de regresar a aquellos tiempos premarxianos con los que ya ni se asusta a los niños que no quieren comer la sopa. Fría por supuesto, que es como la queremos ahora, más no como la de aquellos tiempos de burguesía explotadora y parias de la tierra. Quiere decirse que gazpacho sí, pero gazpacho sin pan. Of course.

El gazpacho con pan quedó en esos tiempos del sol a sol, en esos tiempos que leemos en los libros de historia y que tanto trabajo cuesta creérselos. Currando de sol a sol, y echándole pan al gazpacho, a ese invento de los dioses (mediterráneos, claro está) que hubo un día en el que el hombre necesitó introducir un exceso proteinico que le permitiera aguantar eso, de sol a sol.

Ya no somos gañanes doblados sobre el sarmiento con la hoz en el puño y el martillo, en todo caso, palpitándote en el parietal. Ahora somos gentes civilizadas, que curramos con el ordenador y el aire acondicionado por delante y la seguridad social, vacaciones incluidas, en el horizonte de estos veranitos de sardina y cerveza a pie de playa, de mojito y piscina, de tortilla con salitre volado con las primeras brisas de la mañana, cuando atracamos a pie de ola para amainar el día con sombrilla y bronceador. Estos, son otros tiempos.

Otros tiempos y otras costumbres. Gazpacho bien aliñado, pero sin sombra de pan, que es menester guardar la línea y hasta las formas. Gazpacho de estos siglos nuevos que reciben al hombre moderno a ritmo de megabite. Si por un casual estuvieren vuesas mercedes de acuerdo con este preámbulo panfletario, tomen nota de la mejor manera de hacer un auténtico y refrescante gazpacho andaluz.

Receta 

Trituramos cuatro tomates grandes y bien maduros, un diente de ajo pelado, medio pepino y un pimiento verde, de los de freír, que no sea demasiado grande, en la minipimer o en la turmix, o en el robot de esos modernos que hay ahora. A continuación añadimos vinagre, sin pasarse pero que se note, aceite sobrado, que sí se note sobre todo en la textura y en el inconfundible sabor, por lo que deberá ser auténtico aceite de oliva virgen extra. A continuación sal y agua helada. Volvemos a apretar el mando de la minipimer o a pulsar el botón de la turmix, y procedemos a probarlo. Si está, pues está, pero si no, pues se arregla de lo que nos parezca, pues a lo mejor está algo soso, o le falta vinagre, que es lo más natural.

Ahora bien, de pan: NADA DE NADA. Qué no hace falta hombre de dios ¿O es que se va a disponer usted, con el calor que hace, a irse al campo a segar desde las seis y media de la mañana hasta la diez de la noche. Por que en ese caso, pues sí. Llévese un par de bollos de pan, por que si no, no aguanta.

Un truco: el tomate, el pepino, el ajo y el pimiento, se corta fino y se deja en el frigorífico de un día para otro. Hay razones físicas y químicas en las que ahora no voy a entrar porque sería demasiado engorroso, pero háganlo. Se deja todo junto y picadito en el frigorífico o en la nevera de un día para otro y verán como el sabor es distinto, como el de esos gazpachos majados en el dornillo de encina que hacían nuestros abuelos. Sorprendente. De verdad de la buena, háganlo así y verán qué cosa más rica. Pero de pan, recuerden, NADA DE NADA.

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Gazpacho andaluz